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Una conversación con Robert Ferrer i Martorell

Con motivo de la inauguración de la exposición “Línies Presents” del artista español Robert Ferrer i Martorell en la Fundación Chirivella Soriano de Valencia, Geometricae ha tenido la oportunidad de mantener una extensa conversación con el artista. Durante esta entrevista, pudimos conocer de primera mano detalles sobre la trayectoria artística y de vida de este creador, que se ha consolidado como una figura destacada en el panorama hispano-americano de la abstracción concreta contemporánea.

Robert Ferrer i Martorell a los dos años en el 1980.

¿Has nacido y crecido en Picassent cerca de Valencia, como ha sido tu infancia, a que jugabas, que recuerdos tienes?
Mi infancia fue una época muy feliz. Siendo el más joven de la familia, disfruté mucho de la compañía de mis hermanos. Uno de los recuerdos más vívidos que tengo es un chalet que tenían mis padres, ubicado cerca del pueblo. La zona estaba rodeada de pequeñas casas que se formaban alrededor de los motores de extracción de agua.
Había casas más terminadas y otras más modestas. Estaba en el término de Picassent, cerca de un motor llamado La Pedrera, junto a una cantera de piedra. Durante los veranos, los niños pasábamos todo el tiempo sin preocupaciones, ya sea en la piscina, en el frontón o simplemente jugando en la calle. He tenido una infancia fabulosa.

Francisca Martorell y Antonio Ferrer, padres del artista en la inauguiración de la exposción, 2023.

¿Que tipo de educación artística has recibido de tus padres?
Mis padres provienen de una generación que recibió una educación académica muy básica. Cuando eran muy jóvenes tuvieron que empezar a trabajar y apenas tuvieron oportunidad de asistir a la escuela. Se han ido formando con los años.

¿Como han percibido tu elección de dedicarte al arte?
Pertenezco a un concepto bastante clásico de familia, donde aún hoy en día, si un hijo decide dedicarse a las bellas artes genera incertidumbres.
Si tuviera un hijo que expresara interés en seguir ese camino, mi experiencia sería diferente a la de mis padres en ese momento.Y aunque hoy en día las artes en general están más aceptadas siguen siendo malinterpretadas.

Manuel Hernández Mompó | Casa abierta en el campo | 1982

Has declarado, en otras entrevistas, que en tu infancia no tuviste relación o interés por el arte y que te interesa a el en el momento de emprender tus estudios. Me cuesta imaginar tu infancia y adolescencia sin ningún contacto con el arte. ¿Cual es tu primer recuerdo relacionado con el arte? Por ejemplo personalmente me acuerdo cuando con seis años me regalaron un sello postal enorme con el Guernica de Picasso.
Hubo un primer contacto que tuve con el arte contemporáneo que recuerdo vagamente, pero sin ser consciente en ese momento de lo que significaba. Era un catálogo que estaba en mi habitación, creo que era de una exposición de Manuel Hernández Mompó en la Diputación en el año 1986, no entendía completamente lo que representaba pero recuerdo claramente que el libro tenía colores vibrantes. Siempre me llamaba la atención porque carecía de texto. Eran como escenas visuales y pensaba: ¡qué cosa más extraña!

Sí, sí, fíjate, yo aparte del sello con el Guernica que te decía, recuerdo que en casa había un tubo de gel para pelo de la marca Loreal, que tenía una composición grafica a base de líneas negras y unos rectángulos de colores planos que me llamaba mucho la atención y claro más tarde descubrí que estaba totalmente inspirado en Mondrian.
Me pasó lo mismo, mi primer contacto que tuve fue con ese catálogo, aunque en ese momento no tenía ni idea de lo qué era ni qué significaba. Recuerdo que era muy diferente a los otros libros que teníamos en casa, como los cómics. Era extraño y diferente, y eso me llamaba la atención, aunque no entendía su contenido.

¿En que circunstancias o en que momento te planteas la creación artística?
Durante una de las visitas que hicimos en la escuela a diferentes facultades, una de ellas fue a Bellas Artes. En ese momento pensé que tal vez era un lugar donde podría encajar, donde podría sentirme cómodo, aunque no tenía habilidad ninguna. No tenía ninguna actividad artística en la que sobresaliera.

