Me ataca el insomnio, habito mis abismos sonámbula, persiguiendo una quimera con los ojos ciegos. De madrugada, ausente y sin escape, no quiero sucumbir ante el horror de mi misma.
Por momentos, Abrirme es desangrarme, es exponerme a mi propio agujero negro. Y en algunas ocasiones, no abrirme es la asfixia de perderme Frente a mi reflejo, de mirarme pero no reconocerme, de estar flotando en un vacío azul profundo que nunca se convierte en mar.
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Con los dedos de los pies dormidos y helados, me voy otra vez sin corazón y sin zapatos. A esperar que salga el sol o que se apague para siempre, a vivir un nuevo día anestesiada de intuiciones; a esconderme en laberintos para no tenerme frente a frente y desangrarme