Frans Hals

Aclamado por sus contemporáneos, los protagonistas de sus retratos presentan una característica bastante rara en la historia del arte occidental, a menudo sonríen o incluso estallan en carcajadas. Édouard Manet y los impresionistas se enamoraron de sus extraordinarias pinceladas y decretaron su redescubrimiento tras dos siglos de olvido.

 

Frans Hals, artista del siglo XVII perteneciente a la Edad de Oro Holandesa, transformó completamente el mundo del retrato de un género puramente festivo a una forma de arte expresiva e imaginativa, con una técnica pictórica rápida y gestual, una informalidad revolucionaria en ese momento; dio vida a sus sujetos, atribuyéndoles expresiones faciales y poses para distinguir el carácter de cada individuo, lo le valió la reputación de virtuoso: su dominio del pincel sólo fue igualado por Rembrandt en los Países Bajos y por Velázquez en España. 

 

Retrato de una mujer, probablemente Cunera van Baersdorp, 1627-28

 

Los Angeles County Museum of Art, California
 

Su enfoque único del retrato capturó al público holandés de la época y esta popularidad le valió un flujo constante de encargos de instituciones y ciudadanos ricos a lo largo de su vida, lo que le otorgó el sobrenombre de "el famoso hijo de Haarlem". Se le considera un precursor de muchos impresionistas y postimpresionistas, que conocieron sus pinturas en París en la década de 1860 y elogiaron su pincelada espesa y expresiva.