Tu biografía artística sumamente documentada es bastante extensa, mientras tu biografía personal es bastante escueta, poco se sabe, a parte tus estudio en Bellas Artes en Valencia,  donde también cursas algunas materias del Doctorado, un curso en grabado y estampación, tu paso por Oporto y en fin Mallorca y poco más.
Una vez aprobé la selectividad y el acceso a la universidad no conseguí plaza directa y me quedé en lista de espera. Sin pensarlo mucho me fui a Londres con mi novia de entonces y allí estuve trabajando en mil cosas hasta que llegó el momento en el que las listas de espera de la universidad corrieron y me llamaron para decirme que tenía plaza, entonces abandoné aquello y me volví a España.
Yo en Londres había trabajado de una manera muy precaria. Entonces, cuando yo llegué a la facultad, me encontré con compañeros de promoción que estaban viviendo una experiencia completamente diferente a la mía.
Recuerdo que estaba allí todo el día, hacía asignaturas que no me había ni matriculado, tenía un interés por todo. Una de las cosas que siempre hice en la carrera fue trabajar los fines de semana. Trabajaba en bares, en discotecas, en 4º de carrera estuve trabajando para una empresa que se llama Johnson Controls en el polígono industrial de Almusafes, poníamos fundas a asientos para los coches Ford. Recuerdo que era tres turnos y yo compaginaba eso con la facultad.

¿Recuerdas algún profesor en la universidad que te haya marcado?
Un profesor que me marcó, pero no tanto por el arte aplicado, sino más por mostrarme otra manera de ver las cosas fue Vicente Ponce Ferrer. Impartía clases de crítica cinematográfica. No era escultor, ni era pintor, era más cercano a la teoría, a la intelectualidad que a la aplicación de las artes. El fue el único profesor con el que tuve relación fuera de la universidad, recuerdo que me visitó en mi estudio de Picassent y me compró algunas piezas.

¿Como surgió lo de abrir un estudio en Picassent?
Mi madre se enteró de un piso en alquiler que estaba totalmente destartalado al lado de nuestra casa. Estaba hecho una pena pero era muy barato, lo usé como estudio durante toda la carrera y cuando terminé la universidad todavía lo mantuve unos años mas hasta que me trasladé a Mallorca.

Robert Ferrer i Martorell en su estudio de Picassent, 2007.

¿Qué tipo de obras hacías?
En el viaje que realicé a Londres fue la primera vez que cogía un avión, al despegar de Valencia vi por primera vez toda la zona agrícola cerca de la Albufera, la zona donde había vivido toda la vida, me marcó mucho la vista de los campos divididos en cuadrantes de tierra, las diferentes tonalidades de colores y las láminas azules de las piscinas, todo ese ecosistema.


Vista aérea de La Horta Sud de Valencia en las inmediaciones de Picassent.
Robert Ferrer i Martorell | Serie “La llum de l’horta”, 2006. Metacrilato, gravado y papel, 16,50×16,50x8cm.

En toda esta zona se nota mucho la ordenación del territorio por cuadrículas, la herencia de la centuriación romana marcada por el paso de la antigua via Augusta. A Joaquín Michavila también le influyó mucho este paisaje…
Sí efectivamente…
Recuerdo que en mis primeras exposiciones llevaba una serie que titulé “La llum de l’horta” y eran cuadrados azules que representaban el agua, el mar, las acequias, y el rojo que eran lo campos de naranjos, el amarillo los limoneros y todo de una manera completamente abstracta.

Marie Claire Decay y Robert Ferrer, en la inaguración de Art Madrid, 2014.

La primera vez que te conocí en tu exposición de 2019 en el Museo Salvador Victoria de Rubielo de Mora, gracias a la intermediación de la gran Marie Claire Decay, viuda pintor que da nombre y contenido al museo donde estaba exponiendo, la cosa que más me sorprendió de ti fue tu atuendo.
Ibas con un impecable traje de tipo institucional. Me chocó bastante, ver un artista de tu edad, utilizar este tipo de vestimenta, cuando por costumbre los artistas suelen presentarse, de forma más desalineada, con algún que otro accesorio reconocible, con complementos a veces estrafalarios, otras veces simplemente de negro total. Si te tengo que ser sincero, en un primer momento, tuve la sensación de que se trataba de tu primera experiencia expositiva, una especia de bautismo o primera comunión donde el festejado se presentaba por primera ves en sus mejores galas. Y esto no me cuadraba con la solidez y lo estructurado que era lo que allí exponías. Con el tiempo llegué a darme cuenta que en realidad, esta tu vestimenta es parte fundamental de tu discurso precisionista, y esta seriedad con la que te presenta es de alguna manera la seriedad con la que presenta tu obra.
Como más recientemente he comentado en una breve reseña de tu reciente exposición en el escaparate del casal Solleric de Mallorca, “Robert, en su faceta pública como artista, elude la típica estética de aquellos artistas que buscan destacar a toda costa en un afán desesperado por ser originales. Sin ceder a estas convenciones, se presenta ante su audiencia con un atuendo de extrema neutralidad: un elegante y discreto traje, casi como un monje, con la firme intención de no desviar la atención de lo que verdaderamente le importa: su obra.”
¿Cuando empezaste a usar este tipo de atuendo, hay alguna motivación detrás?

