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¿Libertad?, ¿Igualdad?, ¡Fraternidad? la deriva facistoide de Europa

El "14 de julio" era, hace mucho tiempo, una fiesta de celebración mundial. En mi pueblo, enclavado en las estribaciones de la cordillera central, mis maestras - formadas en los ideales del Iluminismo europeo- nos enseñaban a cantar el himno más seductor que con sus acordes vibrantes movilizó a los ejércitos revolucionarios cuando la reacción, interna y externa, se abalanzaba para ahogar en su sangre a quienes se habían atrevido a cortar cabezas de reyes y establecer la República como forma de gobierno de ciudadanos libres. Entre 1775 y 1781, las colonias norteamericanas se habían sublevado y obligado al imperio inglés a aceptar su independencia tras penosa y sangrienta lucha; lo cual debieron reafirmar entre 1812 y 1815 en la menos conocida guerra anglo-norteamericana allende el Atlántico. Pero en 1789, la subversión popular en una de las potencias centrales de la Europa de fines del siglo XVIII, era una auténtica osadía. Nuestra mente infantil se imaginaba las turbas en las calles de aquel París de cuento de hadas, que en quinto grado los libros de Historia ilustraban con manchones de las vetustas "cooperativas" y que luego hicieron más vivas aquellas en color que ya portaban -sin saber quien era Delacroix- a una mujer galana, de pecho descubierto, la Libertad guiando al Pueblo (que no correspondía a la toma de la Bastilla), pero que igualmente era cónsona y más que pertinente con la herencia de rebeldía con la que Francia desde aquellos tiempos reivindicó en las calles los Derechos del Hombre y del Ciudadano, construyendo tantas y tantas veces barricadas en París o en Marsella, a fin de hacerlos efectivos. "Allons enfants de la Patrie, Le jour de gloire est arrivé !" Y en nuestros pechos infantiles ardía el fuego de la libertad y de la ciudadanía. Éramos hermanos de aquellos que no querían inclinar la testa ante nadie, que deseaban que el país fuera de iguales ante la Ley y que ningún hombre ni mujer se creyera superior por ostentar mando gubernativo. Esto eran, a lo sumo, la representación del pueblo y sus servidores. Porque la soberanía reside en el pueblo y el gobierno lo ejerce el pueblo a través de representantes elegidos libremente. Más tarde vinieron los matices, que la historia en el tercero de secundaria ya matizó: Francia había reprimido a los haitianos. La libertad era para los blancos y terratenientes, no para las colonias y sus habitantes de retinta negritud. Pero allí oímos de Petion y de cómo este negro de toda negritud y hidalguía, comprometió socorro para los independentistas sudamericanos, Miranda y Bolívar, si liberaban a los esclavos y los incorporaban como miembros plenos de las futuras repúblicas americanas. Y más tarde, en el quinto del bachillerato, por vez primera los profesores nos hacían mirar más allá de la hojarasca de la historia anecdótica y apuntaban a la historia total, a las ondas largas de las transformaciones de medios productivos y mentalidades. Pero todo esto hacía más grande aún el significado del "14 de Julio", y lo colocaba como el horizonte de justicia y fraternidad universal a la que la verdadera humanidad debería encaminarse, llendo más allá de las libertades individuales e instalando los derechos de segunda, tercera y cuarta generación para todos y entre todos. 14 de julio. París arde nuevamente. Se ha evaluado imponer un estado de emergencia. Por ahora se descarta. En su lugar, se han impuesto sanciones económicas a los padres de los adolescentes que protestan. (Ver: France 24: https://www.france24.com/es/europa/20230704-macron-anuncia-plan-de-reconstrucci%C3%B3n- tras-los-disturbios-disminuyen-detenciones-de-manifestantes) Esta vez, como tantas otras en la noble historia de Francia -insumisa, resurrecta- la reacción apela en nombre del orden, al sacrificio de las libertades, y en nombre de la Liberad comete crímenes contra la fraternidad y la igualdad que cientos de miles en las calles de Francia vienen reivindicando desde hace años, a través de protestas encendidas y a los sucesivos gobiernos -de derecha, centro-derecha y centro izquierda- han hecho oídos sordos. En su lugar: corrupción y represión. Como ha remarcado un periodista citando a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU:  las fuerzas del orden galas tienen "profundos problemas de racismo", y cargan con una historia de muertes en operativos: 861 desde 1977 es decir cerca de 19 por año (Ver: Teruggi, Marco, 3 de julio de 2023: "Francia: si no hay futuro hay incendio") Pero no sólo racismo, igualmente, las