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Contemplando a las hormiguitas

Como amante de la naturaleza, me gusta invertir los días libres con mi familia visitando espacios naturales y abiertos.Hace unos días visité el Parque Metropolitano, un pulmón natural ubicado en el corazón de la ciudad capital. Este sitio cuenta con majestuosos jardines colgantes donde se percibe un dulce petricor. El sol atraviesa el abundante bosque dando paso a la brisa que separa sus senderos, unos cortos y otros largos, donde se aprecia las bondades del Creador. En una de mis caminatas rumbo a un pequeño mirador del área observé a una colonia de Hormigas que transportaban hacia un hormiguero hojitas mordisqueadas de brillantes colores verdes, que triplicaban en peso su tamaño. Decenas de ellas caminaban en línea recta hacia un montoncito de tierra agrupado como un pequeño volcán. Unas entraban y otras salían de aquel terrón. Pese a su paso veloz ninguna se interponía a la otra. Admiré lo pequeñas y frágiles que se veían. Me sorprendí del sistema solidario de su marcha operada con magistral sincronía. Era como una red de Trabajo perfectamente integrada donde destacaba su camaradería.  Cada una tenía una misión en el traslado de las hojas, veía como se volteaban y se apoyaban como si transfirieran información para el mejor manejo de los restos de hojitas de algún un gigante árbol hasta su pequeño nido. Capturé ese instante con una foto para ampliar la imagen más tarde y apreciar cada detalle. Así la reflexión del momento, como la foto quedaron en mi mesita de noche hasta hoy. Unos días después, en una calurosa mañana del pasado marzo, vi a una cuadrilla de colaboradores de la Autoridad de Aseo, ejecutando sus funciones, con una energía y complicidad tan similar a las hormiguitas de mi visita al parque. Era un grupo de cuatro o cinco, los que veía, pero seguramente habría muchos otros cuatro o cinco en distintas zonas de nuestro país haciendo el mismo trabajo. Ellos eran una pequeña muestra de lo que hace un ejército de colaboradores por el bienestar de nuestro planeta. Viéndoles, volvió a mi mente el trabajo de las hormiguitas. Y estime oportuno conjugar ambas experiencias para dar origen a lo que lee hoy. No sé si alguien haya hablado de ellos antes, pero aprovecho para hacerlo con genuina admiración celebrando en esta fecha el día mundial de la tierra. Estos hombres y mujeres contribuyen a la limpieza de nuestras barriadas, calles y avenidas, como muchos tantos trabajan arduamente para lograr que nuestra ciudad brille, consecuentemente apoyan desde sus espacios pequeños, en la conservación de la madre tierra. Su trabajo debiese ser respetado por todos. Por lo menos yo los espero dos o tres veces a la semana para que el sitio donde vivo luzca pulcro y si fallan en una de sus visitas se siente su ausencia. En cada visita, se escucha la marcha del camión antes de entrar al área y todos distinguimos viene el camión de la basura ¡Saquen la basura! Se escucha entre los vecinos. Ellos te saludan con ¡Un buen día jefa! ¿Qué hay que recoger hoy? Agrupan las bolsas de desechos en montoncitos al margen de cada uno de los hogares y luego el camión realiza su entrada triunfal a la barriada y dos de ellos van depositando los grupos de desperdicios amontonados a las fauces del camión. Aprendo tanto de ellos y su trabajo solidario, tanto como la enseñanza de trabajo en equipo de las hormigas. A veces los veo bailando y cantando no importa si hay lluvia y sol, si son días feriados o laborales. Lucen sus uniformes amarillos con verde, en muchas ocasiones con escasos instrumentos de seguridad. Aportando a Panamá una dosis de esperanza y alegría desde su precariedad. Nada cuesta mirar y tomarlos de ejemplo, regalarles una sonrisa y unos buenos días. Apoyarlos en su trabajo no tirando desperdicios en las calles. Y demás esta decirlo emularlos en nuestros trabajos de oficina, muchas veces fríamente individualizados y automatizados. No he visto analogía tan parecida al trabajo de las hormigas como al trabajo que realizan las brigadas de aseo en las calles y avenidas de nuestro país. Al final ellos no solo preservan nuestras calles limpias, también cuidan el planeta que habitamos. Los panameños llamamos a las brigadas de limpieza "las hormiguitas", por alguna coincidental razón. Luego de cada fiesta popular les esperamos con ansias para que hagan relucir nuestra ciudad. Demandamos de ellos pericia para limpiar rápidamente los espacios que hemos dejado sucios. Su proeza algunas veces alabada, otras tal vez las más, criticadas. Sus labores exigen talento, agilidad, coordinación y conocimiento del entorno. Así como las hormigas tienen su líder -la reina- y su grupo de apoyo, los recolectores -obrero-, ellos tienen su propia dinámica de gestión de calidad. Ni uno ni otro podrían funcionar solos por lo que requiere la mancuerna de su equipo. Pero aquí es imprescindible la presencia de uno más: Usted. Su participación como ciudadano responsable de dejar un mejor planeta al que recibió es vital. Como las hormigas ellos conocen perfectamente el objetivo de su trabajo, susistema de comunicación es coloquial pero eficaz y son conscientes de su contribución para procurar un mejor Panamá. La táctica de trabajo de las hormigas y de las brigadas de aseo podrían ser útiles en los equipos de trabajo de toda organización. Ambos coadyuvan en la conservación de los ecosistemas, ellos también invierten en la tierra y recordamos no solo en un día el valor de la tierra y la importancia de protegerla. Por cierto, a la cuadrilla de aseo, también le tome una foto para contemplar la hazaña de estos soldados anónimos, que a veces no nos detenemos a mirar. Al comparar ambas imágenes veo en ellas tanta semejanza digna de admirar. ¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!



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