Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Ricardo Palma - La excomunión de los alcaldes de Lima


Ricardo Palma - Manuel Ricardo Palma Soriano
“el que no tiene de inga tiene de mandinga”

Nació en Lima, Perú, el 7 de febrero de 1833. Famoso por sus Tradiciones Peruanas pero también fue poeta e historiador. Nace y estudia en Lima. 1848 publica sus primeros versos. Se inicia en el periodísmo en 1850; 1851-1852, Perteneció a la generación romántica peruana, llamada la de los bohemios; escribió poesía sentimental y tremebunda y obras de teatro truculentas (Rodil; La hermana del verdugo). 1855, su primer libro de versos. Palma tiene pobre opinión de sus inicios literarios. 1858, trabaja en la redacción de un periódico y al año siguiente publica su primera tradición. 1859 empieza a escribir lo que luego se llamarán tradiciones y se vincula al periodismo satírico, vínculo que durará gran parte de su vida. 1861-63 exilio en Chile por oposición al general Ramón Castilla. 1863, la publicación de sus tradiciones en los periódicos de América le traen renombre; publica los Anales de la Inquiscición en Lima.; interés en la historia. 1864-65, viaje a Europa y Estados Unidos; participa en la defensa del Perú contra los españoles. 1868 apogeo de su prestigio personal y político. 1870, Pasionarias. Actitud patriótica durante la guerra con Chile y la ocupación de Lima (1880-1881); preso 12 días. 1884 reconstruye la biblioteca nacional y llega a ser director. 1886 Encabeza la campaña para expulsar a los jesuítas del país. 1887 se instala la academia peruana de la lengua con Palma como decano. Polémica con González Prada (1888) que eventualmente lo sustituye como director de la misma entre 1912-14 y en 1916. Falleció en Miraflores el 6 de octubre de 1919.

Fuente: Universidad de California de Santa Barbara


Links Externos:
Biografía Completa de Ricardo Palma


Obras Originales de Ricardo Palma que se encuentra bajo Dominio Público. El derecho patrimonial sobre la obra dura toda la vida del autor y setenta años después de su fallecimiento, cualquiera que sea el país de origen de la obra, y se transmite por causa de muerte de acuerdo a las disposiciones del Código Civil.


Tradiciones Peruanas:

Las tradiciones se publicaron en series 1872: primera serie; 1874: segunda serie (es la más conocida); 1875: tercera serie; 1877: cuarta serie; en 1883 aparecen las 4 series juntas y dos inéditas; añade muchas tradiciones nuevas (especialmente en la segunda serie); 1889 "Ropa vieja" (última que sería la séptima serie); 1891 (Perú: ropa apolillada" (octava serie); en 1893 aparece la edición con el nombre de Tradiciones peruanas en Barcelona; Casa Montaner y Simón (hay muchos cambios en las series); 1899: Tradiciones y artículos históricos (publica piezas que había quitado de la edición Montaner); 1900: Cachivaches; 1906: Mis últimas tradiciones peruanas y Cachivachería 1910: Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas; quedaron inéditas las Tradiciones en salsa verde (1901) hasta1973.

Títulos Primera Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

Palla-Huarcuna. - D. Dimas de la Tijereta. - El Cristo de la Agonía. Mujer y tigre. - El nazareno. - Un litigio original. - La casa de Pilatos. - Bonita soy yo, la Castellanos. - Justos y pecadores. - La fiesta de San Simón. - Un predicador de lujo. - Predestinación. - Dos millones. - Las cayetanas. - Los endiablados.




