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País de Nieve, de Yasunari Kawabata


Komako se entregó a las confidencias al volver del baño, relajada y con voz apacible. Entró en detalles tan íntimos como de su primer examen médico en el lugar, para el cual, creyendo que las cosas se desarrollarían como cuando estaba en la escuela de las geishas, se había presentado a  pecho desnudo a la auscultación. El doctor se había echado a reír en sus narices, y ella no había podido reprimir las lágrimas. Siguió explicándole cosas de esta clase, que Shimamura no cesaba de provocar con sus preguntas.

-Puedo confiar exactamente en el calendario: cada vez es un mes menos dos días, no falla. 

-Lo cual, me figuro, no te hace perder ni una sola fiesta, ¿verdad?

-Son cosas que tú sabes  comprender, ¿no es cierto?

Komako se bañaba todos los días en el manantial, famoso por los efectos penetrantes y prolongados de su calor; cada día recorría al menos cuatro kilómetros a pie, tan si acudía a las veladas del manantial viejo como del nuevo; y en aquel país montañoso, raras eran las veladas que no se prolongaban  hasta muy tarde de la noche. Gracias a ello, conservaba un cuerpo sano y vigoroso, aunque tenía cierta tendencia a perder la línea tradicional que la costumbre profesional suele dar a las geishas: caderas estrechas y vientre prominente. Había en todo ello algo enternecedor para Shimamura, quien se sentía conmovido al pensar que aquella mujer pudiera hacerle volver desde tan lejos. 


*****

Y, Sin Embargo, todo el amor de la mujer del País de Nieve se desvanecería con ella, sin dejar en el mundo ni siquiera el rastro cierto de la tela de Chijimi. Porque si bien esta tela es el más frágil de los productos de la artesanía, un buen Chijimi, sin embargo, bien cuidado, conserva su calidad y la viveza de sus colores durante medio siglo, por lo menos, y no queda fuera de uso hasta mucho tiempo después: Así meditaba Shimamura acerca de las inconstancia de las intimidades entre los humanos y en su duración efímera que no conoce siquiera las permanencia de un trozo de tela, cuando de pronto le acometió la imagen de Komako convertida en madre.




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