En la aurora llegan trenes silenciosos a esta ciudad provinciana amenazada por la oscuridad que oculta los jardines, los monumentos negros, los carteles del no, los últimos restos de cordura
Llueve, no se borrarán los laberintos pero llueve, se desgobierna la Piel y solo quiero buscar otra piel por los suburbios, allí donde los que perdieron agitan la alquimia como una solución miserable, quiero sofocar el fuego, hacer cuadrículas amarillas en el libro de los ladrones de la alegría.
Anoto los milagros.