Esta semana terminaron los partidos de fase de grupos de la eliminatoria mundialista en la zona CONCACAF. La selección mexicana recibió en el estadio Azteca a la selección de Honduras para cerrar esta etapa. Los mexicanos se encontraban y terminaron de líderes de grupo con la hexagonal asegurada; así que no se esperaba que esta usara a sus jugadores titulares o que fuera un gran espectáculo.

El hecho de que la selección estuviera ya clasificada, no significa que no tuvieran que hacer un buen partido, y menos en la situación en la que se encuentra Juan Carlos Osorio, después de la humillante derrota frente a la selección de Chile en la pasada Copa América. La afición mexicana no está contenta con las formas que ha usado el técnico colombiano, ni con las alineaciones ni convocatorias.

El estadio Azteca como todos sabemos es una plaza importante a nivel mundial y cada vez que se presenta la selección nacional, es casi un hecho que el estadio estará lleno. La gente acude con la esperanza de disfrutar un buen juego y esta partido se sumó a la colecciones de encuentros decepcionantes.

Y es que pasan los años, y las eliminatorias, los distintos torneos y la pregunta sigue siendo la misma ¿quién tiene la culpa? Acaso será la poca actitud de muchos jugadores, el ego de los europeos o la mala estrategia del cuerpo técnico; será el mal manejo de la federación o simplemente un mal día para todos.

Creo que es una respuesta muy compleja de contestar y que por años nos ha tomado infinidad de análisis, mesas de debate y horas de discusión. A la selección mexicana ya se le ha atribuido la frase “Jugaron como nunca, perdieron como siempre”, y es que México siempre tiende a crecerse con equipos grandes y a dar partidos miserables con equipos considerados inferiores a ellos.

¿Por qué esa necesidad de enfrentarnos a selecciones con mayor potencial para que los jugadores muestren su mejor versión? ¿Tendremos que vivir cada partido como si fuera aquel contra Holanda en Brasil 2014? Son los mismos jugadores convocados, los que cuentan con ostentosos salarios, uniformes y viáticos de primera; ¿por qué se toma el conformismo como opción cuando todo va marchando bien? La selección mexicana es una de esas que pase lo que pase la gente sigue pagando por un boleto, comprando una camiseta o viajando a otro país para apoyar al tricolor. La afición merece mucho más de lo que se vio en el Azteca y que se ha visto en otras ocasiones.

Han pasado más de 10 técnicos por el banquillo en los últimos años, podríamos juntar un equipo de más de 50 jugadores con todas las convocatorias que han habido. No puede existir tanta rotación, se tiene que apostar por un proyecto a largo plazo y por la continuidad; pero sobre todo, se tiene que recuperar el gran valor y privilegio que es el ser convocado al equipo nacional. No cualquiera pudiera portar la camiseta; debería ser una gran recompensa al esfuerzo de varios meses de buen desempeño y no de unos cuantos partidos. ¿Qué casi no hay talento? Mentira, en México eso sobra; sin embargo los nombres que alguna vez fueron importantes, guardan ese peso por años cuando sus resultados han desaparecido.

La FEMEXFUT, los cuerpos técnicos, jugadores… da igual. No se necesita señalar a un solo culpable. Es un trabajo en equipo donde todos deberían seguir la pauta marcada y dirigirse por el mismo camino. Por ahora no hay preocupación porque México está en la hexagonal; pero es una nueva oportunidad para poder apostar por un proyecto en concreto, por por fin poder elegir la continuidad y no pedir cabezas al primer tropiezo.

Es casi un hecho que Juan Carlos Osorio llegará hasta Rusia 2018, con casi la misma lista de convocados. Tenemos un buen grupo de jugadores y los medios necesarios para poder hacer un buen papel, y no hablo de ganar una copa del mundo pero si de jugar cada partido con la importancia merecida, y así hacer que el nombre de México vuelva a tener el peso merecido en el mundo del fútbol.