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Si se desmoronan mis piernas y brazos, me recluyo en mi diminuto ataúd en el que apenas cabe mi torso, mas desde aquí puedo emprender mi vuelo migratorio hacia cielos demenciales donde los pies no son los que dejan huellas. Déjame ir a ese mundo que para ti es bizarro, ese donde las casas se construyen con humo, con palabras o con pensamientos delirantes. No te interpongas, Lógica, o atravesaré tu perceptible presencia como saeta irracional que soy. Esto está destinado a los sensibles y a los orates… y de eso, traigo mucho en mis bolsillos. Apártate Sensatez, que mi rumbo ya está trazado y es ineludible ¿O creen que me vestí de amarillo y pinté mi rostro de dos colores para hacer juego con la cordura?
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Este enajenado no huye, se guarece en la sinrazón, pues aquí siempre es tibia la soledad.