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Crítica | Desierto particular

|| Críticas | ★★★★☆ |
Desierto particular
Aly Muritiba
El molde que se rompe


Alicia Rambla
Madrid |

ficha técnica:
Brasil, 2021. Título original: «Deserto Particular». Dirección: Aly Muritiba. Guion: Henrique Dos Santos, Aly Muritiba. Música: Felipe Ayres. Fotografía: Luis Armando Arteaga. Reparto: Antonio Saboia, Pedro Fasanaro, Luthero Almeida, Thomas Aquino, Laila Garin, Sandro Guerra, Otavio Linhares, Zezita Matos, Cynthia Senek, Productora: Grafo Audiovisual, Fado Filmes. Duración: 125 minutos.

El subgénero de las road movies se ha usado bastante como analogía para representar el mítico viaje del héroe que definió Campbell. Desde John Ford en Las uvas de la ira (EEUU, 1940) a Alexander Payne con Nebraska (EEUU, 2013), incluso pasando por París-Texas (EEUU, 1984) de Wim Wenders, todas ellas con el viaje (ya sea de ida o de vuelta) como vehículo que guía al conocimiento del entorno y del interior de cada une. En Desierto particular (Aly Muritiba, Brasil, 2021), el protagonista, Daniel, se enfrenta a un viaje interior después de cruzarse su país entero en coche, Brasil, el cual no destaca por sus cortas distancias. Los movimientos emocionales que provocarán lo que descubrirá al llegar a su destino, se moverán en medidas más grandes que el espacio del territorio brasileño.

Daniel es un policía suspendido de su puesto por propinarle una paliza a uno de sus alumnos en la academia y llevándolo a la UCI en consecuencia. El protagonista lleva la mano derecha enyesada a causa de la pelea, pero esto no le impide llevar una vida normal, si no fuera porque en ese incidente fue grabado y viralizado en las redes. Mantiene al parecer una relación a distancia con una chica que se llama Sara. En una de las primeras secuencias de la película se observa cómo el protagonista se hace una foto desnudo en un espejo, esperando de vuelta la de Sara. Y es aquí cuando el conflicto aparece, Sara deja de contestar. Y Daniel, con su vida echa pedazos por las consecuencias de sus actos, junto con el silencio de una persona con la que parecía haber conectado, tras unos varios audios y llamadas perdidas, decide ir en busca de ella. Ya que podría ser que, o bien hubiera desaparecido, o bien quisiera dejar de hablar con él.

Desierto particular conforma una metáfora sobre de la capacidad de resiliencia ante la masculinidad frágil en una sociedad dominada por la testosterona. El papel de Sara juega para confrontar a Daniel consigo mismo, para rendirle cuenta a las emociones que lo habitan. Porque descubre que Sara no es Sara, si no Robson y el protagonista tendrá que aceptar, aún con su homofobia interiorizada, que se ha enamorado de un hombre. Pero aún así, Desierto particular no es una película ruda sobre la masculinidad más tóxica donde la rabia escala según las emociones se reprimen, sino que trabaja la capacidad de entender y empatizar con el otro. Es una película que se acerca más en cuanto al estudio de la masculinidad a Magic Mike: XXL (Gregory Jacobs, EEUU, 2015) que a There will be blood (Paul Thomas Anderson, EEUU, 2007).

La cámara es ambigua, muestra, pero no juzga, es un espectador más que decide no posicionarse porque entiende que todos los comportamientos del protagonista tienen una razón de ser. Los planos son más amplios que estrechos, reservando los primeros planos a las miradas entre Daniel y Robson, dejando palpable la distancia que hay entre ellos (y sobre todo por parte del protagonista) en los momentos que se encuentran emocionalmente fuera de lugar. Pero también entra en la intimidad de ellos para dar más matices a sus historias y aportar más aristas por dónde los constructos se desquebrajan, ya sea el protagonista en la posición emocional en la que se encuentra, o Robson, quien no tienen ningún conflicto consigo mismo, pero sí la comunidad religiosa a la que pertenece, provocando (no por culpa, pero sí a causa) un inicio de persecución.

Temas, como la anteriormente nombrada homofobia interiorizada, o las terapias de reconversión por parte de la iglesia, son alguno de los que, con mucho cuidado, el director trabaja. Pero no desde el drama intenso, sino desde la perspectiva de entender cómo funciona el mundo y las posibilidades de libertad estructurales que cada persona tiene, es más íntima que política no sin perder de vista que ambos conceptos son indisociables. Pero la película tampoco trata sobre una lucha política, habla sobre el amor y sus múltiples posibilidades infinitas hasta donde la cabeza sea capaz de imaginar. El yeso que lleva Daniel en su mano se rompe cuando decide dejar de lado todas sus convenciones y es entonces cuando acepta que siente lo que siente. Entonces la película pasa a ser un drama confrontativo entre el Daniel que se deja llevar por el amor y el Daniel que teme amar a un hombre. ⁜


Deserto particular, Aly Muritiba
Representante de Brasil en los Oscars.



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