Primero por una cuestión de gusto particular, quiero decir, a mí los trajes es algo que me parecen cómodos. Primero porque me gustan estéticamente y después también porque creo que  llevar un traje también es una muestra de respeto no solo a tu Obra, sino también hacia las demás personas que acuden a verla. No es que yo reivindique que las demás personas tengan que vestir de la misma manera que yo, cada uno que se vista como quiera, pero a mí personalmente me es útil. Primero porque también me ordena la cabeza y después también porque creo que es un símbolo que va muy acompañado a los artistas geométricos. Ves los catálogos de Eusebio Sempere o de Pablo Palazuelo y ves ese rigor también, incluso en sus vestimentas.

Robert Ferrer i Martorell en su exposición “Límites variables” en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), 2023.

Y te digo más, yo vengo de una familia de sastres y me fijo mucho en los trajes. Mi tío era un sastre conocido en mi ciudad y hacía traje y recuerdo la precisión milimétrica que aplicaba en sus creaciones. Y de hecho los pliegues del doblado del doble pecho me que recuerdan de alguna manera los pliegues que realizas en tu obra.
Es una bonita forma de compararlo, si te lanzas a utilizarlo, el traje es una vestimenta muy cómoda.

En la reseña que escribí sobre tu exposición en el Museo Salvador Victoria y que titulé “La fría ironía de Robert Ferrer i Martorell” quise de alguna manera demostrar que tu meticuloso trabajo celaba una cierta dosis de ironía, por tu jugar con algunos elementos móviles de la composición.
Sigo creyendo todavía que en tu trabajo, hay cierta dosis de ironía, una ironía seria, estudiada, meditada, una sutil ironía situaciacional, que no humorística o critica, que desafía lo convencional y que en realidad da vida y alma a tu trabajo. ¿Te sientes cómodos con esta percepción mía?

Sí, porque al final, mira, yo siempre me muevo entre la rigurosidad y el caos. Hay unos trabajos que parten de un estudio muy riguroso, pero hay otras piezas en las que hay un elemento en el que tú podrías hacer referencia a la ironía, que justamente habla de todo lo contrario, de ese caos, de ese movimiento de una varilla que se mueve y de repente está modificándolo todo. Una tipo de ironía que se refleja también un poco en mi vida. Antes no pensaba que mi obra tuviera reflejos de cómo soy personalmente, que hubieran guiños personales que se reflejaran en la obra. Y con los años me doy cuenta de que también soy un poco así, como cuando me pongo a trabajar soy muy ordenado con los tiempos, muy meticuloso, y si me obsesiono que tengo que estar a las nueve en el estudio y llego a las nueve y diez ya el día estoy girado. Pero después hay otros momentos en los que  soy todo lo contrario.

La tuya es una obra donde se expresa una manualidad industrializada o si prefieres una industrialidad manualizada, “artisanalizada”. ¿Hay una razón conceptual que te lleva a esto, o es solo una cuestión técnica, una practica en la que simplemente te sientes cómodo?
Mira, pasan las dos cosas: por un lado, en el proceso de realización de la obra si lo haces de una manera manual, van surgiendo nuevas ideas y el proceso acaba siendo  una fuente inagotable de nuevas obras. Quiero decir que si tú estás dentro de todo el proceso,  ahí es cuando te das cuenta de que hay muchos accidentes, de que hay muchas posibles obras dentro de una misma obra. Si estás atento a eso, ahí puedes desarrollar mucho trabajo propio.

Antonio Asis (Buenos Aires, 1932-2019) en su Atelier de Paris. Fotografía de Michel Lunardelli, 2013.

Por ejemplo yo conocí a Antonio Asis en París, gracias a la galería de Miami con la que trabajaba y me concertó una entrevista con él. Ya era un hombre muy mayor, fui a verlo y era una persona encantadora, una persona que había estado toda la vida trabajando con las manos y seguía trabajando con las manos. Seguía haciendo a mano todos los círculos, esos círculos cromáticos casi perfectos, y aunque le ayudaba un asistente, él estaba siempre encima de todo. Entonces a mí me dio unas ciertas pautas que todavía recuerdo y valoro y es que te tienes que alimentarte de tu propia obra, estar atento a tu propia obra, para que tu obra actual sostenga tu futura obra. En los procesos industriales o en los procesos de maquetación digital hay mucho proceso  que en mi caso que pierdo. No digo que no sea válida para otros artistas, digo que es válida la manera en que yo lo hago para mi obra, para mi manera de ver. Entonces sigo esas pautas, porque también con los años me he dado cuenta de que las imperfecciones que surgen en mi obra la humanizan. Hablo siempre en conjuntos de obra de un formato posible, abarcable para obras en espacios de grandes dimensiones forzosamente tienes que pasar por procesos industriales.

