El hombre cargado de años se sumió en sus recuerdos mientras se miraba en el espejo. Cerró los ojos y su mente comenzó a viajar hacia el pasado. 

Recordó con nostalgia los días de su infancia, cuando era un niño que jugaba a la pelota en la vereda del pequeño pueblo. A medida que avanzaba la tarde, sus compañeros de juego se iban marchando uno a uno, dejándolo solo con su pelota y sus gafas, que había guardado en un pequeño hueco en la pared de ladrillos para protegerlas de los impactos de la pelota.

Con paso lento, caminó de regreso a su casa, donde su madre lo esperaba. Mientras caminaba, su mente seguía explorando los recuerdos que había atesorado a lo largo de los años. Rememoró el tiempo en que los niños del lugar se reunían para jugar al fútbol en un espacio conocido como "el brete". Era un sitio donde solían cargar y descargar vacas en los trenes del ferrocarril. Sus amigos de entonces Berto, los Juan Carlos, Mario,Vicente,Toto, y el Ethel, que habrá sido de ellos? Se preguntó en silencio si aquel antiguo lugar aún existiría, si resistiría el paso del tiempo.

Una sensación de melancolía lo invadió al recordar que se había ido de aquel pueblo y nunca había vuelto. Había dejado atrás un rincón que le evocaba tantos recuerdos y vivencias compartidas con otros niños de su edad. En su mente, el pueblo pequeño se convirtió en un mundo de experiencias y emociones intensas, una especie de "infierno grande" en el que la vida transcurría con todas sus alegrías y desafíos propios.

Así, con los ojos cerrados y perdido en su propio mundo interior, el hombre siguió recordando y reflexionando sobre los pasajes de su vida que habían quedado grabados en su memoria, construyendo una conexión profunda entre su pasado y el presente que lo rodeaba.