Dedicado a mis amigos poetas Alba Gioia,
Ruben Sada y Francisco Romano Perez.
ODA AL NIÑO DE LA LIEBRE
A la luz del otoño
en el camino
el niño
levantaba en sus manos
no una flor
ni una lampara
sino una liebre muerta.
Los motores rayaban
la carretera fria,
los rostros no miraban
detras
de los cristales,
eran ojos
de hierro,
orejas
enemigas,
rapidos dientes
que relampagueaban
resbalando
hacia el mar y las ciudades,
y el niño
del otoño
con su liebre,
huraño
como un cardo,
duro
como una piedrecita,
alli
levantando
una mano
hacia la exhalacion
de los viajeros.
Nadie
se detenia.
Eran pardas
las altas cordilleras,
cerros
color de puma
perseguido,
morado
era
el silencio
y como
dos ascuas
de diamante
negro
eran
los ojos
del niño con su liebre,
dos puntas
erizadas
de cuchillo,
dos cuchillitos negros,
eran los ojos
del niño,
alli perdido
ofreciendo su liebre
en el inmenso
otoño
del camino.
De " Odas elementales ".