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¿Deberíamos migrar hacia un modelo virtual y alejarnos de espacios físicos obligatorios?

Nodo9

Hablemos de Espacios físicos ¿Alguien ha preguntado a un niño si ya tiene ánimos de regresar a clases? Si trabajas desde casa, ¿de verdad mueres de ganas por regresar a la oficina? Si bien muchas situaciones de la vida antes del COVID-19 son entrañables, como la sensación de libertad para salir a la calle, ir al cine, caminar en parque, organizar fiestas y reuniones con amigos y/o familiares, muchas otras situaciones definitivamente no creo que extrañemos tanto.

Levantarnos temprano para viajar un promedio de 90 minutos en un transporte público saturado, exponiéndote a la inseguridad y a otras situaciones desagradables, gastar gran parte de tu salario en comida, ropa para cumplir con códigos de vestimenta, horarios extensos, llegar a casa agotado sin ganas de nada y muchas muchas situaciones más vistas de lejos son parte de una calidad de vida disminuida.

Más a fuerza que de ganas, es el cambio que han debido hacer escuelas y empresas a causa de la pandemia del COVID-19 que asola el mundo. El miedo de padecer el nuevo coronavirus nos encaminó a una cuarentena forzosa, obvio dictaminada por los gobiernos que por años desatendieron los sistemas de salud y ahora corren como gallinas sin cabeza tratando de no colapsar.

Pero sobre todo puso a la humanidad en una disyuntiva entre morir por un virus mortal o de hambre y desempleo; este coronavirus nos orilló a buscar herramientas para mantenernos activos a pesar de las restricciones de movilidad implementadas por los gobiernos para contener el colapso de la sociedad, o por lo menos intentarlo.

¿Hay alternativas a los espacios físicos?

Obviamente no todos los sectores tienen la fortuna de mantenerse activos por medio de conferencias de Zoom, Skype, Facebook o Whatsapp, pero quienes sí, tampoco han tenido una transición tersa. A pesar de que estas herramientas han estado disponibles desde hace mucho tiempo, los modelos de trabajo presencial están sumamente arraigados y afectan la forma en la que realizamos el trabajo a la distancia ya que dependen de espacios físicos.

Por lo menos el último año, varios medios informaron cómo grandes empresas iniciaron una transición hacia el teletrabajo y hascia la reducción de jornadas laborales, acortando las horas de oficina o incluso los días de asistencia obligatoria, sin afectar la productividad; incluso en casos como el de Japón, donde la medida se adoptó a nivel nacional, los reportes de productividad fueron positivos, ¡pero oooh sorpresa, el mundo no tiene la disciplina de los nipones!, y por supuesto que ser empujados a trabajar desde casa de un día a otro traería problemas de toda índole.

Mientras muchos lo vieron como ventaja al considerar ahorros de dinero y tiempo, muchos otros, en su mayoría mujeres, se enfrentaron a la difícil situación de atender a la familia, realizar labores domésticas y claro, entregar resultados en su trabajo. Sin embargo, con todo y sus áreas de oportunidad, trabajar desde casa con una adecuada implementación se puede convertir en modelo a adoptar para muchas personas, siempre y cuando tanto ellas como las empresas lleguen a un acuerdo después de analizar las ventajas.

El horror de la «Juntitis virutal»

Juntas interminables por medio de videoconferencia se trasladaron de las salas de juntas con café y galletas a las cocinas u oficinas improvisadas con dinámicas parecidas y ahí es donde radica el problema, aferrarse a una dinámica impuesta por años sin aceptar que las herramientas virtuales y el teletrabajo tiene la finalidad de optimizar tiempos y no la extensión de malas prácticas, nos lleva al agobio de quienes deben pasar horas en reuniones interminables o numerosas de Zoom, en lugar de optimizar tiempos con otras herramientas de comunicación como correo electrónico, Whatsapp o Telegram.

Si una de las grandes y más importantes ventajas del teletrabajo es el ahorro de tiempo y dinero tanto para empresas como empleados, debemos aferrarnos a eso y no a un gasto innecesario de tiempo haciendo juntas por Zoom, pues lo importante es la productividad, los objetivos y resultados y no el hecho de verte frente a un monitor escuchando ideas en lugar de desarrollarlas.

Dentro del ramo laboral también está el respeto de los tiempos y espacios físicos. Si bien la emergencia nos llevó a improvisar lugares de trabajo, ampliar horarios e incluso a pasar más tiempo del necesario frente al monitor, contar con una rutina de trabajo y orden de actividades y prioridades es muy importante. Ni las actividades hogareñas deben opacar nuestra productividad, ni el trabajo debe tomar más tiempo del necesario. Debemos encontrar un equilibro y tener claros nuestros objetivos, ¿difícil? MUCHO, pero posible.