Títulos Segunda Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

Los caballeros de la capa. - Una carta de Indias. - La muerte del factor. - Las orejas del alcalde. - Un pronóstico cumplido. - El Peje chico. - La monja de la llave. - Las querellas de Santo Toribio. - Los malditos. - El virrey de los milagros. - El tamborcito del pirata. - Los duendes del Cuzco. - De potencia a potencia. - Los polvos de la condesa. - Una vida por una honra. - El encapuchado. - Un virrey hereje y un campanero bellaco. - La desolación de Castro-Virreyna. - El justicia mayor de Laycacota. - Beba, padre, que le da la vida. - Racimo de horca. - La emplazada. - Cortar el revesino. - Amor de madre. - Un proceso contra Dios. - La fundación de Santa Liberata. - Muerte en vida. - Pepe Bandos. - Lucas el Sacrílego. - Un virrey y un arzobispo. - Rudamente, pulidamente, mañosamente. - El resucitado. - El corregidor de Tinta. -La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos. - Pancho Sales el Verdugo. - ¡A la cárcel todo Cristo! - Nadie se muere hasta que Dios quiere. - El virrey de la adivinanza. - ¡Buenalaya de fraile! - Con días y ollas venceremos. - El fraile y la monja del Callao.




Títulos Tercera Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

La gruta de las maravillas. -La achirana del Inca. -Por beber en copa de oro. -Carta canta. -Una excomunión famosa. -Aceituna, una. -Oficiosidad no agradecida. -La endemoniada. -Puesto en el burro... aguantar los azotes. -Esquive vivir en Quive. -El cáliz de Santo Toribio. -Una aventura del virrey-poeta. -Los azulejos de San Francisco. -¡A Iglesia me llamo! -El caballero de la Virgen. -Al hombre por la palabra. -Traslado a Judas. -No hay mal que por bien no venga. -Después de Dios, Quirós. -Los apóstoles y la Magdalena. -Cada uno manda en su casa. -El alma de fray Venancio. -El cigarrero de Huacho. -Capricho de limeña. -La trenza de sus cabellos. -Un reo de inquisición. -Por una misa. -De asta y rejón. -El latín de una limeña. -Los argumentos del corregidor. -Un escudo de armas. -Un camarón. -Santiago Volador. -Sabio como Chavarría. -La niña del antojo. -La llorona del Viernes Santo. -¡A nadar, peces! -Un capítulo de frailes. -Conversión de un libertino. -Más malo que Calleja. -El Rey del Monte. -Dónde y cómo el diablo perdió el poncho. -Johán de la Coba. -Tras la tragedia el sainete.



Títulos Quinta Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

Un cerro que tiene historia. - El carbunclo del diablo. - D. Alonso el Membrudo. - La hija del ajusticiado. - Orgullo de cacique. - La moda en los nombre pila. - Capa colorada, cabello blanco y caja turán-tun-tun. - El ahijado de la Providencia. - Historia de unas columnas. - Fray Juan Sin Miedo. - Un obispo de contrabando. - Los judíos del prendimiento. - La procesión de ánimas de San Agustín. - Cortar por lo sano. - Un virrey capitulero. - El niño llorón. - Zurrón-currichi. - Dos palomitas sin hiel. - Un señor de muchos pergaminos. - El obispo del libro y la madre Monteagudo. - No juegues con pólvora. - Batalla de frailes. - Las clarisas de Trujillo. - El conde condenado. - Haz bien sin mirar a quien. - Un obispo de Ayacucho. - La camisa de Margarita. - El que más vale no vale tanto como Valle vale. - Humildad y fiereza todo en una pieza. - El príncipe del Líbano. - El hábito no hace el monje. - Mogollón. - El divorcio de la condesita. - El que espera desespera. - La laguna del diablo. - ¡Al rincón! ¡Quita calzón! - Creo que hay infierno. - Una hostia sin consagrar. - El primer toro. - Juana la Marimacho. - Una sentencia primorosa. - Un drama íntimo. - Una astucia de Abascal. - Un tenorio americano. - La viudita. - ¡Que repiquen en Yauli! - David y Goliath. - Seis por seis son treinta y seis. - El sombrero del padre Abregú. - El canónigo del taco. - HILACHAS: I. Los caciques suicidas. - II. Granos de trigo. - III. Agustinos y franciscanos. - IV. Lapsus linguae episcopal. - V. Las tres misas de finados. - VI. Entre santa y santo pared de cal y canto. - VII. Un emplazamiento. - VIII. Brazo de plata. - IX. ¡Arre, borrico! Quien nació para pobre no ha de ser rico. - X. Las campanas de Eten. - XI. Los gobiernos del Perú. - XII. Apocalíptica. - XIII. Órdenes para el infierno. - XIV. Palabras sacan palabras. - XV. Un asesinato justificado. - XVI. La calle de la Manita. - XVII. La calle de las Aldabas. - XVIII. Como San Jinojo. - XIX. Carencia de medias y abundancia de medios. - XX. ¡Mata! ¡Mata! ¡Mata! - XXI. La casa de las penas. - XXII. Una lección en regla. - XXIII- Un marido feroz. - XXIV. Un tiburón. - XXV. El judío errante en el Cuzco.- XXVI. El primer buque de vapor. - XXVII. Un fanático. - XXVIII. Truenos en Lima. - Entrada de virrey.

