Caapítulo tres milésimo sexcentésimo quincuagésimo quinto: " Toda persona tienen derecho a ser estúpida, pero algunos abusan del privilegio". (Alfred Jarry, 1873 - 1907; dramaturgo francés).
Hay dos formas de comer: eligiendo qué quieres Comer o, si no tienes más remedio, comer lo que te echen. Para unos, más finos ellos, la comida es un especie de sinfonía de sabores, para otros la cuestión es simplemente llenar el estómago. Para estos últimos los Restaurantes Chinos han sido una alternativa con la que quedabas servido a un precio razonable.
Siempre que no pensaras en qué podías haber comido.
Pero hoy esta fórmula ya no existe; ahora lo verdaderamente moderno no consiste en comer loquesea con salsa de soja sino en ingerir a ritmo de flauta y filosofía zen. Una filosofía que se ha extendido como la pólvora por los restaurantes chinos que de un tiempo a esta parte se han reconvertido en aparatosos asiáticos. Han dejado a un lado los rollitos de primavera, el cerdo agridulce y la nata con nueces para hacerte rumiar, a ritmo de vaca sagrada, raíces esotéricas, pescado crudo con nombre de dibujo animado, hojas de púrpura con jeroglíficos en el nervio del envés, cañas de bambú cortadas según la tradición de la tercera dinastía o algas macrobióticas con pasta de renacuajo dorado en el lago a la luz de la luna llena. Todo en un mismo plato bien y bien aderezado con música de flauta.
Quién me iba a decir a mí que iba a echar de menos la ternera con cebolla y su glutamática salsa agridulce. Ya nada es lo que era. Menos mal que siempre nos quedarán losmacdonals.... en latín.
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