Por alejarnos un poco del mal rollo emanado de la miserable octavilla del otro día, he estado leyendo antiguos textos míos para mis +Hermanos de Fratertempli Orden del Temple, que creo nunca subí a Facebook y encontré éste que os subo hoy por reflexionar un poco.

Espero que ninguno os molesteis por culpa de mi imaginación y palabras.

Estimados +Hermanos, estefin de semana quisiera que me acompañárais en una especie de hipótesis, o mejor, en una Historia inventada.

Juan, del 1,9 al 1,11 nos dice que:

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Figuraos que Jesús el Cristo volviera ahora, en este mismo momento, sin avisar, sin decir ni al Vaticano ni a ninguna jerarquía que había regresado. ¿Que ocurriría, que le ocurriría?

Pensad que andando llega a cualquiera de las colas del hambre, por ejemplo en Madrid, y cogiendo un bocadillo de sardinas, lo multiplica y reparte entre todos los que están allí para recibir su comida diaria, con el lógico asombro de Cáritas o de cualquier otra ONG voluntaria en el reparto de comida.

Ya que estamos en Madrid, figuraos que llega a la casa de campo y empieza a hablar a las inmigrantes que allí ejercen la prostitución obligadas por esos delincuentes proxenetas y traficantes de personas.

Que otro día se acerca a los hospitales y empieza a sanar a enfermos en las UCI.

Que, puestos ya, se encuentra con jóvenes de botellón sin bebida por todos los establecimientos cerrados por el toque de queda y de la fuente de agua empieza a manar vino.

Figuraos que, después de hablar a y con la gente de pisos de realojo y algún ocupa, llega a La Almudena, a la catedral de Madrid y se encuentra al arzobispo con todos sus ropajes y acompañado de todo su séquito de jerarcas, la tienda de souvenires, los cepillos para las limosnas, las maquinitas en las que por una moneda te dispensa una estampita de su Madre o un rosario de cuentas verdes, etc. y le suelta al arzobispo lo que a los mercaderes del Templo, o Les Habla del amor hacia los demás, de la solidaridad, del apostolado fiel a su Mensaje. Que les habla del camello y el ojo de la aguja y que terminara diciendo que Él delegó en Pedro y en los demás, que a fuerza de ir muriéndose les ha llegado a ellos esa delegación pero que como ha vuelto, se acabó la delegación, que se despojen de esos ropajes carísimos, de esos gruesos anillos de oro con gemas engarzadas y que si son fieles, que le sigan por los caminos llevando la Palabra y acercando a la Luz a los que hoy están lejos de ella.

¿Que ocurriría? ¿Que pasaría?

Estoy muy tentado de dejar aquí y ahora este monólogo reflexivo, que alguno tachará de despropósito populista y demagogo, y dejar que vosotros pongáis fin a esta historia, pero no, voy a dejar que penséis en ello después y voy a continuar con lo que yo creo que pasaría.

Lucas 9,22 nos narra:

Y les decía: «El Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades judías, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Lo condenarán a muerte, pero tres días después resucitará.»

Creo sinceramente que lo expulsarían de la Catedral por provocar y protagonizar un delito de odio contra los católicos.

Como ya le buscaría la policía por repartir pan y sardinas a todos los de las colas del hambre, denunciado por aquellos que llevan los comedores sociales por distribución de comida sin haber pasado controles sanitarios, le detendrían a las puertas de la Catedral jaleados por la manifestacion pidiendo justicia contra El por parte de chulos y clientes por dirigirse a las prostitutas y liberarlas con sus palabras. 

Al poco, en comisaría, se uniría la denuncia de sanidad por intrusismo al sanar enfermos, y la de los comerciantes y padres de los jóvenes del botellón, unidos a Parques y Jardines, por lo del vino en la fuente, para ser, finalmente, excomulgado por la Santa Madre Iglesia por sus herejías.

Esta absurda historia tiene su punto serio, y creo que es la reflexión sobre si Jesús el Cristo, condenado a muerte en el siglo I ahora, en el XXI lo tendría más fácil o más difícil para traernos su Mensaje y acercarnos a La Palabra.

Queridos +Hermanos, si no sería fácil para Jesús, pensad en lo difícil que es para nosotros el intentar llevar sus palabras al resto de seres humanos. Pensad en las barreras con las que nos estrellamos, en lo duro que es que se escuche Nuestra voz.

Solo nos queda vivir nosotros lo más cercanos que podamos al Camino que Él nos marcó y dar testimonio con nuestro ejemplo, con nuestra vida, a los que tenemos más cercanos, a los que nos rodean en nuestro barrio, por ejemplo, de lo que es ser cristiano, de lo sencillo y fácil que es ser cristiano, pues, esencialmente, basta con amar al prójimo, no desearle mal y ser solidarios, en sus penas y en sus alegrías. 

Eso se espera de nosotros, +Hermanos Templarios, que los seres que nos rodean se sientan atraídos por nuestra forma de vivir, por nuestra forma de comportarnos, y una vez logremos esto, al igual que Juan el Bautista, digamos: 

"De Él yo hablaba al decir: el que ha venido detrás de mí, ya está delante de mí, porque era antes que yo." (Juan 1 15)

Espero perdonéis mis palabras y la imaginación de esta reflexión mía al empezar mi texto.

Mientras, que disfrutéis de un buen domingo en compañía de vuestros seres queridos y que el Espíritu de Nuestro Señor  esté siempre con todos vosotros.

FTAT, +Anselmo