Títulos Sexta Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

El Demonio de los Andes. - I. Los tres motivos del oidor. - II. El que se ahogó en poca agua. - III. Si te dieren hogaza no pidas torta. - IV. Comida acabada, amistad terminada. - V. El sueño de un santo varón. - VI. Los postres del festín. - VII. Las hechas y por hacer. - VIII. Maldición de mujer. - IX. Un hombre inmortal. - X. ¡Ay cuitada! Y ¡guay de lo que aquí andaba! - XI. La bofetada póstuma. - XII. El robo de las calaveras. - Mírense en este espejo. - La excomunión de los alcaldes de Lima. - El chocolate de los jesuitas. - Las brujas de Ica. - Un caballero de industria. - De cómo a un intendente le pusieron la ceniza en la frente. - De esta capa, nadie escapa. - Los dos Sebastianes. - El obispo de los retruécanos. - La Virgen del sombrerito y el chapín del Niño. - El obispo Chicheñó. - Ahí viene el Cuco. - Resurrecciones. - Agua mansa. - Una chanza de inocentes. - A muerto me huele el godo. - Origen de una industria. - Una aventura amorosa del padre Ghuecas. - Entre libertador y dictador. - Cosas tiene el rey cristiano que parecen de pagano. - La venganza de un cura. - Los escrúpulos de Halicarnaso. - Los veinte mil godos del obispo. - La soga arrastra. - Las balas del Niño Dios.

Títulos Séptima Serie Tradiciones Peruanas por Ricardo Palma:

La primera campana de Lima. -Sastre y sisón. -Barchilón. -Pasquín y contrapasquín. -La mina de Santa Bárbara. -El rosal de Rosa. -Los mosquitos de Santa Rosa. -El capitán Zapata. -Refranero. -Motín de limeñas. -Un libro condenado. -La gran querella de los barberos. -El alacrán de fray Gómez. -El tío Monolito. -Los Barbones. -La victoria de las camaroneras. -Un fraile suicida. -Las cuatro PPPP de Lima. -El castigo de un trabajo. -Los pasquines de Yauli. -De cómo un príncipe fue alcalde en el Perú. -Un alcalde que sabía dónde le apretaba el zapato. -De menos hizo Dios a Cañete. -El pleito de los pulperos. -Los pacayares. -El conde de la Topada. -Una ceremonia de Jueves Santo. -El retrato de Pizarro. -El garrote. -Los brujos de Shulcahuanga. -La tradición del himno nacional. -Apología del pichón. -No se pega a la mujer. - El clarín de Canterac. -El secreto de confesión. -La Protectora y la Libertadora. -Córdoba. -El rey de los camanejos. -Ir por lana y volver trasquilado. -Un despejo en Acho. -La Salaverrina. -Historia de un cañoncito. -Una conspiración de capitanes. -Un Maquiavelo criollo. -Francisco Bolognesi. -Un montonero. -Un ventrílocuo. -Vítores.


