Magazine II
MIAMI, Estados Unidos.- “No te voy a engañar. Estos son Medicamentos que venden en la farmacia para los dolores porque no hay pastillas. Pero yo los compré para tomármelos como bebida alcohólica”, dice Alberto Sarmiento quien confiesa ser alcohólico.
‘Tintura de anamú’ está escrito en la etiqueta de un pomo que Sarmiento ha sacado de una cajita blanca que sujeta con su mano izquierda. “Eso no hace daño, es medicinal y me da una ‘notica’ (embriaguez) rica”, asegura Sarmiento, un reparador de fosforeras y recolector de latas de cerveza vacías que vende como materia prima.
En la farmacia pagó 21 pesos por siete pomos. “Los mezclo con agua y de ahí salen tres botellas que rinden tres o cuatro días. Ya con eso yo ‘tiro’ (resuelvo). Es más barato que una botella de walfarina que vale 500 pesos”, compara.
Dos meses atrás, Alberto en estado de…
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