• En el Día Mundial de los Parques Nacionales, Mongabay Latam destaca cuatro de las principales áreas protegidas bajo esta nominación en América Latina: Madidi en Bolivia, Chiribiquete en Colombia, el Manu en Perú y Radal Siete Tazas en Chile.
América Latina es una de las regiones más biodiversas del planeta. Además, de acuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), más del 30 % del agua dulce del mundo y alrededor del 40% de los recursos naturales acuáticos renovables se encuentran en Latinoamérica. La preservación de la riqueza natural de esta región es así fundamental para la salud del planeta entero.
Para lograrlo, la creación de áreas protegidas es reconocida como una de las mejores estrategias. Es por ello que el plan estratégico para detener la pérdida de diversidad biológica a nivel global, conocido como Metas de Aichi, propone que para el 2020 los países deben proteger al menos el 17% de sus zonas terrestres y aguas continentales y el 10% de sus zonas marinas y costeras.

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Según el informe de avance de las Metas Aichi, muchos de los países ya han superado la meta de protección. De hecho, los ecosistemas amazónicos cuentan hoy con 1 033 áreas protegidas que representan el 33 % del territorio. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recuerda, sin embargo, que los países de la región continúan teniendo grandes desafíos en temas de conectividad de sus ecosistemas y de gobernanza.
En el Día Mundial de los Parques Nacionales, Mongabay Latam destaca cuatro de las principales áreas protegidas bajo esta nominación en América Latina.

El Madidi y el Tariquía en Bolivia


Bolivia es el país que goza del área natural más biodiversa de todo el mundo. Se trata del Parque Nacional Madidi, en la Amazonía, con más de 18 957 kilómetros cuadrados distribuidos en hábitats diferentes que van desde tierras bajas, a 183 metros sobre el nivel del mar, hasta picos de montañas que alcanzan los 6000 metros de altura. 8880 especies de flora y fauna, han sido documentadas en este importante refugio mundial de biodiversidad. Sin embargo, el Madidi no ha dejado nunca de sorprender a la ciencia y en los últimos años nuevas especies han sido descubiertas. Los científicos estiman así que podrían haber 11 500 especies sin contar los innumerables invertebrados.
El ave atrapa-moscas real (Onychorhynchus coronatus coronatus) vista durante la expedición. Foto por Mileniusz Spanowicz / WCS.
La increíble riqueza natural de Madidi y de otros parques nacionales de Bolivia está, sin embargo, seriamente amenazada. En 2015, el decreto supremo 2366 autorizó la explotación de hidrocarburos en áreas protegidas y en el Madidi hay concesiones petroleras que, aunque no están activas por ahora, podrían activarse, asegura Jorge Campanini, investigador en hidrocarburos del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB).
El parque Nacional Tariquía, ubicado en el departamento de Tarija, es el reflejo más tangible de los serios peligros que acechan al Madidi. El pasado miércoles 14 de agosto, los habitantes de Tariquía salieron por segunda vez a las calles a marchar para exigir la protección del parque que, en 2015, vio modificada su zonificación para permitir la explotación de hidrocarburos.
DATE: 11/08/2004; Rio Madidi; ELEVATION: Unknown; LOCALITY: Unknown; Sapajus spp.
En abril 2018 el gobierno aprobó tres contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos y hoy son seis son los pozos que ya cuentan con licencia ambiental para realizar operaciones de exploración sísmica. Una técnica que consiste en generar pequeños sismos, por medio de la detonación de dinamita, para luego interpretar las ondas sísmicas y confirmar la presencia o no de hidrocarburos en el suelo.
Cuatro de los pozos se ubican en la zona que era considerada núcleo, es decir, en el corazón del parque con el mayor grado de conservación y los dos restantes están en lo que era considerado zona de protección de cuencas, explica Campanini. Toda esa área, tras la rezonificación, “pasó a llamarse zona de aprovechamiento extractivo”, asegura el experto.

Según señala El Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), Tariquía fue creado con el objetivo de proteger el último lugar mejor conservado de bosque tucumano boliviano y garantizar el régimen hídrico de dos importantes cuencas de agua que abastecen al departamento Tarija: los ríos Bermejo y Grande de Tarija.
Sin embargo, científicos aseguran que los impactos de las exploraciones sísmicas podrían, entre otras cosas, comprometer las cuencas de agua subterráneas, además de acarrear consigo deforestación y desestabilización del suelo.
Unos 60 científicos bolivianos formaron parte de las expediciones de investigación en Madidi. Foto: WCS.
Además, Campanini agrega que “en estos proyectos se realizan caminos y después estos accesos se usan para los madereros, cazadores, etc”, generando un impacto secundario de deforestación.
En octubre 2019 son las elecciones presidenciales de Bolivia y científicos y defensores ambientales temen un futuro pesimista para las áreas protegidas del país si es que el actual mandatario, Evo Morales, es reelegido en lo que sería su cuarto período consecutivo.

