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Nivel 10 por Fani Álvarez – Libros Lésbicos

En el futuro, como es de esperar, los avances tecnológicos han resultado los motores del desarrollo económico y social. Tras avatares no conocidos, la nación de Saphen ha alcanzado un Nivel de alta tecnificación y su civilización ha llegado a alturas verdaderamente importantes dentro de la investigación científico-técnica.

El aspecto que más nos interesa de esta evolución tecnológica se centra en el nuevo tratamiento penal de las conductas criminales. En estos tiempos, la punición de los comportamientos delictivos ha alcanzado un nuevo nivel: las cárceles se han eliminado, no es necesario encerrar al delincuente. Existe un nuevo mecanismo, llamado C-BeCon (Controlador Cognitivo-Conductual, en inglés “antiguo”).

El C-BeCon resulta un logro decisivo, revolucionario incluso; se trata de un concepto totalmente nuevo. La manera tradicional de erradicar las conductas delictivas consistía en condenar al reo a un periodo más o menos extenso de privación de libertad. A lo largo de la Historia, estas medidas punitivas han tenido diferentes finalidades, que resumidas muy sumariamente se agruparían de acuerdo a lo siguiente: al principio interesaban sencillamente el pago del condenado por su actuación (más o menos estilo Ley del Talión), posteriormente se quiso procurar al reo una penitencia que aliviara el peso de sus pecados y, finalmente, una función reeducativa y disuasoria de volver a cometer el delito, por miedo a regresar a la prisión.

Pues bien, todo esto se ha superado con el C-BeCon. Ya no se trata de castigar, se trata de prevenir. El C-BeCon es un dispositivo diseñado tras los últimos avances de la biotecnología que, implantado en el cerebro del criminal, impide que vuelva a cometer el delito por el que ha sido condenado.

Visto así, no parece mala idea, ¿no? Veamos: en vez de meter a la gente en chirona y que, cuando salga, vuelva a delinquir porque no hemos podido reeducarle y la disuasión no ha funcionado, eliminamos tal posibilidad de raíz. Perfecto.

Lo que nos enseñan es que es necesario eliminar el problema de raíz, transformarlo para que sea imposible que vuelva a suceder.

Examinemos ahora cómo funciona el famoso C-BeCon, algo que se inserta en el cerebro del delincuente condenado e impide la reiteración de la conducta delictiva. Sabemos que es un dispositivo biotecnológico, lo que significa que no es un mero chip: más bien resulta una estructura que se implanta y desarrolla dentro del cerebro y acaba formando parte del mismo. Es, por tanto, imposible de extraer. También sabemos que se adapta a cada delito, según diferentes combinaciones de productos químicos que actúan sobre el sistema nervioso de forma individualizada, lo que implica una gran complejidad tecnológica y requiere de una tremenda pericia en el proceso de implantación.

Una vez comprendido todo lo anterior, centrémonos en la primera protagonista de nuestra historia: Úrsula. Vive en la capital de Saphen, Beltaríh, y es una actriz teatral de éxito. De hecho, se encuentra interpretando su primer papel como personaje principal y las críticas han sido tan buenas que ha alcanzado un 8 sobre 10 en la valoración tecnificada que ofrece la crítica. Estas cuestiones son de gran importancia porque se traducen en un aumento del nivel de prestigio de la persona, que puede optar a mejores trabajos, más sueldo, etc., etc. Por todo esto, podemos deducir que la sociedad donde Úrsula vive no sólo está muy desarrollada tecnológicamente, también es muy clasista: los individuos se estratifican según niveles de prestigio obtenidos de forma tasada según la puntuación obtenida en los ámbitos profesionales y académicos. No está garantizada la igualdad de oportunidades: gana el más fuerte y éste se establece en los estamentos más altos.

Pero Úrsula no tiene problemas de este tipo. De hecho, como acabamos de decir, a pesar de elegir una profesión poco considerada (porque el Mundo del arte no está demasiado valorado), está subiendo peldaños en prestigio socio-profesional.

Todo le va bien. Pero hay un pequeño detalle que puede arruinarle la vida.

Volvamos al tema del C-BeCon. Quedamos en que no era una mala idea…si no lo pensamos mucho. Porque, veamos: en el sistema tradicional, las condenas suelen ser temporales (quitando el tema de la cadena perpetua y la condena a muerte). El C-BeCon es para siempre, en cualquier caso.

