Era el primer día de febrero del 2010. Amaneció soleado y cual película hollywoodense se escuchaba el cantar de los pájaros, la radio en los buses, se sentía el calor y la presencia ausente de quienes van a trabajar porque es lunes. En medio de ello, en el asiento posterior al conductor estaba yo, pensando en la botella de agua que debía comprar, en el proyecto que debía escribir, en el