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El Chiribiquete en Colombia


Chiribiquete ubicado entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, es el área protegida más grande de la Amazonía colombiana con un total de 4 268 095 hectáreas. Chiribiquete se encuentra en el corazón de la Amazonía colombiana lo que lo hace un sitio particularmente importante porque se conjugan distintos tipos de biomas, o grupos de ecosistemas. “Allí se unen el bioma amazónico con elementos provenientes de la orinoquia y el bioma del Escudo Guayanés, más algunos elementos bióticos propios de los Andes”, explica Luis Germán Naranjo, naturalista colombiano de WWF con más de 30 años de trabajo dedicados a la conservación.
Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete. Foto: ©LG Naranjo/WWF Colombia
Una de las más importantes particularidades de esta área protegida son los tepuyes. Formaciones rocosas de altura, con paredes verticales y escarpadas y con una superficie generalmente plana, aunque muchas veces conformada por laberintos de amplias y profundas grietas. Son “como islas de matorral espinoso en medio de la selva lluviosa tropical”, explica Naranjo, que hacen de Chiribiquete un sitio apropiado para el aislamiento de algunas especies, entre ellas mariposas y peces de agua dulce que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.
Por otra parte, en el Chiribiquete se han identificado unas de las más importantes pinturas rupestres del mundo, razón por la cual el parque fue declarado Patrimonio Mixto Mundial de la Unesco por su valor natural y cultural. Se trata de más de 50 paneles de una altura promedio de siete metros, con aproximadamente 70 000 pinturas de estilo hiperrealista que son vestigio de las primeras ocupaciones humanas de la Amazonía.
Además, científicos aseguran que, aunque no ha sido demostrado, todo indica que en el Chiribiquete viven poblaciones humanas en aislamiento voluntario, lo que es otro factor de importancia cultural para este parque nacional.
Chiribiquete alcanzó 4 268 095 hectáreas protegidas. Foto: Parques Nacionales
Por su extensión y por la dificultad de acceso “los recursos con los que cuenta el parque para hacer un manejo del área son claramente insuficientes”, asegura Naranjo. Es por ello, que para evitar daños, el parque se mantienen cerrado a los visitantes.
Pero la mayor amenaza del Chiribiquete es un frente activo de colonización que está avanzando hacia él principalmente del lado noroccidental. “Esa colonización está motivada por diversos factores como, por ejemplo, los cultivos ilícitos pero sobre todo el acaparamiento de tierras que se realiza con la fachada de apertura de tierras para la ganadería”, explica Naranjo.
Lo anterior es confirmado por el último reporte de junio pasado del Monitoring of the Andean Amazon Project (MAAP), una iniciativa de la organización Conservación Amazónica (ACCA), que señala que las principales causas de esta pérdida de bosque son “la conversión a pastos para el acaparamiento de tierras y la ganadería”. La deforestación del Chiribiquete es tal que, según revela el informe, 2200 hectáreas al interior del Chiribiquete se perdieron en menos de un año.
Chiribiquete es un Área importante para la conservación de las aves (AICA). Foto: Parques Nacionales
Para intentar frenar lo que el presidente Iván Duque llamó “la hemorragia deforestadora de los últimos años”, el gobierno colombiano anunció el lanzamiento de la Operación Artemisa, una estrategia militar que busca recuperar la selva húmeda tropical y judicializar a quienes están detrás de la deforestación.