¿Cómo consigue el dispositivo disuadir al “cebeconeado” de volver a las andadas? Simple: cuando el sujeto recibe un estímulo que le impulsa a reincidir, el C-BeCon actúa en su cerebro inhibiendo el centro de placer y desatando una respuesta brutal del de dolor. En suma, el cebeconeado experimenta una descarga de sufrimiento salvaje por todo su sistema nervioso que le hace retorcerse en espasmos dolientes. Más o menos como un electroshock, pero en plan permanente y automático. Para todo lo que le reste de vida.

Visto así, parece idóneo para aquellos criminales con delitos verdaderamente graves a sus espaldas y muy reincidentes. Piénsese, por ejemplo, en los violadores compulsivos, los psicópatas asesinos en serie, etc., etc. La reinserción en estos sujetos es sumamente difícil (si no imposible), y podríamos caer en la tentación de preguntarnos si un sistema así no resultaría de utilidad con tales elementos.

Pero cualquier justificación del método debe ser descartada si concluimos que lo que se está castigando es el mero pensamiento, no la comisión del delito. Basta con pensar o sentir para recibir la descarga, aunque no haya la mínima intención de llevar a cabo la conducta castigada. Ni dormir puede el condenado, porque los sueños (por definición incontrolables por pertenecer al mundo del inconsciente) también activan el C-BeCon.

Por si fuera poco, a todo esto hay que añadir que el C-BeCon se aplica a todos los delitos considerados como tales. Y muchas veces la valoración de lo que es delito y no lo es, depende exclusivamente de la consideración que de ello haga el Régimen Político correspondiente.

Y ya podéis ir adivinando qué es delito en Saphen. Exacto: la homosexualidad. O, mejor dicho, la “conducta homosexual”, porque ni siquiera se reconoce que haya una identidad; es simplemente una conducta desviada y enfermiza. Me temo que todo esto nos suena de algo.

En esa misma tónica, otras enfermedades que son realmente enfermedades también entran bajo el “cebeconeamiento”: las dolencias psiquiátricas se consideran peligrosas para el orden y a estos enfermos, en vez de tratarlos, simplemente se les neutraliza. No obstante, el método no suscita críticas desde ningún sector de la sociedad: todos entienden que es óptimo y están encantados con el invento.

Es una selección natural, la supervivencia del más fuerte, del que mejor se adapte, pero con la ayuda del ser humano para acelerar el proceso. Prácticamente todos los avances biotécnológicos y biosanitarios van en esa línea: erradicar enfermedades, conductas y condiciones psicológicas que se alejan de la norma.

El C-BeCon se implanta en 10 niveles, siendo el 10 el máximo. El nivel 10, que da título a la novela, se aplica a los crímenes contra el Estado y a quien comete varios actos delictivos muy graves (porque no existe el concurso de delitos y, por tanto, las penas se aplican de forma acumulativa). Con un nivel 10, prácticamente cualquier estímulo sirve para que se active el dispositivo y el individuo sometido al C-BeCon no tiene modo de evitar las descargas, porque no sabe qué las produce: lo mismo puede ser el impulso de matar, el deseo sexual, la caída de una hoja o un buzón de correos. Como consecuencia, el condenado sufre espasmos y sacudidas dolorosas de continuo y termina, supongo, con el sistema nervioso absolutamente destrozado.

Ahora recapitulemos: Úrsula es una actriz de éxito, pero tiene un problema. Resulta que es lesbiana, se siente atraída por otras mujeres y ha tenido alguna que otra relación (eso sí, sin mucho fruto, porque lógicamente con tal atmósfera de clandestinidad es imposible que nada fructifique). Pero siempre ha ido con mucho, muchísimo cuidado. No es para menos, teniendo en cuenta lo que se cierne sobre su cabeza (nunca mejor dicho) si llegan a descubrirla. Pero, ¿quién no tiene un descuido?, ¿quién, en una noche tonta, no se relaja un poco?, ¿quién no comete un pequeño desliz?

Úrsula, en una fiesta dedicada a Teresa, su mejor amiga, se deja tirar los tejos por una de las invitadas. En la cocina de la casa, hay coqueteo.

Era consciente de lo que estaba pasando en ese instante: ambas estaban flirteando, ajenas a lo que pasaba en el salón con el resto de amigos y amigas de Teresa. Sonrió y la miró con la misma intensidad, en lo que parecía un duelo de sensualidad que estaba teniendo lugar entre ellas.

Y ambas salen de la fiesta. Inmediatamente, es detenida por la policía. Alguien la ha denunciado.

El juicio es intenso, pleno de intriga. ¿Logrará Úrsula librarse de la acusación? A fin de cuentas, sólo hubo un beso en el ascensor, luego nada más: ella se fue a su casa y no llegaron a intimar.

