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UN CRUCERO POR EL MEDITERRANEO

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Siempre he pensado que tan importante es planear un viaje, como el viaje en si mismo. El hecho de buscar información de los lugares a visitar, entrar en foros para resolver dudas, idear itinerarios etc, hace que empecemos a viajar antes de hacer las maletas. Por eso, cuando pensé realizar un crucero, algo en mi interior me dijo que era una herejía a mis principios. Pero, nunca se sabe si la sopa está buena, hasta que se prueba. Y ahora puedo decir con conocimiento de causa, que el consomé resultó exquisito.

Evidentemente es otra forma de viajar, más cómoda, menos sorprendente y un poco masificada, pero todo viaje tiene su encanto si se sabe sacar aprovecho.
Como era mi primer crucero elegí el mediterráneo (se supone que es un mar tranquilo) y un barco grande (como dice el refrán: grande, ande o no ande). Total, que salimos de Valencia con la empresa MSC y el barco denominado Orchestra. Una mole de 15 pisos, que lleva 1000 tripulantes y 3000 pasajeros. Por gente no iba a quedar.


Msc Orchestra en Ibiza

Camarote con balcón, que siempre queda mas elegante y funcional (en caso de hundimiento, abres el balcón y sales nadando).
Hicimos cinco escalas que luego detallaré por encima, pero es mas importante detallar la vida a bordo.

Lo que si esta claro que en un crucero no vas a ver con detalle ninguna lugar que donde haga escala, salvo que sea del tamaño de Lugo y esté cerca, por que como mucho , no estas en puerto mas de 8 horas, y en algunos sitios no llegas ni a 5. Entre que bajas y buscas trasporte y luego vuelves un rato antes de zarpar ( el barco no espera ), pues todo lo veas a “matacarrera”. También tienes la opción de hacer una visita organizada a través del barco o con empresas externas, pero es el “correquetepillo”, de toda la vida. Siempre detrás de un guía, pendiente que no se te pierda, buscar un sitio rápido para un pis y luego una hora en la tienda de turno para que compres algo. Lo que más vas ver, es el cartelito que lleva levantado. Un agobio. Lo único que haces es deambular de un lado para otro pero lo que se dice ver, pues de pasada.

Lo bueno del barco, por lo menos en mi caso, fue la gente que conocimos. Tuvimos la suerte de coincidir en la mesa de la cena (asignada para todas las noches) con otras tres parejas de españoles y la verdad que una gente excelente. Hicimos una buena relación y espero que a partir de ahora, una buena amistad. Si os ocurre lo mismo, os lo vais a pasar bien. El barco ofrece mucha diversión y si tienes con quien compartirla, os lo pasareis estupendamente.

Que es lo positivo que observé en el barco. Primero las llegadas y salidas de los puertos. Hay cosas que no tienen precio, por ejemplo estar desayunando en el puente 14 (por cierto totalmente acristalado) y entrar en la bahía de Nápoles con el Vesubio al fondo, es como la mastercard: No tiene precio.
Las cenas son espectaculares. Cinco platos, bien presentados, mesa con mantel de lino, te cambian los cubiertos con cada plato, tienes un camarero asignado, que a veces tarda un poco (pero es que hay un huevo de gente cenando a la vez) y el comedor muy a lo italiano, elegante, aunque un poco recargado.
Y si no quieres esperar, o te has quedado con hambre, que gente “pa tó”, te subes al buffet y comes hasta reventar. Pero no es plan.
Tienes espectáculos todas las noches. Que son los mismos artistas siempre haciendo cosas parecidas, pero si no te pones las gafas, te parecen estupendos. Yo de todas maneras soy muy conformista y todo me suele parecer bien.
Si te gusta los bailes, te chifla el karaoque, y no te importa hacer un poco el ridículo saliendo a escena por cualquier cosa, un crucero es tu edén. Por que todos los días tienes actividades de ese tipo en varios salones (yo creo que habría unos 10 diferentes). El que diga que se aburre hay que tirarlo por la borda (que es otra actividad por cierto).


Disco
 El barco te ofrece muy buenos momentos si sabes apreciarlos. Caminar por la cubierta al amanecer, tomar el sol en la planta superior, que te sirvan una copa en tu hamaca, ver el anochecer desde tu balcón del camarote y despertarte cada día en una ciudad diferente. Como dije antes, hambre no vais a pasar y más bien tratar de subir a bordo con peso de menos.