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El Manu en Perú


1 716 295 hectáreas conforman el Parque Nacional del Manu, el más emblemático del Perú, ubicado en las provincias de Paucartambo en el Cusco y Manú en Madre de Dios, en la Amazonía peruana.
En esta área, también declarada Patrimonio Natural de la Humanidad, viven 222 especies de mamíferos, 1005 especies de aves, 155 especies de anfibios, 132 especies de reptiles y hasta 250 especies de árboles.
Extensa vegetación en el Parque Nacional del Manu. Foto: Sernanp.
La existencia de lobos de río o nutrias gigantes (Pteronura brasiliensis), jaguares (Panthera onca) y osos de anteojos (Tremarctos ornatus), animales que se encuentran en la cima de la cadena alimenticia, son el reflejo de que el Manu goza de ecosistemas sanos.
Selva baja, llano amazónico y bosque nublado de selva alta se distribuyen entre los 4000 hasta los 250 000 metros sobre el nivel del mar. Esta variedad de pisos ecológicos “permite tener una gran diversidad de fauna flora”, explica Ernesto Florez, Jefe del Parque Nacional del Manu.
Las condiciones topográficas y geográficas del parque hacen de éste un lugar casi infranqueable. Llegar hasta allí requiere de un largo viaje por carretera y bote por uno o días. Es por ello que “el turismo que llega hasta el Manu es muy especializado, dice el jefe del parque”.
El guacamayo rojo (Ara chloroptera) en vuelo en el Parque Nacional del Manu, Perú. Foto de Rhett A. Butler
De hecho, el Manu es el lugar del Perú donde se han realizado la mayor cantidad de investigaciones científicas en temas de ecología y comportamiento del bosque, asegura Florez. Es a partir de ellas que ha sido posible concluir que este lugar está dentro de las cinco áreas protegidas más biodiversas del mundo.
Además, se ha comprobado que en su interior viven poblaciones humanas en aislamiento voluntario.“Sabemos que no están agrupadas, son poblaciones que se desplazan, nómades”, dice Florez. Además, el Manu alberga poblaciones Machiguengas que ya han tenido un contacto inicial y otras que ya están derechamente contactadas, dice  el experto, quien agrega que “esto hace que el parque sea muy especial puesto que tiene una cultura viva”.
El Manu cuenta con un Plan Maestro, una herramienta de gestión integral que permite el monitoreo de especies. A partir de ellos, científicos concluyen que la calidad de conservación del parque, en cuanto a su fauna y flora, está por encima del 99%. Es decir, que “es bastante alta”, dice Florez. Además, en el Plan Maestro se enmarcan acciones de control y vigilancia del área así como los planes de manejos. Estos últimos permiten por ejemplo, gestionar el turismo y ciertas actividades productivas como el aprovechamiento de la madera que es arrastrada naturalmente por el río Manu.
El Río Pini Pini saliendo del Parque Nacional del Manu en Perú. Foto de Rhett A. Butler
Aún así, el Parque no está libre de amenazas. En la parte andina, los incendios forestales, que han ido creciendo debido al cambio climático, arrasan con el bosque en temporadas secas y con altas temperaturas.
En cuanto a la tala ilegal de árboles, Florez asegura que “en los últimos años hemos logrado controlar casi al 100%”. Aún así, agrega que “mientras haya infraestructura vial cerca del parque, este problema continúa siendo una amenaza”.
Por último, los cultivos de coca en la zona de influencia, también representan un riesgo aunque por ahora, el jefe del parque asegura que “no hay presencia de estos cultivos al interior del área protegida”.

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Radal Siete Tazas en Chile


Chile es uno de los países de Latinoamérica que más ha elevado su tasa de áreas protegidas, tanto terrestres como marinas. En su zona austral abriga a uno de los parques más grandes del mundo: el Parque Nacional Bernardo O’Higgins, con 3 524 648 hectáreas que protege además a la mayor reserva mundial de agua dulce.
Así como el Bernardo O’Higgins, la mayoría de los parques nacionales están en el sur del país. Sin embargo, la bióloga Mary Kalin, directora de desarrollo del Instituto de Biodiversidad y Desarrollo de la Universidad de Chile, asegura que la mayor biodiversidad del país se encuentra en la zona centro, el sector más poblado de este largo territorio, ocupado mayoritariamente por la agricultura y la industria forestal. “Ese es precisamente el problema”, dice Kalin. “Donde están la mayoría de las áreas protegidas es el sur y ahí la biodiversidad no es tan grande”, agrega la científica.
Parque Nacional Siete Tazas. Foto: Ministerio de Bienes Nacionales
Las áreas protegidas en la zona central suelen ser así más pequeñas, como el Parque Nacional Radal Siete Tazas que con sus poco más de 5 mil hectáreas de superficie es considerado como una de las áreas protegidas más importantes del país por la biodiversidad que contiene.
Ubicado en la Región del Maule, a unos 230 km al sur de la capital Santiago, los ecosistemas mediterráneos de la zona central y los bosques andinos del sur se unen en un paisaje de cascadas en medio del Bosque Caducifolio de la Montaña, pero también del Bosque Esclerófilo Montano y la Estepa Alto-Andina del Maule.
En esta variedad de espacios, 331 especies de flora de gran valor por su alto grado de endemismo viven junto a 106 especies de fauna distribuidas en 23 mamíferos, 70 aves, 10 reptiles y 3 anfibios.
Un inventario que se ha levantado fundamentalmente en base al conocimiento de los guardaparques y del equipo de planificación, dado que prácticamente no existe información bibliográfica del área.
Parque Nacional Siete Tazas. Foto: Ministerio de Bienes Nacionales
Muchas de estas especies se encuentran en peligro de extinción. Es frecuente ver aquí al ciervo más pequeño del mundo, el pudú (Pudu Puda), clasificado como Casi Amenazado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Vulnerable según el inventario nacional de especies de Chile. También es posible observar aquí a pumas (Puma concolor), tricahues (Cyanoliseus patagonus) carpinteros negros (Campephilus magellanicus), Güiñas (Leopardus guigna), patos corta corriente (Merganetta armata), halcones peregrinos (Falco peregrinus), cóndores (Vultur gryphus), entre otras especies amenazadas.
Debido a que el Radal de Siete Tazas se encuentra cerca de las grandes ciudades y que es de fácil acceso, el turismo es hoy su principal amenaza. “Lo que hay que hacer es disminuir el nivel de visitas, hacer un buen control, pues llega más gente de la que se puede recibir”, aseguran miembros del Consejo Ecológico Comunal de Molina, institución que es iniciativa de los habitantes cercanos al parque.