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Náufrago: la pesadilla y el despertar en el cine

(Martín Farina y Willy Villalobos, 2022). Viernes 25 de agosto a las 17 en Sala Lugones, DOCBSAS

por Oscar Cuervo

La contraofensiva montonera solo puede Ser Mal Contada. No se trata de una imprecisión historiográfica sino de uno de esos nudos de la historia que exceden su narratividad. Siempre hay algún detalle al margen, una nota al pie que falta, un desvío imprevisto, un pensamiento fugaz que pasa por la cabeza de uno de los involucrados y sacude al conjunto, la pieza de un rompecabezas que no puede completarse porque sus bordes no encajan con el resto, unidad imposible, magma saturado de chirridos y silencios, rumores raspados, almas en pena, plegarias desoídas, presagios de una señal que se ahoga en el ruido, huecos del sentido. La contraofensiva no se deja integrar a la tragedia de los años 70 según los conceptos bien establecidos. Otros acontecimientos -la noche de los lápices, la masacre de los palotinos, el asesinato de Rucci, los vuelos de la muerte, el juicio a las juntas- son materias narrables. Es claro que puede hacérselo desde puntos de vista distintos, resaltando y valorando ciertos gestos y actitudes y repudiando otros, según la posición política del narrador. Creo que con la contraofensiva es diferente. Algunos amigos que estuvieron involucrados en ella trataron de contármela una y otra vez en estos años, pero siempre tengo la sensación de que hay algo importante para ellos que no comprendo, como una excrecencia a la que la Historia no se presta a integrar.


Náufrago ensaya la respuesta formal a este problema: una historia que solo puede ser mal contada. El clasicismo no es un recurso disponible sin alterar la irregularidad de lo real, pero tampoco lo lograría una escrupulosa investigación histórica. Ni narración ni investigación, ni documental ni ficción, ni denuncia ni reconstrucción racional. La experiencia personal vuelve como pesadilla, con fantasmas amigos, nombres, lugares, santos y señas. Hitos que incrustan cronologías y topologías, adentro, afuera y más afuera, antes y antes de antes y después de ahora, 1975, 1979, 2004, mañana. El rumor del tiempo es un océano sonoro con interferencias. Desde el primer extenso, seco y hermético plano secuencia que se fija varios minutos sobre un muelle nocturno y se aleja lentamente hasta reencuadrar una megalópolis brillante y se sumerge en la espesura del río oscuro; hasta los planos finales, con el perro que escucha con extrañeza a unos hombres que intentan acomodar el trauma de sus experiencias con elaboraciones refinadas. El perro mira y no entiende. Después uno de los hombres yace en una reposera pero el diseño de la secuencia resiste el reposo.

Náufrago es una unidad fracturada: dos autores, dos partes asimétricas, una arquitectura defectuosa que perdió la línea del horizonte y el balance de blancos, una voz que balbucea los restos de un terror, malos presagios y memorias de una felicidad fuera de lugar, una gramática sin concordancia, una banda sonora que no redunda en la imagen ni organiza la incongruencia de un espacio anegado, una casa enterrada, un refugio precario, siempre amenazado por la arena, el agua, los espectros. 


Personalmente me interesa pensar en el problema de la unidad trunca y la forma irregular que expresa mejor un tiempo sin establecimiento (para usar una palabra que le gusta a Lucía Seles). La contraofensiva podría ser el punto en que convergen las líneas torcidas del film para quien busca completar un hiato de la historia política. Toda la filmografía argentina sobre los 70, la dictadura y las organizaciones insurgentes, no ha logrado contener ese momento indeglutible. Pero Náufrago tiene otra línea de fuga en la que el cine discute con el lenguaje, con todo lo que el lenguaje no puede decir ni puede borrar, porque igual vuelve. La imagen desértica, el deterioro de la superficie de la imagen, la aridez del paisaje, la construcción sokuroviana del sonido, la variabilidad del formato de pantalla funcionan siempre como indicios del problema del cine respecto de su historia, de la historia del siglo, de su presente.

La pertinencia del cine está hoy asediada por la narrativa instantánea de TikTok, en la que el dispositivo matemático mide su rendimiento en los primeros segundos. "Las guerras culturales en internet, -dice Juan Elman- que aparecieron con fuerza en EE.UU. hace unos años y luego se expandieron, fueron dando lugar a esta subcultura tan difusa como la propia red, que favorece hoy a movimientos de ultraderecha. Tanto por la construcción de narrativas, en forma de memes o tweets, como por el ascenso de activistas que luego migran a la esfera partidaria". En el siglo pasado el cinematógrafo encontró su basamento en su eficacia bélica. Hoy el cine está tolerado en tanto se preste a alimentar con "contenidos" las ráfagas de reels

Náufrago es también una película que se resiste a la trituración audiovisual de TikTok. En su extemporaneidad reside su belleza y su verdad.



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