fuerzas del orden también sobreviven precariamente, lo que fue denunciado en 2019, cuando se afirmó que un policía se suicidaba cada cuatro días, entre enero y abril en aquél país. ((Ver https://blogs.elconfidencial.com/mundo/mondo-cane/2019-04-23/un-suicidio-cada-cuatro-dias-por-que-los-policias-franceses-se-estan-matando_1955794/.). París arde. Como lo hizo con la llamada protesta de los "Chalecos Amarillo" (oct. 2018) y luego en la protesta nacional masiva contra el cambio de régimen de pensiones (junio 2023), que el Presidente Enmanuel Macron impuso por vías legales, pero de muy escasa legitimidad democrática, haciendo lo que mejor parecen saber hacer los serviles líderes europeos: favorecer los intereses del 1% de la población contra el 99% de sus connacionales; mimar y premiar el capital transnacional -ni quiera galo- poniendo por sobre los intereses de Francia los de sus amos norteamericanos de turno, abjurando de la tradición francesa en pro de una "autonomía estratégica" para Francia y para Europa. Macron ha dejado que la protesta avanzara para excusar la represión y la deriva facistoide del control estatal sobre los cada vez más escamoteados derechos humanos, incluidos el derecho a la protesta. Macron, cuando Francia ardía desde Paris a Marsella, de Lyon a Estrasburgo, estaba en un concierto de Elton John, y muy parsimoniosamente llamaba a los alcaldes de las ciudades afectadas para el 4 de julio para dirimir medidas, y hacía un tardío llamado a los padres a controlar a sus hijos. Hay causas estructurales complejas y coyunturales que mejor conocen los servicios de seguridad y el ejecutivo francés. Nadie puede alegar sorpresa o inocencia. Todo estaba calculado… o casi. Se levantaron las piras por años, dejando que la favelas y suburbios ("banlieues") de mala muerte que rodean las principales ciudades francesas se consumieran en el más abyecta misera; se dejó que "franceses negros" perdieran toda ilusión y toda esperanza en el país-cuna de las libertades civiles modernas; se dejó a su suerte a los adolescentes de dos generaciones que sirvieron de asalariado precario al bienestar del Estado de bienestar francés de los cada vez más pocos. Y luego se echó fuego a la hoguera, y luego se acusó a las brasas de arder. Estamos a las puertas de lo que algunos han llamado "el gran reseteo" de la ultraderecha mundial. (Compare Francia hoy con los EEUU de los últimos 5 años). Alguien tiene que pagar los platos rotos; excepto los dueños de la vajilla. Francia este 14 de julio es un ejemplo, quizá extremo, de lo que puede suceder en el resto del "jardín europeo" (Borrell dixit). Sus líderes han pactado dedicar e 2% al gasto en armamento y seguridad; empobrecer vía subida de intereses que hagan imposible tener casa a las clases medias; y una galopante inflación que deteriora el poder de compra de todos los europeos. El Banco Central Europeo ha causado una inflación y estancamiento que degradan y degradarán más la vida de los europeos, sin que ello despeine a la exculpada Christine Lagarde. Se rescata a bancos y se permite la fuga de capitales productivos -especialmente alemanes- a los EEUU. La Unión Europea, por voz de Úrsula van der Leyen -devenida en nuevo Führer de la plutocracia europea, -racista, supremacista, capitalista y anti- democrática- dice que se pasa del "desacople de China" (su primer socio comercial) a la "disminución de riesgos" con la potencia asiática (mientras NO dice que se aumenta hasta la más pasmosa sumisión, militar, tecnológica y financiera, de Europa a los EEUU; y que su discurso sigue, sin retoques, lo que le dictan Joe Biden y sus halcones desde Washignton). 4 de julio: “Aux armes, citoyens, Formez vos bataillons, Marchons, marchons ! Qu’un sang impur Abreuve nos sillons !” Yo, que soy republicano de corazón, pues eso abrevé de mis maestros y es la elección cívica, tengo fe en lo mejor del hombre. Si no hoy… mañana. Eso me enseñaron Descartes, Voltaire, Rousseau, Montesquieu. Eso canto con Hugo y Zola, con Jean-Paul Sartre y Albert Camus: con Simone de Beauvoir y Margarite Yourcenar. Yo aprendí Historia con Georges Duvy, Lucien Febvre, Pierre Chaunu, Jacques Le Goff y Fernand Braudel; Geografía con Yves Lacoste y Pierre Salama; Educación con Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron. Y re-aprendí a pensar con Edgar Morin. A ti, Nahel Merzouk, de 17 años, que también eras ciudadano francés y trabajabas en Francia, que te gustaba el rugby, te digo: ¡Los neofacistas, no pasarán! ¡Vive la France! ¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!



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