Varias veces al día,
vuelvo a tener un ataque al corazón.
Duermo despierta,
sueño epifanías y tragedias...
Contemplo la inmensidad
sin dejar que me conmueva;
y dejo que la brisa me atraviese
para sentir que aún existo.
No quiero nada,
por favor no me pregunten
ni me traigan flores.