Aunque los biógrafos de la época son confusos en cuanto a los detalles, Fontana trabajó de manera prolífica durante las siguientes décadas mientras también tenía 11 hijos. Ella sabía como promocionarse, tanto su padre como su esposo le facilitaron la libertad necesaria, pero ella fue, en gran medida, la responsable de la negociación y la diplomacia que conllevaba ser una artista exitosa en el Renacimiento. 

 

Milán, Pinacoteca di Brera
 

Su ascenso coincidió con un período en el que las mujeres de Bolonia contaban con mayores oportunidades de participación en la vida pública, incluso como mecenas de organizaciones benéficas y de las artes. Estas elitistas camarillas se convirtieron en la clientela fundamental de Fontana. Sus retratos manieristas finamente detallados, con su suntuosa interpretación del ropaje y las joyas, fueron vistos como imprescindibles para los hogares de estas mujeres. Entre los ejemplos de la exposición se encuentra el monumental retrato grupal de la familia Gozzadini de 1584, el primer encargo documentado de una mecenas a una artista.