El Barroco es la mejor muestra del Arte para aprender Arte. Lo que Rubens hace es producir belleza en nosotros desde la razón no desde el entendimiento. La razón exige una meditación razonada de lo que vemos o percibimos. El entendimiento sólo precisa percibir, ya que la belleza es directamente asimilada por la visión intuitiva de los equilibrios estéticos. Es por lo que la obra clasicista nos llega antes en cuanto a su belleza percibida. No hace falta saber Arte alguno. En la obra de Rubens la belleza está disfrazada de genialidad, está en la virtuosidad de componer unas formas tan poco estilizadas o tan poco perfiladas para producir belleza. La belleza en Rubens (como en Rembrandt) está en la dificultad de componer unas formas tan imposibles de componer sin dominio del Arte y su grandeza. Como el escorzo, como la dimensión forzada, pero perfecta, de las sinuosas curvas o de la torsión calculada de la naturaleza, todas cosas que, en principio, no producen belleza. Hay que verla desde lejos la belleza del Barroco. En la obra Neoclásica da igual desde donde veamos la Belleza, existe en cualquier percepción que percibamos. El primer plano desbordante es una característica de Rubens. Con esa manera de presentar las formas tan desmesurada el pintor barroco demuestra su genialidad, su capacidad de elaborar Arte. Sin embargo, en el clasicismo del pintor francés la perspectiva es un rasgo necesario para acrecentar la belleza que, de por sí, ya dispone la percepción tan comprensible de la obra. El fondo es otra característica distintiva de ambas tendencias. El Barroco no precisa destacar fondo alguno en todas sus obras. El Clasicismo lo requiere siempre. La belleza llega aún mejor en su percepción cuando es contrastada por el fondo de la obra. Por eso es la belleza clasicista recibida por el entendimiento con una claridad y una comprensión universal extraordinarias.
Sin embargo, el Barroco es Arte no solo percepción estética. La diferencia es esencial para conocer esta tendencia y llegar a comprender la importancia del Barroco en la historia. Si se desea saber verdaderamente Arte hay que valorar y percibir una obra barroca. Si se desea disfrutar con la belleza solo es preciso, a cambio, visionar una obra de Arte clásica. Ambas cosas son Arte, pero en una no ejerceremos la capacidad racional tan excelente de distinguir una forma estética de algo más. Este algo más es la sinfonía de las formas, la manera en que éstas, las formas, son llevadas por un concierto genial a componer, desde sus aparentes disonancias geométricas, una grandiosa representación estética. En el Clasicismo no hay disonancias geométricas, todo está equilibradamente realizado según el orden de las cosas. Un orden que no precisa de razonamiento porque es entendido ya, porque es intuido así desde las formas preconcebidas de una percepción inconsciente. Para ver a Rubens, sin embargo, hay que obviar el orden, la percepción y el inconsciente. Hay que mirar detenidamente una obra de Rubens para descubrir todas las virtudes que encierra su creación artística. Es un ejercicio de introspección artística, de analizar con sosiego las diferentes partes que, luego, distanciándose, consigan llegar a magnificar la racionalización que sus formas muestren en una visión completa. En el Clasicismo basta con la visión global de su representación estética. No es necesario analizar, no es necesario alejarse, como tampoco lo contrario. La armonía clásica permite admirar, desde cualquier parte, la comprensión estética de una obra neoclásica. Sólo es preciso conjugar equilibrio con belleza. Por eso en el Clasicismo los colores serán más necesarios que en el Barroco. El color es una parte perceptiva fundamental de la belleza. No el claroscuro, que es la ausencia del color, algo más utilizado en el Barroco. En el Barroco no es lo más importante el color sino la forma. El contraste en el Barroco es compuesto desde las formas más que desde el color. En el Clasicismo es al contrario. Luego estará la emoción. En el Barroco la emoción se evita o se sobreentiende; en el Clasicismo se expresa solo por la belleza, es la emoción del receptor de la belleza. Porque la emoción como tal no fue una cosa necesaria o manifiesta en el Arte hasta la llegada del Romanticismo. Para el Barroco como para el Clasicismo lo importante era el Arte en sí mismo, o como forma o como belleza. En un caso eran las formas las que componían belleza; en el otro era la belleza la que componía las formas. ¿Qué es lo más importante para el Arte? Las formas. Por eso el Barroco acabaría componiendo las más grandiosas obras maestras del Arte. ¿Qué es lo más importante para la emoción estética? La belleza. Por eso el Clasicismo compuso las más estéticas obras maestras de la historia.
(Óleo El rapto de Oritía, 1783, del pintor neoclásico François-André Vincent, Museo del Louvre; Lienzo barroco de Rubens, El rapto de Oritía por Bóreas, 1620, Academia de Bellas Artes de Viena.)