¿Entonces realmente la realizas toda tú manualmente?
La única pieza que no he hecho en esta exposición ha sido una pieza de acero, porque no tengo los conocimientos para trabajar bien el acero, la escultura de la línea, o sea, el dibujo tridimensional. Es la única pieza que yo no he hecho. La mayoría las he realizado yo íntegramente y otras con Aina Albo, que me ha ayudado mucho para esta exposición.

Si no recuerdo mal, tu padre tenía una joyería y empezó su carrera como orfebre aunque luego fue derivando hacia la óptica, de la que en un momento dado tú decidiste no hacerte cargo y no seguir con la tradición familiar.
Mi hermano mayor es el que está continuando esa tradición.

En la orfebrería, se requiere una destreza y precisión meticulosa, además de la habilidad para trabajar con piezas que poseen un alto valor tanto material como sentimental. ¿Consideras que esta faceta de tu padre podría haber influido en tu enfoque hacia la creación artística?
En parte sí, la metodología es la misma aunque la finalidad es muy diferente. Si una montura no se monta bien y cae el cristal tiene unas consecuencias, si yo hago una obra mal ejecutada, no. Si un reloj no te dé la hora exacta, pierde completamente su función, pero en mi caso no, no tiene esa radicalidad de utilidad, no tiene una finalidad de uso. Desde pequeño siempre he estado rodeado de máquinas de precisión, y ahora en el taller mi hermano tiene máquinas digitales donde cortan los cristales y es una maravilla verles trabajar. Siempre hay algo que te queda sobre la precisión, el trabajo bien hecho, sobre lo que tú consideras que está bien acabado y eso sin duda viene de un tradición familiar, porque es algo que he visto muchas veces en mi casa.

Muchas veces me he preguntado que es lo que aprecio de tu trabajo, y claro las respuestas son múltiples, antes que todo es el hecho que se trata de un trabajo extremamente personal, y que las reminiscencias de otros artistas, a pesar de estar conceptualmente presente, eson en realidad totalmente celadas. Otra cosa que aprecio mucho, es que no juegas con lo fácil, no hablas con facilonería a la inmediatez de la percepción visual, jugando con tópicos, como por ejemplo el colorismo, para seducir a tus espectadores. En tus obras, sobre todo las de tamaño gigante, nunca de te relacionas con la pared para tomar posesión de ella, para hacerla tuya, más bien te quedas en la superficie, respectando si queremos la esencia de la pared misma, que es parte de una arquitectura, y que a su modo también tiene su esencia.
Sí, mi respecto hacia la esencia del soporte viene del hecho que para me es muy difícil intervenir en algo que tiene su propia naturaleza. Yo en el fondo tengo una aproximación muy básica hacia el soporte y si tuviera que relacionarme con el, con el muro, lo haría intentando hablar el mismo leguaje constructivo y arquitectónico.
Por ejemplo tengo la idea de utilizar en un futuro baldosas cerámicas y hacer una serie de revestimientos, como alicatados de un muro y me gusta la idea porque se trata de elementos tridimensionales, con sus espesores y su esencia constructiva.

Catálogo de la exposción “Porte á L’invisble“, Instituto Cervantes de París. Texto de Juan Manule Bonet, 2016.

He estado releyendo un texto del gran Juan Manuel Bonet del catálogo de tu expo “Porte á L’invisble” en el Instituto Cervantes de París, para buscar inspiración para alguna pregunta que pudiera hacerte, y como me pasa casi siempre con los textos de Bonet, son tantas la referencias cruzadas que emplea, la apabullante ristras de artistas que consigue relacionar con la obra de uno (Helmut Federle, Miró, Mompó, Gabo, Pevsner, Calder, Vantegerloo, Moly Nagy, Noguchi, Fontana, Soto, Antoni Llena, Sempere, Palazuelo, Schwitters, José María Sicilia, Luis tomnasello, Antonio Calderara) que al final me he quedado sin algún resquicio donde poder preguntar algo que todavía no se haya relacionado con tu obra. Así que me gustaría preguntarte sobre Macaparana que según Bonet es un artista brasileño que estimas bastante y a lo mejor me puedes contar algo sobre su obra y ayudarme en descifrar, de paso, la tuya.
Macaparana es un gran artista aunque debo decirte que no es propiamente un referente para mí. Mi gran referente es Sempere, además de Antonio Asis, Pablo Palazuelo, Elena Asins, incluso Barbadillo. O sea, yo bebo de una fuente en general más europea y creo que Bonet en este texto habla de una relación entre la obra de Macaparana y la mía a raíz de una exposición que presenté en la galería Lina Davidov en Paris donde había utilizado una paleta mucho más cromática. En Brasil, en general, se emplea la geometría desde un punto más de contraste cromático.

