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Picasso danza

Caía la tarde sobre la señorial Plaza de Francia. El viento de lluvia, el cielo gris, encapotado, amenazaba las tormentas de la estación en esta parte del mundo. Algunas personas con paso presuroso se encaminaban al Teatro "Anita Villalaz" para asistir a la representación de Danza que el maestro Fernando Hurtado y su grupo exhibiría en homenaje a la muestra de los "Bailarines en azul de Barcelona". Esas litografías forman parte de la muestra "Picasso. Aún asombro" que alberga por estos días, y hasta el 29 de julio, la Casa de España en Panamá (Paseo de las Bóvedas/antigua Casa del Soldado) en el castizo Barrio de San Felipe. Son obras tardías (realizadas en los años 40) pero cuyos orígenes entroncan con su período rosa. La colección Bailarines son 14 grabados al ácido cobre de estilo académico, muchas de ellas realizadas a mano alzada de un solo trazo. Para la presentación, las 11 litografías se distribuyeron en el acogedor vestíbulo y sobre el escenario, donde contemplaríamos arrobados y gozosos una pequeña suite de danza, que revivieron los gestos plasmados en las láminas y el alma del artista, su angustia y éxtasis, dibujando en rápidos, firmes y nobles escorzos las figuras de los bailarines. Figuras de gran belleza y expresividad. Contemplarlas es oír las conversaciones de los danzantes y sus ejercicios de calistenia o relación antes y después de la danza. Salidos de esos cartones, 3 jóvenes danzarinas acompañaban al maestro Hurtado. Ellas son: Alexa Casanova, Abril Reyes y Mariana Vlieg, tres talentosas egresadas de la Academia Steps. Sus gestos expresivos, los saltos, las contorsiones; la mezcla de pasión, entrega y ansia, en seis episodios resaltados por las luces y acompañados por la música de Satie en una puesta en escena simplemente onírica, mágica. Los "Blues de Barcelone" saltaron al escenario. Poseyeron los cuerpos del pequeño grupo de danza. Y al final, cuando la penumbra del escenario se volvió noche total, espontáneamente los asistentes nos pusimos de pie para ovacionar esta trasmutación y la transmigración artística de almas. Estuvimos en Barcelona. Residimos en París. Despertamos en Panamá. Viajes que da la magia del Arte y la pasión de los artistas. Misterios que se realizan cuando el gran arte toca lo profundo de los corazones. Y es que Picasso amaba la danza. No en vano su primer mujer fue una bailarina, y el ambiente de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev lo envolvería repetidas veces (Pulcinella, El sombrero de tres picos, Le train Bleu, Cuadro flamenco y Mercure). Además, recordemos, Picasso pintó las escenografías de varios ballets. Entre esos, los más celebres serían Parade en la séptima temporada de los Ballets, en 1917, dentro de una concepción Dadá, la escenografía de Leonide Massibe y una clara estética cubista. En suma, vanguardia pura de los años 20 del pasado siglo. Pues el libreto deriva nada menos del gran Jean Cocteau, Como se ha escrito por el Centro de Danza y Arte de Madrid. "Al igual que en el resto de sus obras y de acuerdo a los principios cubistas, pretendía reencontrar la realidad profunda de las formas y de los objetos consiguiendo, en este caso una nueva manera de entender la escena, con otras dimensiones, distinta densidad y juego de planos… Pero esta originalidad, no se circunscribe solamente a la escena, sino que tiene en cuenta la relación existente entre el actor o bailarín y el decorado concibiendo también los trajes en función de tales relaciones creando un vestuario de vanguardia. (Ver: https://centrodedanzayartedemadrid.com/blog/picasso-y-la- danza/). Son particularmente célebres los decorados de Picasso para "El Sombrero de Tres Picos", de su compatriota Manuel de Falla, obra que se estrenó en Londres en julio de 1919. También, hacia el final de su vida, sumido en cierta melancolía, Picasso hará 22 estampas entre 1968 y 1971, es decir, dos años previos a su muerte. Así mismo Picasso amaba la música Y es que: ¿puede haber ballet sin música? Puede ser. Esto es sin música que llene y rompa el aire. Mas no si hablamos de la música interior, el tiempo, el ritmo y el compás que son consustanciales a la danza. Ya he mencionado a Erik Satie, compositor predilecto del gran Pablo Ruiz Picasso. A través de Picasso, Satie conoció a otros cubistas como Georges Braque con el que llegó a pergeñar varios proyectos. Por entonces las Gymnopédies y las Gnossiennes eran una relativa excentricidad, igual que empezaba a serlo la pintura del malagueño universal. Ambas, música y pintura, buscaban la pureza clásica y el vanguardismo. La introspección de la gnosis, el viaje interior. Gymnopedias, música de danza. Gnossiennes, música de la mente (escritas entre 1888 y 1891). Picasso piensa. Picasso danza. Y aquí me permito una digresión. Se ha dicho que Satie es ciertamente un precursor de Debussy, y que sus reflexiones sobre las relaciones entre la Música y las otras artes, en especial la Pintura son profundas y sin duda impactaron a esa mente curiosa que fue siempre Picasso. Fue un vínculo musical fuerte el que unió a Picasso con don Manuel, y al pianista español, Ricardo Viñes, uno de los más célebres en el París en el parteaguas de los siglos XIX y XX. Más allá de esto, las expresiones de la relación artes plásticas-arte dancística, estaba en el aire del aquel París donde confluían tantos innovadores y creadores de primera línea de todo el mundo. Cómo olvidar, en la plástica, aquel mural cósmico que es "La Danza" (de 1909, hoy en el MOMA, y la otra de 1910, en San Petersburgo), de Henri Matisse (el otro genio que por entonces competía en liderazgo y fama en la plástica con Picasso al liderar el llamado Fauvismo); o las anteriores pinturas de Edgar Degás (figura relevante del Impresionismo, y los cartones del postimpresionista Touluse Lautrec (muerto hacia 1901) sobre el tema de las danzarinas, los estudios de ballet y los cabarets de moda como el Moulin Rouge. Luego Kandinsky, hacia 1926, incluso llegaría a dibujar en trazos lineales, los escorzos del movimiento de la danza. Horas y horas de estudio, para que los colores sobre el inerme blanco, danzaran. Todo se movía, todo danzaba. E igualmente de las fuentes de la renovación literaria -donde las letras parecían volar- en los experimentos de poemas gráficos, como los famosísimos caligramas de Guillaume Apollinaire, (Poemas de la Paz y de la Guerra, 1914-1918, El Poeta asesinado) siendo éste el poeta más próximo a la cosmovisión de Picasso, sin desmedro de la amistad que también le uniría al gran Paul Éluard. (Valga recordar que el caligrama tendría orígenes árabes y expresiones en la edad media europea, y que el caligrama moderno contará con exponentes tan importantes en lengua castellana como Gerardo Diego y Guillermo de Torre, en España, o José Juan Tablada en México, y Cabrera Infante en Cuba.) Picasso veía. Picasso sentía, abrevaba de esas fuentes, las decantaría, como prueban las litografías a cuya visita incito con estas líneas. ¡Id a danzar con ellas! ¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!



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