La escuela podría no ser un espacio físico

¿Es culpa de los maestros, de los papás, del gobierno? Vayamos por partes. Un maestro debe estar en la vanguardia para el avance de un país, sí, su responsabilidad es ENORME, así, con mayúsculas, pues mínimo todos cursamos la primaria, no importa si vives en un área urbana o en una comunidad remota y lejana de todo; los maestros de nivel básico tienen en sus manos la educación primaria de las personas y en ellas también está el compromiso de mostrar a los niños que la educación es importante y esencial. De la mano de los padres de familia, este periodo de cuarentena han asumido el reto de la educación a distancia en un sistema en el que definitivamente no se tenía avance alguno, no por lo menos a nivel básico y mucho menos en el sector público. Con sus propios recursos, maestros y padres de familia dejaron atrás los espacios físicos para tratar de sacar adelante el año escolar.

Pero hay una idea equivocada de que pasada la cuarentena el regreso a las aulas será igual que antes, sin cambios y que sólo se trata de poner una careta y cubrebocas a los niños para que continúen su educación encerrados en un aula. El sistema educativo se aferra con todas sus fuerzas a querer una escuela con horarios de clases a pesar de que todo apunta a un escenario totalmente diferente. Tomando en cuenta esta pandemia causada por el COVID 19, este modelo educativo deberá cambiar y pasará gracias a que la tecnología está a nuestra disposición. Alejarnos de las necesidad de asistir a un aula para educarnos debería ser una opción a mediano plazo. Exigir a nuestros gobiernos, presentes y futuros, inversión en los espacios físicos en infraestructura que mejore la conexión de Internet, que todo territorio tenga energía eléctrica, como mínimo, debe estar en nuestros pliegos petitorios.

El mundo tiene desigualdad y la pandemia resaltó la precariedad de muchos alumnos, incluso de profesores. Niños y jóvenes que en casa no tienen un teléfono inteligente, una computadora, internet e incluso luz; servicios básicos para educarse a la distancia y por tanto sin posiblidad de recibir las tareas por Whatsapp o YouTube. ¡Ya ni hablar de capacitación tecnológica para maestros! No hablo de un conocimiento profundo de plataformas de educación a distancia, me refiero a la renuencia de utilizar plataformas simples como YouTube o Google Classroom, Telegram o Whatsapp para continuar un programa escolar. Padres de familia lejanos a la formación escolar de los hijos, ajenos al proceso de formación académica. Ese fue el escenario en el que recibimos la pandemia y con el que nos enfrentamos

Lo que hoy gastamos en escuelas, se puede redirigir a espacios deportivos y culturales que complementen la formación de las personas y que de alguna forma mantengan la interacción social. ¿Imposible?, no lo creo, pero lo seguro es que debemos estar listos para réplicas de esta pandemia con este.

El uso de las tecnologías como alternativa a los espacios físicos

La actualización en el uso de nuevas tecnologías es esencial, capítulos penosos como Enciclomedia o discursos que omiten, desconocen y olvidan la realidad de los sectores más pobres se repiten cada tres o seis años. La escuela como espacio físico podría omitirse, la necesidad de que niños y jóvenes se desplacen kilómetros para tomar clases podría o debería terminar, por lo menos ser opcional. Entonces la inversión en, energía eléctrica, en telecomunicaciones tendría mucho, mucho pero mucho más sentido. El gasto en cuadernos, uniformes se podrían trasladar a la adquisición de un equipo, tablet, teléfono y no necesariamente una computadora desde la que los alumnos pudieran además de cumplir con un programa escolar, pero sobre todo tener acceso a contenidos que exalten la educación autodidacta.

Los maestros, la investigación, la educación deben transformarse, y aprovechar el camino que a causa del COVID debimos recorrer a la fuerza, entender y aprovechar este momento importante. No echemos en saco roto lo aprendido y los errores cometidos y actuemos como si la cuarentena fuera un evento anual, empecemos a crear nuevos modelos para mantenernos activos y avanzando. Estas acciones no sólo deben darse a nivel gobierno o por parte de nuestros empleados, sino como un esfuerzo individual que nos dará beneficios colectivos.

Permitamos que quienes tienen la necesidad de desplazarse a espacios físicos para realizar actividades esenciales no sufran la penurias al viajar, demos un respiro a los sistemas de transporte, de servicios e incluso al planeta. Pensemos que el futuro nos alcanzó y que este episodio sirva para valorar qué actividades pueden hacerse a la distancia, con respeto a nuestra salud y a nuestros tiempos.

¿La socialización se afectará? Yo creo que cambiará, todo se modificará y sólo las personas que nos quedamos en la frontera de la vida digital y la interacción análoga, nos sentiremos ajenos a las nuevas formas de interacción social que a mi parecer, se realiza más allá de las aulas, oficinas y centros de trabajo. El panorama no es una locura, basta con mirar cómo cambiaron nuestras rutinas y hábitos en los últimos meses para ver que el cambio de paradigma está en marcha y a pesar de las resistencias, la política y la oposición la tecnología ha modificado la manera de relacionarnos, por eso, en un panorama con reducción de asistencia a espacios públicos para trabajar y estudiar parece no tan lejano.

¿Deberíamos migrar hacia un modelo virtual y alejarnos de espacios físicos obligatorios?



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