Tu paso por la tierra dejará una huella imborrable para bien o para mal de personas allegadas a ti. Tu caminar no pasará desapercibido por Algunos. Habrá personas que experimentarán el impacto de tus acciones, de tu amor u odio, de tu misericordia o de tu indiferencia, de tu aceptación o rechazo. Tu presencia hará que algunos sonrían o lloren. Tu persona hará que algunos sean beneficiados por tus buenas obras y crezcan integralmente o sean desbaratados emocionalmente o de otras maneras. Que algunos por tu manera de ser sean perjudicados. Contribuirás a que algunos sean felices o que sean personas amargadas, frustradas. A que construyan sus vidas o las destruyan. A que te recuerden agradecidos, sonrientes, o con tristeza, indignación y hasta rabia. Todo que hagamos influirá de alguna manera en los otros. No estamos solos en la vida. Somos parte de un todo, y no tomamos conciencia de la trascendencia de nuestros actos. Todos tenemos un radio de Influencia en nuestra vida, que se va ampliando a lo largo de la existencia y que va tocando vidas. Y podemos inclusive influir en las próximas generaciones. Si una persona destruye emocionalmente, enloquece, aturde a otro y este se convierte en padre o madre de familia, a su vez esta víctima trasmitirá sus traumas, su desorden mental, a sus hijos que quedarán también afectados en su mente y emociones. Y si vamos al campo político, económico, docente, religioso, vemos que la influencia positiva o negativa de los que son protagonistas en estos medios puede ser clave para el bienestar o la desgracia de mucha gente. Muchas personas no son conscientes de la influencia que ejercen sus actos. Por esa razón es fundamental evaluar continuamente nuestras acciones, y con responsabilidad analizar si lo que hacemos contribuye al bienestar de los demás o a su desgracia. Y hubo alguien que tuvo y tiene una influencia trascendental en la vida de la humanidad y aún de todo el universo. Es Jesucristo nuestro Señor. El era consciente de su misión. Sabía que su tarea era revelar, transmitir el mensaje guardado desde siempre y hoy manifestado en su persona: de que hay un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que hay salvación, vida eterna, misericordia divina, de que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Y su influencia es la más grande y gracias a El estamos siendo salvados. Pues nosotros en El también ejercemos influencia en los demás, en el mundo inclusive. Nuestra fe, oración, testimonio, acciones, tienen un impacto en los demás. Seamos conscientes de eso. Todos dejamos una huella en la historia, para bien o para mal.