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La biología evolutiva y las teorías feministas y de género. ¿Se contrarrestan dichas teorías?




(Language: Spanish)

La capacidad humana para establecer significaciones, o para crear códigos o sistemas de significados y significantes, ha traído consigo, o ha generado a su vez, nuestra principal y más llamativa peculiaridad social como Especie, que es la de establecer, generar, contrastar y actualizar constantemente universos simbólicos. De este modo vivimos en universos simbólicos, quizás hoy por hoy excesivos y que tienden a sobresocializarnos por la sobreabundancia de los mismos en un entorno global del cual se ha apoderado la propaganda y el capital (Guerrero, 2016). Pues bien, en torno a ello algunos autores y algunas teorías que van desde la responsabilidad ecológica al neoludismo, hablan de la necesidad de volver un poco más a lo natural, o que volvamos como especie humana a nuestra naturaleza lo más natural o lo más cercana posible a lo biológico. Sin embargo, hay que considerar que a pesar de que lo simbólico es en sí mismo un problema, ya que genera sistemas de jerarquización por los cuales ciertas personas y ciertas categorías se colocan por encima de otras personas y de otras categorías, de cualquier forma lo simbólico es en sí mismo una solución, una solución a los mismos problemas que lo simbólico genera, y es ahí donde las teorías feministas y de género pueden arrojar bastante luz al respecto.

Para muchos expertos en estos temas y personas del común, las teorías de género alejan al ser humano de sus aspectos naturales y biológicos, en especial aquellas teorías dentro de dicho ramo de las ciencias sociales que han demostrado que la atracción o el gusto sexual, por ejemplo, no es más una construcción netamente sociocultural. Dicho en otras palabras, que la cuestión de la identidad sexual es una cuestión culturalmente creada. No obstante, hay que advertir que esta cuestión de identidad sexual como algo preestablecido dentro de códigos simbólicos, no necesariamente es un problema y en cambio bien podría llegar ser una solución o por lo menos un gran conjunto de paradigmas dispuestos a desnaturalizar ciertos patrones de comportamiento y arrojar algo de luz respecto a lo que se refiere al entendimiento de la especie humana. Es decir, las teorías de género, de acuerdo a mi apreciación, no solo tienen la capacidad de revelar las desigualdades de equidad en cuanto a lo que ha género se refiere, sino que, como ya han advertido una gran cantidad de autores, tienen la capacidad de cambiar los paradigmas hegemónicos de poder patriarcal que es el que nos conduce de forma muy frecuente a guerras y tensiones entre grupos humanos. El que permite que se impongan paradigmas como el de la competitividad, y no la cooperación, como valor principal en todos los ámbitos de la vida contemporánea (Guerrero, 2013).

Lo verdaderamente novedoso a mi parecer, dentro del presente texto, es la afirmación de que las actuales teorías dentro del campo de la biología evolutiva no desmienten aquello sino que lo apoyan. Comencemos a manera de ejemplo con el hecho de que los grupos más conservadores y que usualmente controlan el poder, en regiones como América Latina, manejan una moral muy estricta que ayuda a mantener a dichas clases en el poder (Godoy, 2014). Para dichos grupos una cuestión como la homosexualidad es un asunto que se aleja de lo biología, les parece antinatural, cuando la realidad es que está demostrado que dentro del reino animal la homosexualidad existe y es normal y que incluso tiene contribuciones a la evolución ya que, de acuerdo con varios expertos, esta facilita que haya por ejemplo un igual número de parejas reproductivas entre muchas otras funciones de inestimable valor (ABC Ciencia, 2016).


Lo simbólico como ya habíamos dicho es en sí un problema, o más que lo simbólico y de forma más precisa nuestra capacidad humana para establecer significaciones, ya que dicha capacidad nos aparta de nuestra esencia más natural y genera un número ilimitado de universos de clasificaciones donde unos son excluidos o transformados o redefinidos por las mismas significaciones. Las significaciones generan por ejemplo religiones, nos hacen creer en cosas que nadie ha visto ni podrá jamás comprobar, y luego de ello surgen identidades y la cuestión, asimismo y de forma muy frecuente de querer protegerlas, de querer sentirse parte de algo que dé sentido, luego de lo cual es muy usual que haya tensiones con otros grupos (Sen, 2006). Qué sucede, que pueden aparecer guerras entre grupos religiosos, o ideológicos. Es así como lo simbólico y nuestra capacidad de establecer significaciones es sin duda alguna un problema, pero también es una solución en cuanto mejora nuestra comunicación y pone sobre la mesa la posibilidad de que por medio de las mismas significaciones podamos superar nuestras diferencias. De esa forma lo simbólico es algo indecidible, tal como de acuerdo con Derrida (1971), el filósofo Platón contemplaba a la escritura, es decir, como un farmakon, como algo que es veneno y cura a la vez. Así es lo simbólico, algo indecidible, genera divisiones por las mismas clasificaciones que colocan a unos por encima y a otros por debajo, sin embargo, también tiene un aspecto positivo, y puede que gracias a las teorías de género estemos entrando a la era de dichos aspectos positivos, y ello es así a causa de que lo biológico en sí mismo también es algo indecidible, algo positivo y negativo a la vez. Esa es sin duda la esencia humana.

