Dejemos que el cosmos entre deshaga la fronda despeine los trigales armonice el velo de tus ojos. Dejemos regar el agua que disuelva tus evocaciones simule la gravedad y te haga flotar con tu camisa rosa. Dejemos los lamentos en la guerra en los basurales humanos en las vorágines apegados a las escrituras a la tristeza de sabernos con vértebras. Dejemos de saber lo indecible de preguntar