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ESTA NOCHE DE REYES


 
 
 
Resulta curiosa la autocompasión, creo que es una forma de martirizarnos cuando sentimos que no hemos sido afortunados en la vida, hecho, por otro lado, que no guarda relación alguna con el optimismo. Se puede Ser Muy optimista y pensar que uno no ha nacido especialmente agraciado.
Me estaba compadeciendo de mi misma como si no hubiera alguien más merecedor de esa compasión cuando pensaba que, de jovencita, nunca hubiera podido imaginar una Noche de Reyes tan sola, sin Familia, sin nadie, sin un regalo al día siguiente porque quien no forma su propia familia debe saber que, quizá, si la hubiera tenido, estaría tan sólo como el soltero/ viudo/ divorciado/etc. pero que, sin haberla formado, puede estar seguro de que llegará un día en el que estará totalmente sólo. Y esa realmente es mi realidad desde que, hace tres años y medio, Víctor murió.
No hace falta ser muy mayor para padecer esa situación. Tengo varios amigos que se marchan de viaje y a duras penas aguantan la Nochebuena con Hermanos, cuñados, sobrinos y otros parientes que, también, se han quedado solos. Hay cosas peores. Lo sé. De hecho, es algo natural, un camino totalmente lógico cuando los padres desaparecen y los hermanos forman su familia. Por supuesto, algunos hermanos son maravillosos y cuentan con ese paquete que se ha quedado solo/sola pero, realmente, en los grados de responsabilidades, cariño, deberes, etc. su familia es mujer/marido e hijos. Otros hermanos sencillamente saben que ni siquiera les llamarán sus sobrinos ni habrá un recuerdo para los que tan solos están. La vida tiene lo bueno y lo malo en los seres que componen la propia familia.
Y así llegamos a la Noche de Reyes de principios de 2016  después de haber pasado unas gratas fiestas navideñas sintiéndome muy querida por dos niños preciosos, un hermano entrañable y una cuñada de buen corazón que me acoge en su casa con toda naturalidad sin que yo me sienta en absoluto una extraña.
 
Noche de Reyes tumbada en la cama viendo una película algo rara sobre un hombre mayor enamoradísimo de su vecina mayor que tiene como pasión una tortuga… y mientras los fotogramas pasan,  el pensamiento torturándome… que si estoy sola totalmente, ni un regalo, ni zapato en el suelo, cuanto te extraño, amor mío, Victor, ven y… de repente que suena un pitido de un mensaje en el móvil, es una administración de loterías a la que estaba suscrito mi marido que “le” avisa, porque en estas cosas uno nunca fallece, de que le queda saldo en la última media hora para adquirir un décimo de lotería de El Niño.
Entonces sigo los consejos que me dan las personas que me quieren y que me dicen que sea racional, que esto no tiene nada que ver con Víctor. De acuerdo. No tiene nada que ver. Dejaré pasar el mensaje, además, me digo, no sé el número de usuario ni la contraseña.
Sigo viendo la película.
Diez minutos después esa voz del interior me dice: No tienes fe, cielo. Ya no sé cómo enviarte señales si por mucho que haga, no quieres entender que te cuido y te amo.

 

Vale, respondo. Tengo fe. Tengo fe, me repito. Voy al armario y busco entre sus papeles y saco el carnet de conducir porque lo confundo con el DNI, me suenan los tres primeros números, lo escribo y… ¿la contraseña? Víctor me dejó apuntadas todas las claves pero esta no. Probablemente sea la misma que la del blog, letra a letra voy tecleándola y el milagro se hace, la pantalla me indica que elija un décimo, pulso sobre él y además de tener saldo me queda algo más de dinero.
Salgo de la pantalla. Ya te dije que tenía fe, le digo a Víctor y él dice, bien cielo, ya ves que hoy también has tenido un regalo de Reyes.
Abimis 2
 
 

 



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