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Offside



By Juan re-crivello




Imagen From Tom Wesselmann

Esta mañana esta dura e inaccesible. He visitado a un amigo –debido a que me debían un día en el trabajo. Vive en una casa a las afueras de C. Un patio, varios almendros florecidos y un sillón en el medio de la sala. Nada más.
Le he preguntado por su mujer.
_“Me abandono hace dos meses” –fue su respuesta. Una camiseta blanca y un pantalón de pijama le daban un cierto aire de abandono. Me propuse sacarle a dar un paseo. Se resistió. Fue hasta la cocina y me ofreció un güisqui. ¿A esta hora? –dije.
_Con ello el tiempo pasa más rápido -respondió. Acepte beber a las 11 de la mañana. El líquido se deslizo por mi estómago como una fiebre tropical, quemaba sin discreción, pero dio un aire alegre y raro a la reunión.
_¿Porque te ha dejado? -pregunte.
_Decía que bebía mucho y estaba sin trabajo. “A todo lo puedes resolver” –dije. Pero mi sonrisa cínica, se había quedado prisionera de la estupidez. Él agrego: “me resultaría más fácil encontrar trabajo”.
_ ¿Desde cuándo bebes? –pregunté.
_No sé, siempre creí que esto era algo que te daba alegría. Su sinceridad me obligo a meditar sobre este fenómeno. Fue fácil comprobar que mucha gente bebía cantidades de alcohol y pensaba que aquello era pura diversión. Empezaban por dos cervezas, luego vino, y por la tarde un cubata. Al final del día aquello se parecía a una ruleta rusa. Multitud de personas jugaban con el autocontrol hasta que el breve y malvado líquido les empobrecía.
Me puse de pie e intente arreglarle un poco la casa. Estaba todo como abandonado. ¿Cómo era posible que la euforia de una bebida se reflejara en el abandono material y físico que le rodeaba?. Le pedí que se vistiera. Subimos a mi coche y le lleve a una reunión de AA, casualidades de la vida, esa mañana de lunes había un grupo. Me espere hasta que el volvió a salir. Subimos al coche.
_No sé si podré –dijo. No respondí. Comenzaba una vida de rabia para los que le amaban. Para sí mismo una montaña rusa gruesa, amarga, atroz.
Cada día que me levanto -desde aquella cita, recuerdo el solitario sillón en medio del comedor. ¿Diseño de vanguardia?. Inexplicable soledad de un mono-humano que participa del destierro que surge en sus errores.
Ni siquiera mi calzón rojo me deja inmune a dicha nostalgia. No hay que ser tan atrevido para considerar que esta sociedad es tan fría y egoísta que no permite estar offside.
Una vez que hemos localizado esta posición en el campo, es difícil salir de ella. Ayer en un programa de televisión entrevistaban a un tipo que en Paris se pasa los días escribiendo la palabra Amor en la calle, en las paredes, en los coches y otros. Tal vez la inútil repetición de un gesto nos contamine de la ausencia.
El sillón blanco, lleno de botox y en medio de la sala está aún en casa de mi amigo. Él se ha ido. Su trono espera otro dueño.

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