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Persecuciones extremas

Joe Sacco

156 periodistas asesinados desde 1977 hasta 2015 en Colombia. En 25 años 125 periodistas asesinados en México. Aún así los países más peligrosos para ser periodista son aquellos donde la prensa no es libre, según Freedom House, una especie de reporteros sin fronteras. Es decir que aunque no los maten, la coerción del poder tiene un nivel de censura más alto y denigrante para el oficio que el propio asesinato. Pienso en casos de periodismo hecho en persecuciones extremas. Carlos Mario Correa, corresponsal de El Espectador en tiempos del cartel de Medellín, es el caso de un periodista clandestino que informaba desde el mismo edificio donde lo mandaba a asesinar tras cada reportería su vecino: el jefe de sicarios de Pablo Escobar que lo saludaba en el ascensor sin que ninguno de los dos supiera quién era el otro. El caso de Joe Sacco que se distancia de un periodismo mártir y personaliza (subjetiviza) la reportería al punto de darle una forma artística a la verificación de datos y cuestiona de paso la objetividad por las grietas e imperfecciones del observador en una realidad plural y un contexto demasiado amplio para la minúscula mirada humana.

¿Cuál es el camino para hacer periodismo en un contexto de persecución e impunidad como el que se cobró la vida de Javier Valdez en México? El camino de Rodolfo Walsh durante la dictadura fue el periodismo sin rostro o la agencia de noticias clandestina. Porque si nadie garantiza la vida del que tiene la misión de informar, y en el gobierno también está presente el enemigo, hay que aprender a disparar la cámara fotográfica y la pistola. El mismo camino de Hemingway en España y su safari de guerra, o el de John Reed siguiendo a Pancho Villa.  Alternativas que valen también para los pueblos amenazados por el terror. Defender la vida para dar batallas en lugar de dar la vida por una batalla pasajera. La exigencia de los periodistas ya no es que respeten los derechos humanos, o exigir justicia. Está demostrado que a los perpetradores les vale los derechos y está demostrado que la justicia es inoperante y los muertos se quedan en la impunidad. Si alguien tiene una verdadera vocación de periodista y vive en un contexto de "calla o muere" va a tener que defender su vida antes que nada y buscar caminos clandestinos para defender su vocación. Si tiene vocación por lo social, si va a hacer periodismo crítico, investigativo o denuncia, debe protegerse. Autoprotegerse. El I Ching advierte que hay tiempos para todo. Uno para hacer la revolución, otro para no actuar, otro para la mordedura tajante.


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