Un poema que empieza
con la palabra "tengo"
delimita y estructura
todo eso que poseo
que es mío,
que me permito poseer;
y a pesar de ser
un poema de pérdida
empieza con lo que tengo
porque desde la primera línea
hay una afirmación lingüística
que oculta resiliencia
hacia el caos de la vida
y el dolor del amor.
Porque el lenguaje es acción
y las palabras también
pueden funcionar
como puente del que saltar
como puente para cruzar,
porque la palabra también
modifica el mundo que golpea
abriéndole una grieta
o dinamitándolo todo;
porque nombrar no es inocente
y el lenguaje nos configura
y en cada palabra, hay y debe haber
resistencia.