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SICK



La humedad de un viernes por la noche Hace que el cigarro se apague casi al instante.

Me siento a escribir de Sick, la peli que vi hace unos días pero que recién hoy empieza a borrarse de mi cabeza.

En serio, no he visto una película que se le iguale. Es dura en cada segundo, potente, en extremo dolorosa, como si te clavaran siete fierros calientes en el mismo lugar y te gustara siempre.

Pero duele, también duele. Y eso porque Bob Flanagan es un personaje sin esperanza. En todo el documental, en todos los años en que lo siguen (no lo persiguen) no muestra siquiera una sola gota de ilusión, de fe. Lo suyo, como una fan suya lo dijo, es una vida esperando la muerte.

Escucho un disco de Porter y la combinación de tristeza y felicidad es contundente. No sé qué pensar de Flanagan ahora que oigo a un tipo al que no le entiendo las letras ni me importa, en verdad, entenderlas.

Bob Flanagan se comprometió de por vida a someterse a una mujer que nunca lo quiso. Y que hizo lo que debió con él: lo masacró con silencios y palabras, eran dos personas que, en soledad, se multiplicaban. Eran perfectos en su extraña ecuación.

Sick, para los que no la han visto todavía, registra varios años en la vida de un tipo que padece de fibrosis cística, una enfermedad incurable hasta ahora y que hace que los pulmones estén siempre llenos de flema y por tanto no se pueda respirar, y se enferme a cada rato. Como un muerto viviente que no entiende porqué algunos caminan sin cansarse y otros, la minoría, ni siquiera son capaces de dar dos pasos sin querer dormir.

Flanagan, a diferencia del resto, prefirió hacer de su vida una obra de arte. Le mostró al Mundo Entero que el dolor era una forma de decirle a la muerte que iba a estar listo cuando llegara. Que un día más comprendiendo que, en realidad, era un día menos, no importaba. Murió hace más de una década, y en la película uno lo ve preguntándose algo que hoy, ayer, y anteayer, me preguntaba con una fuerte sensación que no podría calificar sino como triste: ¿Qué siente una persona cuando se da cuenta que la muerte es lo que sigue? Uno ve al artista sumido en mil preguntas que son en realidad una sola, y no puede sino sentir que el mundo entero se desmorona de repente. Es asqueroso, malditamente asqueroso. Es la primera vez en mi vida que vi a alguien tan frágil frente a algo, paradojicamente, tan frágil.

Se acaba la canción. Bob Flannagan ya no está y yo me siento esta noche un poco como él. Respiro, pero quiero respirar un poco más que el resto.


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