Tradiciones en Salsa Verde

Tradiciones en Salsa Verde sigue la misma línea que "Tradiciones Peruanas" pero conformada por relatos de índole picante que nunca fueron entregados a la imprenta por miedo a escandalizar a una Lima moralista.
Se trata de un conjunto de relatos que el autor escribió para su solaz privado y el de sus amigos íntimos, piezas que ni siquiera él podía publicar dado el tono escabroso en lo sexual, político y clerical. Textos cargados de picardía que nadie debe privarse de leer para dar una visión más amplia de la obra del Tradicionista, verdadero testimonio de la historia, costumbres y alegría de su pueblo.

Títulos: La Pinga Del Libertador , El Carajo De Sucre , El Desmemorlado , La Consigna De Lara, ¡Tajo O Tejo! , El Clavel Disciplinado , Un Calembour , Otra Improvisación Del Ciego De La Merced , La Cosa De La Mujer , Fatuidad Humana , De Buena A Bueno , Los Inocentones , El Lechero Del Convento , Pato Con Arroz , La Moza Del Gobierno, Matricula De Colegio , La Cena Del Capitán , La Misa A Escape



Algunas Tradiciones:

# Don Dimas de la Tijereta
# El Cristo de la Agonía
# El Demonio de los Andes
# La excomunión de los alcaldes de Lima
# El chocolate de los jesuitas
# Las brujas de Ica
# Un caballero de industria
# De cómo a un intendente le pusieron la ceniza en la frente
# De esta capa nadie escapa
# Los dos Sebastianes
# El Obispo de los retruécanos
# La Virgen del sombrerito y el chapín del Niño
# El obispo Chicheñó
# Ahí viene el Cuco


Las Tradiciones peruanas

La excomunión de los alcaldes de Lima
de Ricardo Palma

I

En mitad de la calle del Milagro había por los años de 1717 una casa de humilde apariencia, vecina a la de Pilatos.

Ocupaba la casita del Milagro una vieja con más pliegues y arrugas que camisolín de novia, y su sobrina Jovita, la chica más linda para quien amasaban pan los panaderos de esa época.

Doña O, que tal era el nombre de la tía, era beata de la orden tercera y de aquellas que al andar por la calle se inclinan con frecuencia al suelo para separar las pajitas diciendo, como la ña Catita de una preciosa comedia de Manuel Segura:


«... aquí hay una cruz:
no la vayan a pisar».

Doña O no admitía en su casa más visita masculina que la de algunos frailes cogotudos y la de D. Alonso Esquivel, con quien la vieja andaba en arreglos para casarlo con la sobrina. Pero Jovita se había encaprichado en no querer para marido a hombre que amén de peinar canas y sufrir de reuma gotoso, exhalaba olor a cera de sacristía. Decía la mocita que los viejos son como los cuernos: duros, huecos y retorcidos. Melindres aparte, yo diré a ustedes en confianza, que si la niña hacía fieros al cascado galán, era por tener sus dares y tomares con un buen mozo llamado D. Juan Manuel Ballesteros, por quien doña O experimentaba más tirria que el diablo por el agua bendita. Jovita era tan firme en su querer, que no parece sino que para ella se escribieron estas coplas:

«El Padre Santo de Roma
me dijo que no te amara,
y le dije: -Padre mío,
aunque me recondenara.
Y el padre Santo me dijo
que te deje, que te deje,
y contesté: -Padre mío,
con la muerte, con la muerte».

El D. Alonso Esquivel había sido secretario de cartas y favorito del virrey-arzobispo D. fray Diego Morcillo Rubio de Auñón, en los cincuenta días que duró su gobierno hasta la llegada del príncipe de Santo-Buono, nombrado virrey en propiedad. Después del interinato político, pasó Esquivel a desempeñar el empleo de mayordomo de su ilustrísima, quien a la sazón se preparaba para regresar a su diócesis de La Plata. Además el de Esquivel blasonaba de nobleza y lucía escudo cortado: el primer cuartel en oro con una águila en sable, y el segundo en azur con cuatro barras de oro, que son las armas del apellido Esquivel. Como se ve, no era D. Alonso ningún majagranzas pobretón, sine todo un personaje.

