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Kintsukuroi


Existe un patio trasero en el que acumulamos el recuerdo de los malos momentos de nuestra vida. Intentamos no volver a ver nuestras caídas, los golpes recibidos, las lágrimas derramadas. Todo lo embalamos en una especie de lona inmensa que esperamos no abrir jamás. Algunos incluso llegan a esconder, dentro de este fardo que está en constante crecimiento, el paso de los años; lo que nos avergüenza, todo lo que pueda ensuciar nuestra siempre joven, lustrosa y delicada carcaza. Y así vamos pintando las canas, ocultando arrugas, escondiendo cicatrices y comiéndonos los años.

Hoy descubrí un nuevo término: KINTSUKUROI. Así se llama el arte japonés de reparar objetos y volverlos más fuertes y valiosos resaltando en ellos el daño sufrido. En realidad la palabra se traduce en la frase: "reparar con oro". El proceso se realiza uniendo las partes, mediante una técnica especial, llenando las grietas con un pegamento fuerte o laca saturado de polvillo de oro o plata. El resultado es un objeto con "cicatrices" de oro. La idea es resaltar las formas caprichosas de estas grietas, vestirlas de oro para que el objeto adquiera una belleza que no tenía cuando estaba nuevo. Esa grieta dorada, trazada al azar, no solo lo hace más bello; también lo vuelve más valioso: ahora es un objeto con historia.

Los orientales valoran las cicatrices y las arrugas. El paso del tiempo te da sabiduría, las caídas te hacen más fuerte. Es algo que deberíamos aplicar los occidentales en nuestra vida: entrar al patio, abrir la lona. No importa lo sinuosa de la cicatriz, lo profundo de la grieta, siempre se puede comenzar de nuevo, como este blog: una grieta de cuatro años entre este post y la última publicación.

Comenzamos de nuevo.


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