Qué maravillosa Noche la de anoche. Estaba junto a mí, casi desnudo. Lo tenía abrazado, y besaba y acariciaba su cuello y sus hombros, hasta que me decidí a levantarme a apagar la televisión. Entonces me trepé sobre él. Como una leona, así me llamó él entre sonrisas. De mi carne emanaba la misma sustancia que…