Entre la tía, que patrocinaba los amores de éste, y la sobrina, reacia en desahuciarlo, sosteníase diariamente cruda batalla. Baste, para formar idea del carácter de esa lucha, el oír parte de la conversación que en la tarde del 16 de junio de 1717 tenían en la puerta de calle la beata y su protegido:

-Fibra, mi señora doña O, mucha fibra, si no quiere usted que esa descocada y ese mozo libertino hagan chichirimico de nosotros. Córtele usted las trenzas, y al convento con ella, que ya la madre abadesa sor Estefanía de los Clavos está prevenida y se pinta sola para domeñar doncellitas levantiscas.

-Así se hará como vuesa merced me lo aconseja, mi Sr. D. Alonso. Mañana mismo dormirá Jovita en las bernardas de la Santísima Trinidad.

-Amén, y hasta la noche que daré la vuelta, trayéndole la licencia del Vicario para que la moza sea recibida en el santo claustro. Beso a usted la mano, mi señora doña O.

-Acompañe Dios al caballero.


II

Tocaban las ocho en San Francisco cuando tía y sobrina salían de la salve de la Soledad.

En la plazuela, obscurísima como es de imaginarse en aquellos tiempos en que no se conocía en Lima sistema alguno de alumbrado público, encontrábase un embozado, quien con el disimulo propio de experto conquistador, se acercó a Jovita, la dio una carta y recibió otra. Por supuesto que doña O no echó de ver aquella actividad de estafetas, que gente moza y enamoradiza se la pega hasta al demonio en figura de beata y semisuegra. El galán siguió su camino y entró en la botica de la esquina, donde había constante tertulia de ociosos jugando a las damas o murmurando de la vida ajena. Allí a la luz del farolillo leyó este billetico: «Juan, sálvame por Dios. Mañana me encierra la tía en la Trinidad. Esta noche traerá D. Alonso la licencia».

Ballesteros quedose gran rato pensativo, y luego, como quien ha adoptado una resolución, despidiose de los tertulios, que tenían sus cinco sentidos puestos en el tablero, engolfados en un lance de dama chancho, y enderezó a la calle del Milagro.

En ese instante D. Alonso Esquivel llegaba a la puerta de la casa de Jovita, cuando se le interpuso un embozado.

-Una palabra, señor mayordomo.

-Hable, señor mío.

-Vuesa merced trae encima un papel que ¡por Dios vivo! ha de entregarme.

-Hablara vuesa merced con buenos modos, y acaso nos enredáramos de razones; pero mire cómo ha de ser, que yo a impertinencias tales no acostumbro dar respuesta.

Y D. Alonso volvió la espalda y se dispuso a pasar el quicio de la puerta; mas Ballesteros lo cogió del brazo y le hundió en el pecho la hoja de su daga.

Esquivel se desplomó gritando:

- ¡Muerto soy!.... ¡Cristo me valga!


III

El asesino emprendió la fuga y tomó asilo en el convento de los padres descalzos, donde contaba con deudos y amigos que lo amparasen.

Alcalde del primer voto era D. García de Híjar y Mendoza, conde de Villanueva del Soto, noble tan de primera agua, que en su escudo de gules ostentaba nada menos que las armas de Aragón y Navarra, favorecedor de Esquivel e íntimo amigo del trinitario Rubio de Auñón. Su señoría alborotó a los cabildantes, y los dos alcaldes ordinarios se dirigieron a los frailes descalzos reclamando la persona del reo, pero los religiosos contestaron con un arsenal de latines. Los alcaldes, a quienes poco se les alcanzaba de la lengua de Horacio y Cicerón, hicieron caso omiso de textos y versículos, y seguidos de escribanos y alguaciles encamináronse a los descalzos, pusieron esbirros en el cerrito de las Ramas y penetraron en la iglesia, donde Ballesteros se había refugiado al pie de un altar y abrazádose a un crucifijo. Los alcaldes nada respetaron, y el pobre D. Juan Manuel, atado codo con codo, fue conducido a la cárcel de la Pescadería.

