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Antropoceno, capitaloceno, cthulhuceno: ¿qué caracteriza a una nueva época?



(ClimaCom Cultura Científica)

Autora: Daniela Klebis

La propuesta de formalización de una nueva época de la Tierra levanta cuestiones sobre utilidad, responsabilidad y formas alternativas de narrar la historia del mundo en que vivimos. 




Los impactos de las acciones humanas sobre el planeta en los últimos 200 años han sido tan profundos que bien pueden justificar la definición de una nueva época para la Tierra: el Antropoceno. El pasado 17 de octubre de 2014, la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS en su sigla inglesa) se reunió en Berlín para dar continuidad a las discusiones acerca de la formalización conceptual de un nuevo tiempo terrestre, cuya decisión final será votada en el presente 2016. Cabe destacar que más allá de los procesos burocráticos, el término mencionado ya ha sido informalmente empleado por filósofos, arqueólogos, historiadores, ecologistas y científicos del clima. De hecho, en este último ámbito el debate aún continua,  no solo en lo que atañe a la obtención de pruebas físicas, sino en el sentido de comprender su utilidad, de ahí que surjan cuestiones como la siguiente: ¿estamos preparados para asumir una época creada por el ser humano?

La historia de la Tierra se divide en escalas de tiempo geológicas, las cuales son definidas por la ICS, con sede en París, Francia. Estas escalas de tiempo comienzan con grandes espacios llamados eones, que se dividen en eras (como la Mesozoica), luego en períodos (como el Jurásico o el neógeno),  a los que siguen las épocas e finalmente las edades. Quien planteó por primera vez la necesidad de definir una nueva época basada en los impactos irreversibles de las acciones humanas en el paisaje de la Tierra fue el químico atmosférico Paul J. Crutzen, Premio Nobel de Química en 1995. Crutzen sugirió el término Antropoceno durante el encuentro del Programa Internacional de Geosfera-Biosfera (IGBP, por sus siglas en inglés), en México, en el año 2000. El evento tenía como objetivo discutir los problemas del Holoceno, la época en la cual nos encontramos desde hace unos 11700 años, justamente desde el final del último periodo glacial.

La hipótesis sustentada por los defensores de la nueva denominación se basaba en las observaciones de los cambios iniciados por el ser humano en el medio ambiente desde 1800, cuyas pruebas geológicas evidenciaban un impacto a largo plazo sobre la historia de la Tierra. En ese orden de ideas la pregunta obvia es: ¿cuáles son las evidencias que pueden justificar la adopción del término Antropoceno? “Durante estos dos últimos siglos los seres humanos hemos creado cosas que no han existido durante los 4500 millones de años de historia de la Tierra", denunció el geólogo Ene Zalasiewicz, presidente del grupo de trabajo sobre el Antropoceno de la ICS, en un coloquio en Sydney, Australia, en marzo de 2014.

Minerales sintéticos, fibras de carbono, plásticos, hormigón, son ejemplos de nuevos elementos creados por el ser humano. El hormigón, un material producido por la mezcla de cemento, arena, piedra y agua, se ha ido extendiendo en la superficie de nuestro planeta a una velocidad de 2 millones de kilómetros por año, tal y como apunta Zalasiewicz. Debajo de la superficie encontramos, por otra parte, excavaciones en busca de minerales y petróleo que ya han abierto más de 50 millones de kilómetros en agujeros subterráneos.

Además de los cambios físicos, la emisión excesiva de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero resultantes de la actividad humana, provocan cambios químicos en la atmósfera, tales como el calentamiento global, el deshielo de los casquetes polares y la acifidificación de los océanos. De igual forma, también se debe tener en cuenta la biosfera en sí misma, puesto que los cambios resultantes de la pérdida de hábitats, de actividades de depredación y la invasión de especies también provocan cambios en la composición química y física de los ambientes.

Las pruebas del impacto de la acción humana, las cuales han venido siendo identificadas de forma sustancial en los estudios climáticos, se ven respaldadas por el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado a principios del 2014, con un consenso del 97% de los científicos. Más recientemente, el 30 de septiembre de 2014, un informe publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, o WWF), en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres, también señaló que en los últimos 40 años, el 52% de la población de los animales vertebrados de la Tierra ha desaparecido. Al mismo tiempo, los seres humanos se han duplicado en cantidad. "Estamos acelerando los procesos de la biosfera hacia su sexta extinción masiva", alerta Hans-Otto Pörtner, del Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina en Bremerhaven, Alemania, y coautor del capítulo sobre el ecosistema del informe del IPCC publicado ese año. Pörtner se refiere a las cinco grandes extinciones masivas registradas en los últimos 540 millones de años, descritas por los paleontólogos como períodos en los que más del 75% de las especies se extinguieron en el planeta en un intervalo geológico corto.