Con un poco de suerte, tal vez se libre en esta ocasión. De lo contrario ya sabe cuál es la condena: el C-BeCon y un latigazo de dolor insoportable cada vez que mire a una chica que le guste. Como penitencia adosada, el rechazo y desprecio de todo el mundo cuando se fijen en su cara y vean un lunar indeleble marcado en su párpado inferior izquierdo, que delata su condición de paria social a la que nadie debe ni tan siquiera acercarse.

Esto que he contado no llega ni al primer tercio del libro. Pero no quiero desvelar nada más: el resto lo descubriréis sólo si os decidís a meteros en un mundo cruel y siniestro, pero pleno de emociones; una realidad tenebrosa y llena de peligros, opresiva y candente.

“Nivel 10” es una novela de género Ciencia-Ficción que plantea un universo distópico, con todas las simbologías y lecturas entre líneas que suelen evocar este tipo de narraciones. Hay que señalar que en esta ocasión se trata de una novela muy elaborada. Realmente construye todo un mundo hasta el mínimo detalle, consiguiendo que la mente se pasee por esa realidad alternativa. Debe hacerse mención a la profundidad de la documentación: por ejemplo, lo referente a neurofisiología ofrece unos detalles tan bien calibrados que hacen totalmente creíble y comprensible la delicada cirugía de implante del dispositivo.

En mi afán de no destriparos la intriga, me dejo obviamente muchas cuestiones que me gustaría reflejar. Sin embargo, resulta inevitable: sólo quisiera deciros que es una historia muy intensa, emocionante, que merece la pena leer y que deja huella cuando se cierra la última página. Os sentiréis inmersas en una atmósfera oscura, amenazante y opresiva.

Soy muy consciente de que dejo muchas cosas en el tintero. Pero algo puedo prometer: si comenzáis a leer este libro, no lo vais a poder dejar. Es profundamente adictivo.

Por último, quiero señalar lo siguiente: quizás el mayor atractivo de este género literario es que resulta una gran metáfora, una metáfora gigantesca de nuestro mundo y de nuestra sociedad. Creo que esta novela cuenta con varios ilustres referentes en muchos de sus aspectos: “1984”, de George Orwell, “La naranja mecánica”, de Anthony Burgess, o “Un mundo feliz”, de Aldoux Huxley, que constituyen verdaderos clásicos y probablemente los mejores libros del género escritos en el siglo XX.

Quien piense que se trata de historietas situadas en universos imaginarios del futuro que nada tienen que ver con la realidad de aquí y ahora, se equivoca por completo. La distopía genera realidades aparentemente imaginarias, hipotéticas, pero profundamente enraizadas con el presente. De modo que terminan siendo llamadas de atención inteligentes que hacen reflexionar sobre cómo funcionan y cómo pueden llegar a funcionar nuestras culturas y nuestras sociedades. En este sentido, son proféticas, pero no en el sentido de que auguren lo que sucederá dentro de dos mil años en un planeta lejano, sino lo que acontecerá en poco tiempo si no tenemos la cabeza en nuestro sitio y no luchamos por nuestros intereses y nuestras vidas.

Y, como casualmente este mes de junio celebramos el Orgullo, voy a tomarme la libertad de utilizar esta reseña como una bandera arcoíris de reivindicación.

En muchos países aún la orientación afectivo-sexual sigue siendo delito, continúan las persecuciones y, como en esta obra, tu propia familia o tu mejor amiga será quien te delate porque la educación recibida les impulsa a considerarte una desviada o una enferma, indigna de toda consideración, o como mucho objeto de tratamientos inhumanos para volverte “normal”. Debemos apoyar y luchar por la integridad y la seguridad de todas estas personas que se encuentran en entornos tan hostiles.

En países donde vivimos con un grado de libertad coherente, no debemos dejar nunca que nos quiten nada de lo conseguido: vigilemos los déficits democráticos y luchemos por lograr la completa normalización. Nunca deberíamos olvidar que hace tan sólo unos años, eran tiempos oscuros. Quizá sin C-BeCon, pero sí con electroshocks, con condenas penales y con un desprecio social tan generalizado, que resultaba imposible vivir una vida feliz y normal. No lo olvidemos nunca. Jamás.

Y después de todo lo dicho, sólo me queda recomendar vivamente la lectura de esta novela y desearos… ¡Feliz mes del Orgullo! Que la disfrutéis, si os apetece.

Edición que cito: Álvarez, F. Nivel 10. Editorial Digital. Julio, 2016.

El post Nivel 10 por Fani Álvarez – Libros Lésbicos fue publicado originalmente en Lesbicanarias. por Carmen Sánchez



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