A ti mujer joven y bella
al dulzor de tu boca grana,
frescor de fresas
y savia amarga.
A tu cuerpo,
a tu enardecido beso;
a tu mirada, foco de grandeza
que alumbra el arco iris,
en horizonte de poetas.
A tu suspiro,
a tu sonrisa.
A la flor de tu espíritu,
a la luna que vela tu sueño,
y contagia a tu tez el encanto
de la noche con manto abrileño,
cuando las aves callan su canto
y el rumor del río, rompe el silencio.
Nadie
Estos Versos los encontré en la estación de Ópera. Un anciano de mirada triste entró en el vagón repartiendo las fotocopias donde estaba escrita su vida, a cambio de la voluntad de sus hermanos. Aquí le rindo homenaje, en mi modesta bitácora carente de visitas, esperando a que alguien abra su corazón y, al recitar sus versos, sienta piedad del poeta.
al dulzor de tu boca grana,
frescor de fresas
y savia amarga.
A tu cuerpo,
a tu enardecido beso;
a tu mirada, foco de grandeza
que alumbra el arco iris,
en horizonte de poetas.
A tu suspiro,
a tu sonrisa.
A la flor de tu espíritu,
a la luna que vela tu sueño,
y contagia a tu tez el encanto
de la noche con manto abrileño,
cuando las aves callan su canto
y el rumor del río, rompe el silencio.
Nadie
Estos Versos los encontré en la estación de Ópera. Un anciano de mirada triste entró en el vagón repartiendo las fotocopias donde estaba escrita su vida, a cambio de la voluntad de sus hermanos. Aquí le rindo homenaje, en mi modesta bitácora carente de visitas, esperando a que alguien abra su corazón y, al recitar sus versos, sienta piedad del poeta.