¿Piensas que tu entorno personal, como vivir en una isla, afecta cómo ves y entiendes tu particular forma de entender la geometría?
No, creo que la geometría al final, cuando te distancias de un referente figurativo, te encuentras en un análisis propio de conceptos, de espacios, de movimiento y de rotaciones de módulo, creo que la puedes ejercer prácticamente donde sea.
Me influyen más los espacios en los que realizas ese trabajo, el taller. Me pasé bastante tiempo teniendo un taller en un bajo en Corea, una zona muy deprimida de Palma, y cuando me he mudado al pueblo de Selva, ahí sí que he notado muchísima más calidad de trabajo, muchísima más tranquilidad. En Corea no tenía luz natural y ahora la tengo, solo eso lo condiciona todo.

¿Cual es tu rutina diaria de trabajo, como preparar tu estudio. Escuchas música, hay alguna que empleas para que te inspire?
Mi rutina diaria, cuando tengo proyectos que son muy absorbentes, es dedicación exclusiva y total a mi obra. Cuando estoy en un proyecto estoy como conectado a un wifi que no se apaga. Normalmente me levanto por la mañana a las siete y cuarto, siete y media e intento estar en el estudio como máximo a las nueve, no me gusta llegar más tarde de las nueve porque ya me desconcentro, es mi rutina. Me quedo trabajando hasta las dos, dos y cuarto, después vuelvo a casa y a las cuatro vuelvo al estudio para trabajar hasta las ocho y media, nueve. Cuando llego a casa me ocupo de la parte digital, de las fotografías cuando tengo que retocarlas o si tengo que enviar algún correo que contestar.
Y música sí escucho, intento escuchar música de todo tipo, escucho mucho punk y mucho rock. Cuando trabajo necesito muchísimo ruido en mi cabeza, necesito música muy agresiva, muy acelerada. Escucho a los Ramones, Extremoduro o Lendakaris muertos: un tipo de música que me ayuda paradójicamente a la concentración. Por ejemplo, cada vez que tengo que utilizar el ordenador escucho siempre las mismas listas de canciones, en bucle.

Robert Ferrer i Martorell en su estudio de Selva (Mallorca), 2023.

¡Quién lo diría!
Pero después también oigo mucha música clásica, soy muy ecléctico en la música, menos la radio fórmula, que me agota. La música clásica me encanta pero también creo que me afecta de una manera, como diría…

¿Melancólica?
Sí, a veces me da melancolía y me cambia el estado anímico, con la música acelerada nunca me pasa.

¿Sueles leer?
Sí, me gusta leer, lo que pasa es que, claro, con los proyectos tengo menos tiempo. Ahora estoy leyéndome la Máquina de follar de Bukowski, no hace mucho empecé a leer Bukowski ya que no lo había leído antes. También leo y consulto muchos catálogos, tengo mucha memoria visual y cuando algo me recuerda a obras ya vistas me voy a la biblioteca y busco en los catálogo y me entretengo bastante leyendo. Busco cosas que necesito para mi trabajo y que me ayuden a entender más sobre ello. Recientemente en un catálogo de Eusebio Sempere, me fijé en una obra que se llama “Cinetismo” del año 57, en la que había prácticamente el mismo planteamiento que yo estaba haciendo con los círculos a modo de módulos aunque los desplazamientos están mas ordenados como reglones, son descubrimientos fantásticos.

Sí, son los que Baudelaire llama de alguna manera correspondencias.
Sí, hay unas correspondencias en el espacio, en el tiempo, que no es inspiración porque nunca la has visto anteriormente.

¿Cuáles son tus intereses más allá de lo artístico? ¿Qué te mueve, inspira y a qué dedicas tu tiempo libre?
Tengo poco tiempo libre y mi tiempo libre casi siempre esta ligado al arte. A parte del arte, soy muy futbolero, me gusta el fútbol y lo sigo, soy seguidor del Valencia de toda la vida, tengo unos gustos bastantes comunes.

¿Te gusta ver películas? ¿Cuales son tus preferidas?
El cine es una cosa que me gusta mucho y ejerzo poco. Cuando vivía en Palma tenía un cine delante e íbamos bastante, pero desde que nos fuimos a vivir al pueblo y hemos estados metidos en la reforma del estudio que nos ha ocupado todo el tiempo libre disponible.