"Hace 200 años las cosas empezaron a cambiar lo suficiente como para afectar notablemente el planeta: la población creció, así como las emisiones de CO2", destaca Zalasiwicz. De acuerdo con dicho autor, el uso de energía aumentó 90 veces entre el año de 1800 y el 2010, a la par que ya se han quemado cerca de 200 millones de años de fósiles en forma de carbón, petróleo y gas. "Los seres humanos corresponden a un tercio de todos los vertebrados de la Tierra. Sin Embargo, la dominación sin precedentes sobre todos los demás seres vivos, hace de esta la era humana", concluye Zalasiwicz.

Eileen Crist, investigadora del Departamento de Ciencia y Tecnología en la Sociedad del Virginia Tech en los EE.UU., se opone a la elección del término, con el argumento de que el discurso del Antropoceno deja de cuestionar la soberanía humana para, por el contrario, proponer meramente enfoques tecnológicos que en teoría podrían cambiar el dominio de lo sustentable. "Al afirmar la centralidad del hombre ya sea como una fuerza causal o como objeto de preocupación el Antropoceno reduce el espacio discursivo que podríamos utilizar para desafiar la dominación indiscriminada de la biosfera, ofreciendo en su lugar un campo técnico-científico para su racionalización y un recurso pragmático que nos resigne a su actualidad", argumenta la investigadora en un artículo publicado en 2013. Así pues, el Antropoceno entreteje una serie de temas en el formato de su discurso, por ejemplo, el rápido aumento de la población que llegará a superar los 10 millones de personas; el crecimiento económico y la cultura de consumo como modelo social dominante; la tecnología como destino ineludible y, al mismo tiempo, la salvación de la vida humana en la Tierra; también el supuesto de que el impacto humano es natural y contingente de nuestra condición de seres provistos de inteligencia superior. Crist señala que dicho discurso encubre la opción de racionalizar adecuadamente al ser humano en el planeta. "Como discurso cohesionado, bloquea e ignora formas alternativas de vida humana en la tierra", indica la autora.

Relacionalidad

Donna Haraway, profesora emérita de la Universidad de California en Santa Cruz, EE.UU., comentó durante su  participación en el Coloquio Los Mil Nombres de Gaia en 2014, que esta discusión no es sino una de las "formas de buscar palabras que suenan muy grandes, sin embargo, no son lo suficientemente grandes como para entender la continuidad y la precariedad de la vida y la muerte en esta Tierra". Haraway es también una de las críticas del término Antropoceno. De acuerdo con dicha autora, el Antropoceno implica un hombre individual que conforma un nuevo paisaje mundial ajeno a todas las demás formas de vida: una percepción errónea de un ser por la cual aquel podría ser capaz de existir sin relación con el resto del planeta. "Debemos entender que para ser uno, debemos ser muchos. Nos intercambiamos a menudo con otros seres ", comenta Haraway.

Para Haraway es preciso problematizar esta percepción y hacer frente a la responsabilidad por los cambios cuya raíz se encuentra justamente en el sistema capitalista que hemos creado. Este hecho ha llevado a la exploración por los hombres, la Tierra: "Toda la historia humana reciente podría ser la del Capitaloceno, y no la del Antropoceno", afirma la autora. Tal percepción, de acuerdo con Haraway, nos permite resistir al sentido de inevitable presente en dicho discurso. Como mencionó en su momento Eileen Crist. "Estamos rodeados por el peligro de asumir que todo está terminado, que nada puede suceder".


Haraway señala, sin embargo, que es necesario evocar un sentido de continuidad (ongoingness en inglés), a partir de otras posibilidades narrativas y de pensamiento. Una ellas sería el Cthulhuceno, un concepto creado por la misma Donna Haraway. La expresión proviene de un cuento de H.P. Lovecraft, La llamada de Cthulhu, que trata de seres humanos que tienen sus mentes distorsionadas, ya que en los rituales que practican en honor al dios Cthulhu una mezcla de hombre, dragón y pulpo que vive dormido en el Océano Pacífico Sur pueden imaginar una realidad diferente que previamente desconocían.  Al comienzo de la historia, el autor estadounidense describe lo siguiente: "Lo más misericordioso en el mundo, creo yo, es la incapacidad de la mente humana para correlacionar todo lo que contiene". A partir de este contexto, Donna Haraway explica que es necesario "desestabilizar mundos de pensamientos, con mundos de pensamientos". El Cthulhuceno por tanto no consiste en adoptar una trascendencia, una idea determinada de la vida o la muerte: "radica en abrazar la continuidad sinuosa del mundo terrenal, en su pasado, presente y futuro. Sin embargo, esta continuidad implica asumir que existe un problema muy grande que necesita ser enfrentado. "Lamentamos lo que ha pasado, pues no debería haber ocurrido. Pero no tenemos necesariamente que continuar por el mismo camino", sugiere la autora.


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Publicado originalmente en idioma portugués en ClimaCom Cultura Científica: http://climacom.mudancasclimaticas.net/?p=918

Traductor: Miguel Ángel Guerrero Ramos

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