No nos cabe dudas de que son muchísimos los fanáticos de los cómics de terror, de cualquier edad, que recuerdan esta mítica revista que comenzó su andadura en 1964. ‘Creepy’ era sinónimo de historias cargadas de humor negro, escenas truculentas y pasión por las criaturas surgidas de la oscuridad: vampiros, hombres lobo, muertos vivientes…
Podría decirse básicamente que esta publicación nació con la intención de ser la sucesora de las historias de crímenes y terror que publicaba la editorial EC, que precisamente fueron uno de los detonantes de la persecución que sufrió el cómic en los años 50 con el psiquiatra Fredric Wertham al frente, quien escribió el libro ‘La seducción del inocente’. Como ‘Creepy’ se publicaba como una revista, y no como un comic-book, pudo librarse de las restricciones que imponía el tristemente célebre Comics Code Authority.
Una vez esto sucedió, los autores tenían carta blanca para utilizar todos los personajes horrendos y las historias más macabras que se les pasaran por la cabeza. Todas ellas presentadas por un anfitrión de primera clase, el carismático Tío Creepy, quien rebuscaba continuamente entre sus polvorientos libros y su portentosa memoria para contar a sus lectores estas historias para no dormir.
Ahora siendo aún más sinceros, si a alguien hay que agradecerle la calidad que caracterizaba a la mayor parte de estas narraciones, ese es sin duda Archie Goodwin; quien fungió como guionista de buena parte de las historias contenidas en la revista, también fue el director de ‘Creepy’ durante sus primeros años.
Asimismo, una de las máximas principales en sus guiones era que los finales debían ser sorprendentes, inesperados y, buena parte de las veces, terriblemente salvajes. Pese a que no siempre lo conseguía, resulta difícil acercarse a una de estas historietas y no esbozar al menos una sonrisa socarrona ante las ocurrencias de este autor.
Como si todo esto fuese poco, Goodwin se rodeó de una cantera de excelentes dibujantes, entre los que destacan Jack Davis, Joe Orlando, Angelo Torres y Al Williamson. Todos estos grande artistas de corte clásico, con muy buena mano para jugar con los claroscuros, sirvieron para dar vida a los monstruos y criaturas más terribles del imaginario popular.
Ya en este punto hay que decir que tampoco se puede pasar por alto la presencia del maravilloso Frank Frazetta, que normalmente se limitaba a ilustrar las portadas, pero también dibujo algunas historias, como ‘¡El Hombre Lobo!’.
Gracias a Planeta, en España podemos encontrar la reedición que desde hace un tiempo está publicando Dark Horse, con tapa dura y fiel al formato de la revista original. En este primer volumen, todos los fanáticos del verdadero terror encontrarán los cinco primeros números de ‘Creepy’, en los que destacan historias como ‘El guardarropa de los monstruos’, ‘Tratando con lobos’, ‘La casa del juez’ y ‘Una historia de éxito’, esta última protagonizada por un historietista que asesina a sus ayudantes.
Asimismo también hay que señalar que, la única pega de ‘Creeepy’ es que entre tantas historias y tanto desfile de artistas, el resultado final es un tanto irregular por las diferencias de calidad entre unos y otros. Lo cual no impide que a nivel de conjunto sea una lectura excelente.
Joyas de Creepy
LAS MIL CARAS DE JACK EL DESTRIPADOR
Podría decirse que con esta obra se inauguraba en 1986 la colección Joyas de Creepy, en referencia a una revista que, en su edición española, había recogido a lo largo de 1984 las nueve historias que conforman el volumen. Hay que decir en este punto que esta obra supuso para ambos autores su regreso a la editorial de Josep Toutain, tras su estancia en ese breve espejismo de libertad creativa que fue la revista Metropol.
Sin duda una de las cosas más curiosas de un asesino en serie como Jack el Destripador es que habiéndose cobrado únicamente cinco víctimas –ya en la época había asesinos que superaban holgadamente esa cantidad– ha logrado mantener su resonancia hasta nuestros días.
Esta fascinación por el mito de El Destripador se ha plasmado en todas las manifestaciones artísticas posibles, desde un musical a un episodio de Star Trek. Obviamente la historieta no se ha visto libre del legado de Jack. Al reciente From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell, se unen el Gotham, Luz de gas de Bryan Augustyn y Mike Mignola, La linterna mágica de Guido Crepax, o La Patrulla Condenada que guionizara Grant Morrison. Y estos sólo serían ejemplos dispersos de diferentes plasmaciones tebeísticas de la leyenda de Jack.
Las mil caras de Jack el Destripador parte del último asesinato de El Destripador (el de Mary Kelly, perpetrado el 9 de noviembre de 1988), que se presenta en el relato que da título al recopilatorio. En esta edición se da rienda suelta a la fértil imaginación del autor, entremezclando relatos protagonizados por almas vacías sin la figura de Jack, con otros posibles asesinatos cometidos por un criminal que nunca llegó a ser capturado.
El guionista basa su ficción en un conocimiento de la realidad del Londres de la época, de hecho situaciones que plantea en su relato inicial aparecen también en otras obras más “serias” como From Hell. Partiendo de esos sustratos de ambientación realista, desarrolla una serie de historias en las que reflexiona sobre la inmortalidad del Mal, sobre sus diferentes manifestaciones y encarnaciones.
Sin duda la fascinación por lo mórbido, la locura, el convertir el asesinato en una forma de vida, o hacer de él una útil herramienta que te permite mantener abierto tu negocio de hostelería son algunos de los motivos que impulsan a aquellos que se creen herederos del legado de El Destripador.
También habría que mencionar que el creativo se aleja del enfoque maniqueo que tanto lastra a otras narraciones del género. Aquí el Mal no siempre paga, por el contrario se podría decir que saben apreciar los delitos ajenos bien cometidos, e incluso saborear la pieza impropia si está bien cocinada.
En esta edición existen personajes bien definidos, diálogos cortos y efectivos, así como ausencia de textos de apoyo; estas serían quizá algunas de las características externas del excelente trabajo de Antonio Segura.