Aina Albo Puigserver en su estudio de Palma de Mallorca.

Esta es una pregunta que ya le hecho a tu compañera de vida Aina Albo Puigserver, artista que también se mueve en los ámbitos de la abstracción geométrica. ¿Cómo es vuestra relación en la producción artística?
Para mi Aina es una figura muy importante, necesito su visión en determinados momentos porque yo tengo una tendencia al caos. Cuando empiezo una investigación, voy estirando del hilo y me voy alejando del planteamiento inicial y allí está Aina que es más formal y es la que coge el calendario y me va marcando los tiempos. Es ella que me recuerda todos los plazos que hay que cumplir para una exposición, cuando hay que terminar, el embalaje, el transporte, etc., Yo soy como un perro trufero, me pierdo buscando la trufa y corro el riesgo de que me olvido lo que estaba realmente buscando. Necesito que alguien me diga, eres un perro trufero, busca la trufa. En mi caso, creo que Aina es más fundamental para mí que yo para ella. Tiene más claras ciertas cuestiones, yo le puedo ayudar en algunos aspectos, pero creo que ella tiene más claros ciertos movimientos dentro de su obra. No quiero decir que con la mía no lo tenga pero sí que estoy más abierto a la discusión. Ella en contra es más rígida, no lo necesita.

¿Dónde crees que se sitúa en estos momentos tu producción artística?
Esta exposición me ha sido muy válida para poder tener enfrente todas las líneas de trabajo. Casi todas, tampoco quería meter todas las líneas porque también había que dotarlas de unas piezas suficientes maduras como para que estuvieran bien representadas. Era absurdo presentar una pieza de una línea descontextualizada porque parecería que es una obra aislada. Entonces estoy en un momento en que esta exposición también me ha ayudado a tener enfrente todos los trabajos, todo mi presente y eso no ocurre normalmente, porque lo normal es que tengas una exposición en la que te centres en una serie en concreto ya sea “modulacions”, “proporcions” y tengas una recopilación de ocho piezas que solo habla de una cosa.  Veo que hay líneas que pueden crecer mucho más. La línea de los aluminios puede ser mucho más expansiva, puede crecer a formatos como los que hablamos de la pieza, la única que hay de peana, se puede hacer una obra de dimensiones gigantes, una escultura monumental.
Los desarrollos en papel de dibujo milimetrado, por mucho que crezcan, siempre van a tener el mismo juego, puedes hacer un papel milimetrado de tres metros, pero no va a tener más importancia que un dibujo de 20 por 20 centimetros.
Me parece que está bien tener líneas con obras más silenciosas y otras con una voz más alta. También me ha ayudado a reforzar la idea de lo que quiero hacer en un futuro y lo que quiero hacer es seguir llevando estas líneas, porque todo mi trabajo siempre es acumulativo, siempre hay algún rastro, algún recurso que yo voy llevando de una línea a otra. Y quiero seguir haciendo eso, no me planteo hacer cambios sino evoluciones.

Como ves el mundo de la abstracción geométrica en general en relación con las otras corrientes artísticas?
Con los años voy definiendo más mi trabajo y se va volcando en una investigación más propia. A mí me da la sensación que los artistas que aplican la geometría cada vez se vuelven más geométricos. Todo el tiempo de investigación se vuelca en algo que ya previamente sabes que te va a interesar y por consecuencia te vas despegando de otras corrientes artísticas.

Sí, todos tenemos nuestras preferencias, por supuesto hay figuración que me gusta, hay arte conceptual que me gusta también, reconozco su calidad pero no me interesa.
Sí, sí que sabes apreciar. Claro, sí que sabemos apreciar la calidad.

Rafael Canogar y Robert Ferrer i Martorell en la inauguración de Art Madrid, 2013.

Es un poco un sesgo de tipo túnel, pero hay ciertas cosas como que no le puedes dedicar tiempo a todo y al final te quieres dedicar a algo que ya en principio crees que te va a gustar.
¿Y en el ámbito de la abstracción concreta te relacionas con otros artistas?
Pues sí, sobretodo por la necesidad de tener que hablar de tus propios conflictos internos. Por ejemplo cuando voy a Madrid me junto con otros artistas cercanos, Emilio Gañán, Carlos Cartaxo, David Magán o Waldo Balart y  aquí en Valencia por ejemplo, con Amparo Tormo.
Además personalmente tengo una cierta fascinación por artistas que no son de mi generación gracias sobretodo a mi amistad con el coleccionista Javier Badenes.

