Hay Momentos en los que uno existe y otros, como en el enamoramiento, en que se deja de existir para ser otro. Es un tiempo en donde todo se descontrola y el orden del universo se impregna de un aroma distinto, de eso que el otro quiere y lo que este, por si fuera poco, simula ser también. Lo malo, lo irreversible, es que esos momentos se acaban. El fin es un punto o tres puntos que nadie, a ciencia cierta, sabe cómo descifrar.
Luego, quedan las canciones.
Luego, quedan las canciones.