Mi familia tiene un vínculo especial con la vida y la muerte. Si le preguntas a mi padre cuándo es su cumpleaños, te dirá que es el dos de Noviembre. Y si indagas en una de las conversaciones místicas que tanto disfruta mi abuela, en la que habla de la muerte con asombrosa seguridad, te revelará que morirá un dos de noviembre.

Mi nombre es Alicia, y en mi familia, celebrar los cumpleaños es un ritual único. Normalmente, no hablaría de esto, pero hoy es un día especial. Hoy es dos de noviembre, en mi cultura, es el  "Día de los Muertos", pero también es el cumpleaños de todos nosotros, sin excepción. Mi madre, mi padre, mi hermano, mi abuela, mi tío Lucas; todos cumplimos años el dos de noviembre y todos compartimos el mismo destino de morir esa fecha.

Cuando era niña, no comprendía por qué sucedía, y las explicaciones eran poco claras. Mi padre siempre me decía: "Con el tiempo lo entenderás". A medida que crecía, mis interrogantes aumentaban. ¿Por qué no celebrábamos los cumpleaños en casa como el resto? En lugar de eso, siempre los festejábamos en el cementerio. Aunque parezca extraño, haber crecido con esta tradición lo convertía en algo normal. Sin embargo, cuando pregunté a mis amigas cómo celebraban sus cumpleaños, me miraron con asombro y miedo cuando les conté sobre nuestro cementerio familiar, ubicado en las afueras del pueblo, en lo alto de una montaña, en un claro del bosque.

Un dos de noviembre, cuando tenía 14 años y celebraba mis 15, estaba emocionada porque era la única ocasión en la que podía ver a mi tío Lucas. Todo estaba listo, y aunque se tratara de un cementerio, lo decorábamos con entusiasmo. Mi padre colgaba candelabros de las ramas de los árboles que rodeaban el claro. La comida no podía faltar, con el plato favorito de cada miembro de la familia, y las bebidas que les encantaban. Además, siempre tomábamos una foto familiar cada dos de noviembre y la colgábamos en un gran marco de madera en el cementerio. Llegábamos temprano para organizar todo, y mi padre me decía que, cuando él ya no estuviera, debía continuar con la tradición de prepararlo todo.

Ese día, mi tío Lucas no llegó a tiempo, lo cual era inusual, ya que solía ser de los primeros. Como era costumbre, los familiares elegían un lugar del claro para llegar desde allí en lugar de usar la entrada principal, por donde nosotros solíamos llegar. Adivinar por dónde aparecerían mi tío y los demás siempre era un desafío, y parecían sombras emergiendo del bosque. Ese día, mi tío Lucas se acercó a mí y dijo: "Alice, ¿no te parece extraño?". Le pregunté con curiosidad: "¿Qué es extraño?". "Nunca has cuestionado esto, ¿verdad? ¿Alguna vez te has preguntado quiénes somos realmente?", respondió con seriedad.

Continuó: "Estoy seguro de que has contado a tus amigos sobre nuestra tradición, a pesar de que tu padre te dijo que no lo hicieras. Seguro les parece extraño que todos tus familiares se reúnan en esta fecha y que tu tatarabuela siga con vida". Asentí con la cabeza, pero insistí en que eran nuestras tradiciones familiares y que me encantaba ver a toda la familia reunida, feliz de verse en este día. A pesar de que estábamos en un cementerio, no había nada tétrico al respecto, sino que era un lugar lleno de alegría donde celebrábamos la vida.

Con esas palabras, mi tío Lucas suspiró y dijo: "La vida... a veces, la extraño". Luego, me deseó un feliz cumpleaños, ya que cumplía 15 años, y me hizo una revelación: "Hoy podrás ver con nuestros ojos lo que sucede". Cuando lo dijo, levanté la mirada que había bajado inexplicablemente. Ya no era una figura de carne y hueso, sino un espectro. Por alguna razón, no me asusté. Mis preguntas se aclararon. Como siempre decía mi abuela, teníamos un vínculo especial con la vida y la muerte.

Por eso, no hay mejor día para mi que cumplir años el dos de noviembre.

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🫣 ¿Qué les pareció?, ¿Les gusto como aborde el tema?

Y como siempre, muchas gracias por leerme :)