Javier Badenes Martín (Colección Ars Citerior), Robert Ferrer i Martorell y Gianfranco Spada (Revista Geometricae) en en la exposición “El proceso de la forma” en el Museo Salvador Victoria de Rubielo de Mora (Teurel), 2018.

Con  los años me ha ido dando mucha información de artistas que desconocía totalmente. Muchos de los artistas que han pasando a formar parte de mis referencias, los conozco sobretodo con mi relación con coleccionistas, que suelen tener una visión más intergeneracional. Gracias a estos contactos he descubierto artistas como Joan Claret, Gómez Perales o el mismo Salvador Victoria, por citar algunos.

Tu obra es tan peculiar y tan personal que no consigo relacionarla directamente con ninguna corriente dentro de la geometría, y es algo que no me pasa con muchos artistas.
Es que todas las corrientes también tienen muchas directrices en ellas. Por ejemplo con la abstracción de Palazuelo o la de Sempere, si miramos bien, a pesar de ser bastantes diferentes, en sus amplias trayectorias  hay elementos que convergen, que se tocan, con mayor o menor intensidad, pero siempre hay algo próximo.

Sí, estoy de acuerdo, pero por ejemplo, incluso si nos limitamos a los artistas españoles para no ampliar demasiado el campo, si investigas a fondo, imagínate utilizando un programa informático, esos puntos de contacto de los que hablas surgen muchas veces, y en algunos artistas, con mayor frecuencia. En tu caso, no veo ningún punto de contacto con los artistas de tu generación.
Claro y no voy a tener en cuenta las partes móviles que utilizas, ya que por ser móviles podrían parecer unas referencias, por ejemplo a Calder, y en realidad en tu caso es solo un recurso.

Claro entiendo lo que quieres decir es que por colocar unos elementos colgados, que se muevan y giran en el espacio no se vuelve un Calder. Ojalá fuera tan directo, ojalá con la simple utilización de un recurso la obra se volviera un Calder, ¡qué maravilla sería eso!, pero no, para eso tienes que ser Calder.

Robert Ferrer i Martorell, serie “Porta oberta a l’invisible”, en la exposición “El proceso de la forma” en el Museo Salvador Victoria de Rubielo de Mora (Teurel), 2018.

Y como te decía en tu caso no encuentro puntos de contacto claros con otros artistas, cuando con muchos otros artistas me pasa lo contrario y suelo encontrar muchas relaciones, a veces creo demasiadas.
No sabría identificar por qué, creo que hay artistas que sin buscarlo llegan a puntos de conclusión cercanas. No creo que haya un empeño en querer aproximarse.
Por ejemplo una vez en el estudio de David Magán, un día que coincidimos Emilio Gañán y yo, David tenía una maqueta que había hecho con unas tiras de plástico que había grapado y había creado un conjunto de cubos, como si fuera una pirámide de terrones de azúcar. Lo tenía puesto en la pared y pensaba esto lo reconozco, esto me lleva hasta, por ejemplo, las piezas que hacía Tomaselo, aunque en el fondo no tenía nada que ver. Emilio Gañan tiene unas piezas que eran unos cuadrados de cubos amarillos, que eran de una forma parecida, simplemente con el cambio de color, con un desplazamiento y una ordenación un poco diferente, pero al final con conceptos cercanos, aunque quizás partan de premisas muy alejadas.
Nuestro abecedario en el fondo es muy básico en algunas cosas y es normal que los artistas coincidan, si la aplicación cromática se parece más, la aproximación es mucho más cercana.

¿En el fondo creo que es más complejo que eso?
Sí, puede ser, puede ser que sea más complejo, porque también hay una naturaleza propia de cada artista que hace que te sientas cómodo con los planos que tú manejas.

¿Y por qué eliges esos planos?
Porque son afines a mí y a mi manera de entender las cosas.

Entonces, ¿por qué?
Creo que hay veces en que los trabajos evolucionan de una manera muy casual, muy fortuita. Sabes que algo no funciona y lo descartas. Hay veces que te atascas en ciertos métodos y en otras ocasiones la disposición de cuatro papeles al azar te marca el camino. O montas una estructura sobre unos pliegues, un boceto que siempre estás viendo de una manera y en un momento dado, cuando te levantas a bordear la mesa, la observas en vertical, desde otro punto de vista y en vertical funciona muchísimo mejor. Eso es completamente fortuito, porque tú estabas trabajando en el frontal y ahora de repente al cambiar la visión la esta pieza en vertical funciona mejor, mejor que en horizontal.

