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Ni decir qué puerta hay que tocar


Es Alberto pero no es solo Alberto.

Alberto es un factor importante de la derrota, no el único ni el más difícil. Hay problemas que se arrastran desde antes de él, que vienen del peronismo fundacional.

Hay un avance cultural de la derecha en todo el Mundo y no encuentra ninguna respuesta en los partidos populares y con planteos transformadores, hay un peronismo de las intendencias y las provincias que se volvió conservador y burocrático.

No se asumió el desafío que significó el intento de asesinar a Cristina como límite intolerable, no se armó el kilombo que tanto se cantó. Hay un problema de sectarismo de la Cámpora, que se recostó en el carisma de Cristina creyendo que ella sería eterna y siempre tendría un as en la manga. Se perdió mucho tiempo con el Cristina presidenta cuando hace meses ella avisó que no sería candidata a nada.

Pasó la pandemia que trastornó todas las mentes. Hay una vida de derecha que tiene a las redes sociales como válvula de escape y modo de expresión espasmódico.

Hay un FMI que apostó a la derrota del gobierno y ni Massa ni Cristina asumieron ese dato.

La radio nos confunde a todos, sin dinero la pasaré mal.

Hay una infantilización de la política que se expresa en el look fantoche de Milei, también en Moreno como peronismo originario o en los cristinistas que boludean con "la chica que nos gusta".

Hay una Clase Media que hace décadas coquetea con el fascismo.

Nadie pensó en políticas transformadoras que asuman la raíz de la crisis civilizatoria. El mundo se transformó en una película de Marvel, tanto en el Capitolio como en Brasilia o Madrid.

Hay un enamoramiento con la liturgia peronista que ya se reduce a una cáscara vacía mientras hay un 40% de pobres.

Cristina insistió en una repetida reivindicación de su gobierno que no proponía un presente.

Massa es Massa, emergente de la clase media suburbana que coqueteó con la mano dura, con echar a los ñoquis de la Cámpora, hace no muchos años. El fiscal Marijuan, que mandó las excavadoras a buscar los containers de dólares que Cristina escondía, tuvo en su momento como terminal política a Massa. Este hombre es el que propuso la Cámpora para cruzar el río.

Milei acierta en un solo punto: hay un achanchamiento de la dirigencia política, lo que incluye a casi todos los nuestros (con honrosas excepciones como Kicillof y Grabois), también incluye a la izquierda y los radicales. Son todas variantes de un mismo mundo caduco y Milei se construyó como algo nuevo, con consignas absurdas y disparatadas. No le respondimos con imaginación, creatividad y perspectiva de cambio sino con un alerta de conservación de lo que ya se perdió. No asumimos que nuestro mundo está resquebrajado y nosotros también. El sistema tuvo la astucia de construir una fachada farsesca de desobediencia que grita viva la libertad carajo pero promete anular libertades. 

Estamos en crisis y hasta que no lo asumamos seguirá castigándonos la historia. No comprendemos el nuevo horrible mundo ni sabemos cómo romperlo.

La película Joker es cinematográficamente mala pero expresa con cierta agudeza el signo de estos tiempos. Milei es Joker y lo votaron muchos Arthur Fleck que trabajan como payasos en Ha-Ha's.


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