Me explico, se ha dicho en el presente texto que lo biológico no necesariamente se aleja de las teorías de género, aun cuando se diga en varios estudios que el tamaño del cerebro del hombre por ejemplo es mayor el de la mujer, ya que este último pesa 100 gr menos (sin embargo, bien sabido es que dicha diferencia no afecta al intelecto, y en general las capacidades cognitivas que existen entre hombres y mujeres). Diferencias existen, sin embargo, en lo más biológico e instintivo podemos encontrar lastimosamente el germen de la violencia y de las mismas tendencias a generar diferencias. Si hablamos de lo biológico ello nos obliga a hacer referencia a los grandes primates, o en otras palabras, a los homininae, que es la clasificación genérica y animal que corresponde a los chimpancés, los gorilas y los seres humanos (es decir, todos ellos animales primates de cinco dedos, con un ancestro común, sin cola, con omoplatos en la espalda, con una gran capacidad cerebral y que generalmente dan a luz a una sola cría tras más o menos nueve meses de embarazo). En dicho grupo, si observamos a los chimpancés con quienes compartimos el 98,9 %  de nuestro genoma, haciéndolos nuestro pariente más cercano, y haciéndonos a nosotros su pariente más cercano, observaremos que debido a la cercanía con nosotros, los chimpancés son animales que usan herramientas de piedra desde hace miles de años. Sion animales que además, debido a sus altas capacidades cognitivas, se organizan en grupo para cazar con herramientas diseñadas por ellos mismos, herramientas que generalmente consisten en palos que afilan para cazar pequeños mamíferos, ya que además de herbívoros son carnívoros.

Las semejanzas con el ser humano en consecuencia son abrumadoras, ya que los chimpancés no solo son la única especie que además de nosotros cazan con herramientas, sino que por si ello fuera poco pueden comunicarse con nosotros mediante el lenguaje de señas. De modo que ellos son una especie animal con la que podemos comunicarnos de forma compleja. Los chimpancés además, como muchos científicos contemporáneos afirman, poseen como los humanos una cultura propia, siendo la única especie aparte de la humana donde se ha comprobado dicha peculiaridad. Si en términos sociológicos y antropológicos tomamos la cultura a manera como la entiende Clifford Geertz (1973), es decir como un sistema de clasificaciones que giran en torno a códigos de significados y significantes, o como una escritura, en consecuencia, tendremos que en los chimpancés hay una cultura, ya que ellos asocian elementos como piedras y sus respectivos tamaños a significantes que varían de un grupo a otro, es decir, la cultura varia de grupo a grupo. El asunto, o el aspecto realmente negativo, es que los chimpancés son una especie altamente patriarcal. El poder proviene del macho cazador, y dicho poder genera de acuerdo con muchos autores que los chimpancés sean entre ellos una especie violenta y dada a actos realmente crueles entre ellos mismos (Salas, 2014). Muy conocido es el caso del asesinato sin duda, visto desde nuestros valores actuales, abusivo, despiadado y cruel, que un grupo de chimpancés cometió en contra otro chimpancé llamado Godi, y que durante mucho tiempo se quiso mantener en secreto porque podría ser descorazonador para la paz mundial que nos entráramos de que la violencia estaba en nuestros genes como primates. Un acto de asesinato que causó incluso una guerra o una serie de rencillas entre dos grupos distintos de chimpancés (Salas, 2014).

