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286. Viernes noche

286. Viernes Noche

    El Viernes por la noche los chicos de los coches robados estrecharán su relación con el peligro. Competirán por ver quién de ellos es el más rápido, y las zonas poco transitadas quedarán veladas por el humo de los neumáticos chamuscados. Algunos se llevarán la ovación del ganador y otros se dejarán la vida en el fuego del accidente.

    Mejor eso que agonías hospitalarias. Mejor el fin que una lucha de resistencia contra la muerte en la cúspide del dolor. 

    Una noche más de viernes, las lolitas de más de veinte, los adolescentes de más de treinta y los jóvenes de más de cuarenta, serán sombras nocturnas en los puntos más calientes de la ciudad. Las que tengan el grado perfecto de glúteo enardecerán las pollas de la concurrencia en las pistas de baile, y los que tengan la condición adecuada de atrevimiento y poesía, beberán la miel de los coños ociosos.

    El viernes por la noche la trampa se agrandará y los pobres de espíritu rogarán al diablo por un poco más de narcótico. Corazones fracturados y almas vacías naufragarán en los prostíbulos, y los orgasmos sin amor se sucederán en oleadas de hastío. También las comisarías se llenarán de quienes hace tiempo gastaron el comodín de su salvación, porque el grado de violencia, como el de la desesperanza y el miedo, aumentará varias décimas pasada la medianoche. 

    Otro viernes de perdición que se ahogará en la maldición de sus figurantes.





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