Lo negativo. No creas que es el mareo. Estos barcos tienen estabilizadores y casi no notas el vaivén. Lo peor es el frío que hace dentro (en verano). Que horror. La mitad de los conocidos salimos con faringitis o un catarro.
A veces había 15 grados de diferencia del interior al exterior. Así que sabéis, llevar una chaqueta y usarla como salvavidas.

Referente a los puertos que tocamos, pues hicimos de todo.
En Ibiza , fuimos por nuestra cuenta. Un taxi a la ciudadela y un paseíto de hora y media. Un café en el centro y para el barco, que la escala era corta.
En Túnez, contratamos una agencia externa. Paquete completo de visita a la medina (paseíto por sus calles, pis y tienda). Luego a ver cuatro piedras a Cartago ( que decepción no queda prácticamente nada allí, se lo llevaron todo para construir mezquitas y mansiones) y como postre el pueblo turístico de Sidi Bu Said. Pueblo sería, pero no llegué a verlo, porque esta tapiado por centenares de comercios y tiendas de souvenirs. Lo único bueno, es una vista del golfo de Túnez desde lo alto.
De ahí al autobús. Barco, ducha, cena y copa.

Una noche de navegación y para Sicilia.
Bonita llegada. Va costeando toda la isla hasta llegar a Catania.
Aquí también visita organizada a Taormina. Un pueblo a unos 70 Km. del puerto.
A mitad de trayecto el guía se da cuenta que se olvidó una pareja.
Parada en una área de servicio al pié del monte Etna. Impresionante. Por Dios que hoy no explote. Media hora de espera y llegan el taxi con los olvidadizos.
Nos da tiempo a ver lo cara que es la gasolina en Italia.
Como el guía va a tener que pagar el taxi de su bolsillo, mi samaritana mujer propone (con buen criterio), recolectar un euro por persona (niños excluidos) para que el día de trabajo no le salga encima caro. Tres parejas se niegan a cotizar. Que horror de miseria humana.



Taormina (Sicilia)
  Taormina es interesante. Colgada en una roca y con un anfiteatro en muy buen estado.
Un helado es una buena opción en este bonito lugar.
De vuelta nos llevamos dos polizones de otra excursión del mismo barco que los han dejado en tierra. Éramos el último autobús y si no, pues un taxi hasta el puerto y no menos de 100 euros que duelen. Además del susto que te metes.

Por la mañana siguiente en Nápoles. Que preciosa es la llegada. Vale la pena madrugar y ver pasar la isla de Capri (no demasiado cerca, por si acaso) y entrar en la bahía con el Vesubio presidiendo la postal. Bellísimo.


Mercado en Nápoles
 
Ese día pasamos de visita organizada y dimos una vuelta por nuestra cuenta por la ciudad. La verdad vale la pena. Es una urbe muy bulliciosa, llena de comercios, calles con ropa tendida, gente vociferante, muy a lo película de Visconti.

Mañana Livorno. Allí contratamos una furgoneta de 8 y nos llevó a Lucca y Pisa. El primero precioso. Una pequeña ciudad amurallada que está perfectamente conservada. Paseito relajante y café en una de sus plazas.

Lucca
 Luego de vuelta, parada en Pisa. Miles de gente haciendo fotos en la típica posición de “apoya la torre”. La catedral vale la pena pagar por entrar. Majestuosa.


Pisa
 Ya nos quedaba solo una escala, que iba a ser en Villefrance (cerca de Mónaco) , pero como el mar andaba un poco revuelto nos derivaron a Marsella.
Y pensareis que hay interesante en esta ciudad: pues nada. Pero das una vuelta, te tomas un café en una terraza y callejeas un poco. Luego nos subimos a un bus turístico que nos dio una vuelta por toda la urbe.
Y eso fue todo.

Esa noche, cena de gala con el capitán.
Yo sí que llevé una chaqueta (que bien que pesaba), hay que lucirse un poco , que el tiempo pasa y dentro de nada ya no queda ni eso.


Comedor.Cena del Capitán
 No todo el mundo lo respeta y es una pena, porque era una buena tradición y a las mujeres les gusta siempre tener una excusa para arreglarse. Y si tu mujer va a ir tuneada, pues tú tienes que ir a la par.
De ahí a Valencia y fin de la historia.

Animarse y hacer un crucero que os va a gustar.
Es como una experiencia global, realmente no es turismo, ni descansas, y menos te relajas con tanta actividad, pero lo pasas bien y haces amigos, y siempre tienes algo que contar. Además ya se sabe, que después de un viaje hay que descansar unos días, porque para descansar, lo mejor la casa de uno.

Feliz travesía.





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