Robert Ferrer i Martorell, montaje de exposición, 2023

¿Y una vez terminada la obra qué relación tienes con la pieza que acaba, por ejemplo, en una colección publica o en una casa privada? Me gustaría saber, tanto a nivel psicológico, por el hecho de desprenderse de la pieza y también a nivel técnico, por si te interesan las cuestiones de la colocación o de iluminación.
Creo que cuando sacas la obra del estudio, pierdes autoridad exclusiva sobre ella. Tienes que saber desprenderte de, se incorporan muchos más conceptos que cuando únicamente la estás observando en el estudio como por ejemplo la crítica. Hay crítica constructiva y hay crítica menos productiva y tienes que entender que eso pasa cuando sacas la obra del estudio. Si no quieres arriesgarte a eso, no la muestres. La relación que tengo con la obra una vez instalada es que generalmente está peor colocada de lo que a mí me gustaría, generalmente porque las obras se colocan en un contexto diferente al que has pensado, eso creo que nos pasa a la mayoría de los artistas.  No todo el mundo tiene la posibilidad para disponer de una correcta instalación de iluminación o de un espacio adecuado. Otras veces puedes dar información sobre cómo instalarla, de hecho, muchas obras voy a montarlas personalmente porque los elementos móviles necesitan un montaje especifico. Después el coleccionista sigue comprando obras que siguen interfiriendo con la tuya, unas veces para bien y otras para mal. En este sentido hay que soltarse, a mí me costó mucho y es una de las cosas que aprendí con las ferias de arte. Una cosa es ver la obra en el estudio y otra cosa es verla en las ferias, con más ruido visual, con los reflejos del metacrilato, con la gente que pasa, al lado de obras que a veces te ayudan y a veces no. Entonces tienes que aprender a vivir tu obra de otra manera, con más visiones posibles.

Antes has mencionado la crítica, pero me parece que te referías más a la crítica de la gente que a la crítica periodística.
Sí, me refiero a la critica del publico, realmente creo que apenas existe la crítica de arte, hay muchas más crónicas que críticas.

Sí, se ha perdido y es una pena porque la crítica creo que es constructiva, aunque pueda ser demoledora en algunos casos, siempre es constructiva…
Sobre todo si el artista tiene derecho de réplica se puede abrir un debate muy constructivo.

Pero en el derecho de réplica en realidad hay un desequilibrio.
Sí, un crítico puede volcar su crítica en un medio y quizás el artista no vaya a tener acceso a ese mismo medio para replicarle.

Al final parece más efectiva la crítica sustituida por la selección, digamos que si te seleccionan para hacer determinadas exposiciones, en determinados lugares, esto es el equivalente a una buena critica…
Sí, lo que está claro es que por desgracia la crítica está en horas bastante bajas.

También los creadores tienen parte de responsabilidad en esto, recuerdo por ejemplo los casos de demandas en los tribunales de arquitectos internacionales hacia determinados críticos y también en arquitectura la crítica ha desaparecido en partes también por esas demandas. Personalmente como director de una revista, he llegado al punto que ya no me apetece hablar de forma negativa, y prefiero centrarme en las obras y los artistas que me gustan. Hay tanto artistas y obras interesantes que cualquier crítica de algo que no lo es, sería para mí una enorme pérdida de tiempo.
Antes los artistas tenían menos visibilidad y ahora con las redes sociales hay muchísimas más posibilidades. Antes había como una liga de los buenos, una liga que se forjaba con el apoyo de la crítica y los medios solo hablaban de los miembros de esta liga. Ahora con la visibilidad que pueden alcanzar los artistas con sus propios medios y sin necesitar el filtro de la crítica, las cosas han cambiado mucho.

Puede que sea esta una razón también pero bueno yo en realidad intento no perderme en ciertas cosas que no me ayudan y no me aportan nada. Lo único que sé es que no se puede hacer una crítica sobre algo que no conoces en profundidad.

Ya de hecho ahora en las redes sociales tienen tirón algunos críticos blogueros que se dedican a la crítica de arte entendida como una maquina apisonadora, y parece que se estén buscando más un reconocimiento personal que una aportación a la crítica de arte.
Bueno de estos no vale ni siquiera la pena hablar…

Volviendo a los artistas geométricos actuales, te das cuentas de que hay muchos que por desconocimiento o directamente en mala fe están copiando y haciendo un tipo de obra que ya ha sido hecha hace tiempo. De hecho una de la misiones de Geometricae es sobretodo la de dar a conocer los mejores artistas de esta corriente que a lo largo del tiempo hayan ido dejando obras que son referencias, y en el fondo pienso que en arte como en la ley no se admite el desconocimiento.
Sí, el problema es que hay una geometría fácil de ejercer que no de alcanzar. Este desconocimiento produce una saturación de artistas que están haciendo un tipo de obra que no está basada en ningún método, ningún proceso.



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