Dilly Knox fue uno de los hombres más relevantes del mundo de la inteligencia y la criptografía en las primeras décadas del siglo XX. En la Primera Guerra Mundial, y por supuesto también en la Segunda Guerra Mundial, si bien no vivió para ver el final de esta guerra. Hoy quiero contarles cómo Knox, Knox, el criptoanalista británico que tenía una bañera en su despacho, era algo excéntrico y cómo enamoró a su esposa a pesar de la bañera.

Knox, el criptoanalista británico que tenía una bañera en su despacho, era un tipo brillante, pero con ciertas peculiaridades

Nacido en 1884 y fallecido en 1943, Knox fue un gran criptoanalista, o rompedor de códigos criptográficos. Formado en el Eton College y en el King’s College de Cambridge, era experto en temas clásicos y fue profesor también en Cambridge. Ese estudio de los textos clásicos le fue muy útil en su vida como criptoanalista, lo que muestra una vez más la importancia del conocimiento del lenguaje para estos trabajos.

Su conocimiento era una pieza esencial de la Habitación 40 (Room 40), la sección dedicada al criptoanálisis del Almirantazgo británico. Fue uno de los hombres que participaron en el descifrado del famoso telegrama Zimmermann, que acabaría metiendo a los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

Después de la Primera Guerra Mundial, cuando esta todavía era la Gran Guerra, se unió al Government Code and Cypher School (GC&CS), así que su vida estuvo unida a la criptografía durante décadas. Tanto es así que, como cuento en mi libro de historia de la criptografía, fue uno de los pocos británicos que tuvo contacto con los polacos antes de la Segunda Guerra Mundial para conocer lo que estaban haciendo los nazis con Enigma, y cómo romper ese sistema. De hecho, trabajó en Bletchley Park hasta su muerte en 1943. También estuvo en la ruptura de las Enigma utilizadas por Franco durante la Guerra Civil española. Fue mentor de Alan Turing y sus contribuciones a su país en su campo de trabajo son mucho más que notables.

Knox solía trabajar en una bañera que había en su despacho

Pero hoy quiero contarles algo más amable que estos líos criptográficos, que por otra parte son apasionantes. Knox era un tipo un poco excéntrico y ensimismado. Por ejemplo, se cuenta que se olvidó de invitar a sus hermanos a su propia boda. Otra de sus rarezas era la costumbre de trabajar dentro de la bañera. Esto podría ser hasta pasable, si no fuera porque estaba en su despacho dentro de un edifio oficial. Tampoco era extraño que pasara la noche trabajando en ese despacho, ya fuera dentro o fuera de la bañera.

En una ocasión, sus colegas no recibían respuesta de él, que estaba encerrado en su despacho. Comenzaron a preocuparse por si le había pasado algo, pero cuando forzaron la puerta para entrar vieron que sencillamente estaba tan absorto en su trabajo, dentro de la bañera, que no les respondía.

A finales de 1917 le asignaron a Knox una nueva ayudante, y se determinó que su lugar de trabajo sería justo el despacho donde estaba la bañera. Esto no hizo a Knox renunciar a su costumbre de tomar baños en el trabajo, si bien ahora estaba obligado por la decencia a salir de la bañera por la mañana, antes de que ella, Olive Roddam, llegara al trabajo.

El 20 de julio de 1920 fue ese día que Knox se había olvidado de comentar con sus hermanos, el día de su boda. La novia era Olive Roddam, su ayudante, la que le obligaba a ser cuidadoso con el horario y salir de la bañera antes de que ella llegara. No hay constancia de si después del matrimonio se relajó y ya podía bañarse con su ayudante rondando por allí.

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