El arzobispo de Lima D. Antonio de Zuloaga, y el cabildo eclesiástico, que por entonces tenían sus quisquillas con el Cabildo de la ciudad y que además no partían de un confite con el Sr. Rubio de Auñón (quien corriendo los años llegó también a ser arzobispo de Lima y les puso las peras a cuarto a los canónigos), tomaron la cosa muy a pechos, e inmediatamente mandaron tocar entredicho en todas las iglesias de Lima y notificar a los alcaldes, dándoles una hora de plazo para devolver el reo al santo asilo. Aquello era un proceder muy ejecutivo. Nada de pañitos calientes.

Aunque los alcaldes alegaron después, en su defensa, que no habían recibido en hora oportuna la notificación, la verdad es que se hicieron sordos a ella, y sin pararse en barras, sometieron al infeliz Ballesteros a cuestión de tormento, que no debió ser muy blando, porque el reo se les quedó entre las manos, tan muerto como Mahoma.

Pero a las ocho de la noche de este día, que fue el 21 de junio, sus señorías los alcaldes ordinarios sintieron frío de terciana, y estaban sin tener quien les valiese ni santo a quien encomendarse. «Con horror y estrépito nunca visto -dice un cronista- efectuose esa noche la tremenda ceremonia de anatema, que se ejecutó procesionalmente con cruz alta y cirios verdes».

Allí fue el crujir de dientes. Ni el virrey, ni los oidores, ni los cabildantes atinaban a salvar la situación.

Cuéntase del arzobispo-virrey, y aun creemos haberlo leído en la Vida de la madre Antonia, fundadora de nazarenas, que cuando le presentaron la real licencia para la erección del monasterio dijo: «¡No en mis días!, que las nazarenas son malas para beatas y peores para monjas». Y en efecto, la fundación vino a autorizarse en tiempos del virrey marqués de Castelfuerte, no sin oposición del arzobispo de Lima, que lo era a la sazón el que como mandatario político había dicho: «¡No en mis días!»

Hemos apuntado este hecho para probar que el Sr. Rubio de Auñón no contaba con muchas simpatías entre la gente devota, y por lo tanto la muerte de su mayordomo era menos lamentada por el pueblo que el infortunio de su matador. Los excomulgados alcaldes se vieron comidos de piojos, y gracias que libraron de que la beatería los hiciese trizas. Lima estaba casi amotinada contra ellos; y el virrey príncipe de Santo-Buono, que no las tenía todas consigo, empezaba a desesperar.

Por fin, el día 23 se reunió bajo la presidencia del arzobispo Zuloaga un consejillo de teólogos, el que, más por ruegos del virrey y porque no tomase mayores creces la turbulencia popular, convino tras larga y acalorada discusión en que el cura del Sagrario absolviese a los alcaldes.

Después de humillación tamaña, todavía les cayó otra más gorda a los alcaldes. El rey les envió un pax-christi de esos de chuparse los dedos de gusto; y como quien dice: «ahítate, glotón, con esas guindas», los privaba perpetuamente de ejercer cargos de justicia y los multaba en mil duros, amén de otras pequeñas gurruminas envueltas en frasecitas de acíbar y rejalgar.


IV

-Y ¿qué me dice usted de Jovita y de doña O?

-¡Hombre! ¡Vaya una curiosidad impertinente! Supongo que la chica se consolaría y que a la vieja se la llevaría pateta.


This post first appeared on Música Peruana - Estilos, Ritmos, Danzas, Pop, Ro, please read the originial post: here

Share the post

Ricardo Palma - La excomunión de los alcaldes de Lima

×

Subscribe to Música Peruana - Estilos, Ritmos, Danzas, Pop, Ro

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×