Parece realmente difícil no caer en la banalidad o en la falta de sensibilidad a la hora de retratar de manera cómica ciertas Situaciones delicadas como lo puede ser la muerte.

Pero el director inglés Frank Oz consigue en Un funeral de muerte romper tabúes y desternillarnos de risa asistiendo a situaciones inoportunas o que nos hacen sentir incómodos, como los funerales. Toda la película gira alrededor del funeral del cabeza de familia, un momento que destapará la caja de Pandora y se desatará una tormenta de enredos imparable en toda la familia.

Dejando a un lado la hipocresía e idealizaciones propias de los momentos solemnes, la historia ofrece una mirada humana y sincera de la muerte y de todo el ritual que la acompaña, sin cortarse un pelo en la ridiculización de situaciones que supuestamente se nos presentan con un tono de solemnidad, como la escena de la lectura del discurso en honor al difunto.

La transición de drama a comedia es drástica, pero efectiva. El director nos transporta desde situaciones con una gran carga emocional al momento más ridículo de una manera repentina pero que no se nos antoja forzada.

Una colección de momentos tensos que estallan en situaciones absurdas que provocan sonoras carcajadas. Y una película perfectamente coral en la que cada personaje tiene su protagonismo aunque destacable por histriónica la genial interpretación del personaje que se excede con las drogas, interpretado por el actor Alan Tudik.

En definitiva, unas buenas dosis de humor inglés, ácido, negro, pero con el que pueden disfrutar todos los públicos.