Por ahora, los protagonistas de sus escritos quedarían afuera. Aquella noche, su mundo era aquella habitación repleta de ángeles, reyes y reinas del mundo real. El resto, bueno, el resto tendría que esperar.
Un coro de gritos de alegría lo sacó de sus pensamientos. Sonriendo, saludó con la mano a los seres fantásticos que lo observaban desde fuera, y cerró la cortina de la ventana para apresurarse al encuentro de quienes lo llamaban desde dentro.
– Hey, el regalo grande es el mío… -. Dijo mientras un grupo de niños le abrazaban las piernas
– ¡Feliz Navidad Tío!, ya llegó Santa.
Y aquella noche, Nochebuena por cierto, los protagonistas de sus historias se quedaron afuera… provisionalmente.