Tal parece por tanto que las estructuras patriarcales son altamente violentas, pero el problema se complica cuando una especie así es la que tiene la capacidad cognitiva de establecer significaciones, cuando es una especie que como dice Lacan (1958), de lo real padece el significante. Debido a ello, una especie patriarcal dada a establecer significaciones, será sin duda, y en este orden de ideas, una especie dada a la guerra, dada a que en los conflictos sea donde más avance la tecnología (como durante la Segunda Guerra Mundial), una especie que aliene a unos y coloque a otros por encima y a otros por debajo, una especie que alabe el valor de la competitividad y no el de la cooperación. Y es ahí donde las teorías de género pueden arrojar luz para superar nuestras diferencias y nuestro afán por el poder y el control en base a clasificaciones que hagan hincapié en la desigualdad. Decíamos que tanto lo simbólico como lo biológico son aspectos indecidibles, es decir positivos y negativos, en lo que a nosotros como especie humana se refiere. Pues bien, las teorías de género de las últimas décadas bien pueden ser consideradas como un grupo de teorías que desnaturalizan lo simbólico, desnaturalizando asimismo las clasificaciones patriarcales de poder. De modo que son un aspecto positivo de lo simbólico, puesto que tienen la capacidad de mejorar la compresión entre los seres humanos y su comunicabilidad para de esa forma unirnos como especie y como familia humana. Es decir, tienen la capacidad, al desnaturalizar, de colocar la ética como filosofía primera, en términos del filósofo Enmanuel Lévinas. Tienen la capacidad de que seamos más propensos a reconocer la otredad. Y son, de igual forma, una solución a nuestros aspectos más negativos dentro de lo biológico y como especie. Sin duda, un gran avance, un avance extremadamente significativo dentro del campo de la teoría.

Sin embargo, ello siempre y cuando dichas teorías no caigan en clasificaciones que nos separen. Es ridículo, por ejemplo, decir que el hombre tiene más inteligencia que la mujer  por tener un cerebro un poco mayor, siendo ambos de la misma especie, o es a mi modo de ver ridículo tener una visión no científica y esotérica del embarazo, por la cual se diga que la mujer, al ser quien engendra, tenga capacidades creadoras o divinas que van más allá de su contraparte masculina. Caer en esas clasificaciones es caer en lo mismo que hacen las religiones, es caer en la cultura falocéntrica de dividir en aras de buscar el control político o social. De forma que no se puede divinizar o sacralizar a un género y al otro no. El reconocimiento de la otredad, y de la ética como filosofía primera, impulsan que nos demos cuenta que uno no es posible sin otro o sin otra que nos reconozca. Las teorías de género, como afirmo, tienen por tanto ese gran potencial de llevarnos a un buen equilibrio como sociedad. Tienen la capacidad de salvar lo más positivo tanto de lo simbólico como de lo biológico de lo humano.



Bibliografía:


ABC Ciencia, (2016) ¿Por qué hay animales homosexuales? http://www.abc.es/ciencia/abci-animales-homosexuales-201605201024_noticia.html

Derrida J. (1971). De la Gramatologia. (O. Barco y C. Ceretti, Trad).México, España: Siglo veintiuno editores. (Trabajo original publicado en 1967).

Geertz, C. (1973). The Interpretation of Cultures. Basic Books, Inc., Nueva York.

Guerrero, M. A. (2013). Los efectos negativos del paradigma de la competitividad hipermoderna. Editorial Grin.com

Guerrero, M. A. (2016), Desnaturalizando el capitalismo simbólico: ¿tiende el sistema a sobresocializarnos? Artículo virtual recuperado de: http://ssociologos.com/columnistas/miguel-angel-guerrero-ramos-columnistas/

Godoy, C. G. (2014), Transgresión y disciplinamiento en “el estelar del pueblo”. Revista de Antropología Experimental, nº 14, 2014. Texto 4: 45-53.

Lacan, J. (1958). Seminario 3, Las psicosis (1957-1958). Texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paidós, Buenos Aires, primera edición 1999, séptima reimpresión 2007.

Salas, J (14 de enero de 2014). El cruel asesinato que desató la primera guerra entre primates no humanos de la historia. http://esmateria.com/2014/01/14/el-cruel-asesinato-que-desato-la-primera-guerra-entre-primates-no-humanos-de-la-historia/

Sen, Amartya K. (2006). Identity and Violence: The Illusion of Destiny.New York: W.W. Norton, 2006.

Autor: Miguel Ángel Guerrero Ramos
Nota: ese articulo es una matización y una pequeña profundización en cuanto a lo que a cuestión de género respecta, del artículo previamente publicado: Desnaturalizando el capitalismo simbólico: ¿tiende el sistema a sobresocializarnos? http://ssociologos.com/2016/05/17/desnaturalizando-capitalismo-simbolico-tiende-sistema-sobresocializarnos/


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