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El valor de vivir en comunidad

Todo Ser Humano necesita vivir incorporado a una comunidad, sea familia, gremio, comunidad cristiana, vecinal, política, porque somos seres gregarios. Nacimos para la convivencia, el diálogo, la fraternidad, el amor. No nacimos para estar solos, para no comunicarnos con nadie. La soledad mal llevada conduce a la demencia, a la depresión, al empobrecimiento humano. Necesitamos comunicarnos, escuchar, ser escuchados. Nacimos para la comunicación y la comunión. Dios nos dio la facultad de hablar, de transmitir conocimientos, emociones, sentimientos. Estamos dotados para vivir comunicándonos con seres de todas las especies y lugares. Y en especial con los seres iguales a los nuestros, los seres humanos. Podemos comunicarnos con los animales y con el resto de la naturaleza, de diferentes formas. El cultivar rosas en un jardín con esmero y cuidado es una forma de comunicarnos. El tener una mascota, o mantener una laguna con peces para el consumo y criarlos, o el cuidar un bosque para evitar que lo deforesten, son maneras de comunicación. Cuando contemplamos un atardecer, nos estamos comunicando con esa escena donde la naturaleza nos brinda un juego de colores en armonía junto con el frescor de la caída de la tarde y estamos interactuando con ese cúmulo de sensaciones que nos brinda la creación. Hay comunicación, hay diálogo profundo, no verbal necesariamente, pero sí emocional, vital. Hay pues diversas formas de comunicación, todas enriquecedoras. El ser humano es un ser en esencia comunicante, dialogante, y se frustra cuando no encuentra formas de interactuar con otros, o con la creación. Y sobre todo cuando no encuentra maneras de comunicarse con lo trascendente, con Dios, con lo divino. Por eso hay tanta gente triste, deprimida, que se siente fracasada, aunque tenga muchos bienes, porque no se comunica con nadie, y peor, cuando no hay diálogo con el Señor. Cuando no hay experiencias divinas, cuando hay soledad en el alma, cuando hay un gran vacío de Dios, viene entonces una terrible sequedad, una sed de Dios, y como no se satisface vienen los ídolos de barro a suplir y a dañar al ser humano. La droga, el alcoholismo, el placer sin moral, el dinero, la fama, esos dioses falsos que quieren aparentar ser Dios, destruyen al final al ser humano. Por lo tanto, lo ideal es congregarse en una comunidad cristiana, parroquial, de movimientos asociaciones, apostolados, fundaciones, donde te envíe el Espíritu, donde esté Cristo. Y vivir la presencia del Señor junto con los sacramentos. Lógicamente la familia es un lugar ideal para vivir amando a Dios y los hermanos. Pero la comunidad cristiana tiene otros ingredientes eclesiales fundamentales necesarios para tu plenitud cristiana. ¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!



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