Eduardo observó como Chabela se alejaba de la penumbra complice del granero. Le pareció notar una forma peculiar en su andar, pero sin darle mayor importancia retomó sus ideas de recoger sus libros y dirigirse a la clase nocturna. Chabela, aunque sentia el escozor en el ano recien invadido, esbozaba una amplia sonrisa por la inesperada…