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Pingüinos

Pingüinos

Esas bicromáticas aves, populares, curiosas y anodinas, se encuentran en medio de un escenario escondido en los humos huracanados de nuestras vidas primates. Las guerras, los desamores, las ilusiones y las tragedias se ven también en las sociedades de los pájaros niños, como los había bautizado Magallanes. La cultura occidental, embobados por la irrisoria manera de andar de estos bípedos con plumas, los han llevado al nivel del León de Nemea o la de Collie, Lassie. Ahora los pingüinos deambulan por las cabezas de todos los infantes, jóvenes y adultos. Simples palomas nadadoras se han adentrado en lo más profundo de la cultura popular y se Les Han erigido parques y monumentos en su honor. Los buceadores australes son ahora una pieza esencial de la máquina de entretenimiento occidental. Los pingüinos han demostrado tener las virtudes que la cultura del aburrimiento necesita, una locación de película, cierta estética visual, una característica jovial y mucha visibilidad en los medios. Para los que hemos nacido en los últimos latidos del milenio pasado, los pingüinos han sido parte de nuestros años frente a la pantalla grande o la caja boba. Los hemos visto bailar, pelear y viajar a Madagascar. Esos simpáticos plumíferos se convirtieron en los acompañantes de las aventuras de millones. Fueron sus actuaciones, esas creadas a miles de kilómetros al Norte, las que les han creado la imagen pseudo-antropomórfica que tienen a día de hoy. Los pingüinos, así como el resto de la brutal naturaleza que nos rodea, viven tiempos oscuros, algunas colonias se han reducido en un 70%, otras llevan un año sin crías; estas aves, queridas y recordadas por todos, están viendo su mundo cambiar, pero su intelecto les impide reaccionar. ¿A qué quiero llegar con este soliloquio tan absurdo sobre unos pájaros que no saben volar? Pues que, así como ocurrió con los lemmings, los rinocerontes, los elefantes, las ballenas, los delfines, los linces, los gorriones, las palomas, los toros, los burros, las ranas o los corales, fueron otra herramienta más de usar y tirar. Los profetas y las masas de repipis, parecen apartar a las bestias una vez dejan de interesar al público. Usan, abusan y desechan apenas los ratings caigan. Estuvimos meses con los taijitu alados, meses en los que culpaban a Pablo Pueblo por las tropelías de las mismas compañías que financian esas campañas. Llevamos décadas recibiendo regaños, siendo las cabezas de turco de todos los estragos que sucedan en el ecosistema, pero no somos los dueños de los rompehielos, ni tenemos aviones privados que usar, tampoco yates en los que navegar, no tenemos la capacidad de alterar naciones enteras, los que sí pueden son los Pilatos que se lavan las manos con fundaciones y discursos, los ecologistas de sillón, los directores patrocinados por Microsoft u Open Society, esos sí son responsables son los mismos que nos señalan.



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