Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

El sentido de la vida de Carla Pi. por A. M. Irún. – Libros Lésbicos

Tags: carla chica algo

Carla Pi es una Chica bastante normal. Estudiante de cabeza bien ordenada, practica el running con asiduidad y lleva una dieta rica en fibra. Además de estas notas características, Carla hace tiempo que sabe que le gustan las chicas. Para llegar a tal descubrimiento ayudó bastante la inusual atracción que le inspiraban las tetas de su mejor amiga, Tere. De hecho resultaron una pista extraordinariamente importante en su auto conciencia lésbica:

Pensé que no podía ser normal que me llamaran tanto la atención las tetas grandes de Tere. Tenían órbita propia y yo era su satélite favorito.

Pero cuando dejó de tener cualquier tipo de duda fue en el momento que vislumbró en el metro que cada día cogía para ir a la Facultad, a una chica. Desde ese instante, la chica del metro ocupó el centro de su atención. Y así, mañana tras mañana, inició un sutil coqueteo con la desconocida muchacha. Miradas disimuladas, sonrisas más disimuladas aún, más miradas, más sonrisas, más disimulo…, hasta llegar a la estación correspondiente. Ninguna de las dos se atreve a más. Y siguen esquivándose la mirada.

No sé por qué lo hacíamos. No sé por qué ninguna de las dos no daba el paso después de tanto tiempo. O sí lo sé. Lo sé perfectamente. La razón romántica era para no romper la magia. La razón real era porque ninguna de las dos habíamos hecho eso antes y no estábamos seguras de sí lo que veíamos en la otra eran señales o imaginaciones.

Carla vive así, ilusionada con el encuentro diario con la desconocida, estudiando y viviendo como cualquier chica de su edad. Vive con su madre y su hermano, el gilipollas. De los dos hermanos que tiene, le ha ido a tocar de convivencia precisamente el gilipollas. El otro vive en Alemania con su pareja y resulta bastante más normal y razonable. Pero el gilipollas sueña con una beca en la Sorbona para estudiar Filosofía. No es de extrañar que no encaje mucho con Carla, porque son mentes opuestas: él, filósofo puro perdido; ella, con un cerebro matemático. Carla sería feliz si pudiera comprender la vida como quien resuelve una ecuación.

Completan el cuadro familiar los padres: están separados, como habréis podido imaginar, dado que Carla y su hermano filósofo viven con la madre. El papá la abandonó por otra mujer más joven, alegando la moribundez de su amor matrimonial y dejando a su cónyuge como un kleenex sobreutilizado. La relación con sus hijos es escasa, educada y alimentada con el calor justo para no dejarse de llamar de vez en cuando por teléfono.

La vida de Carla transcurre de esta manera y en estas circunstancias. Todo normal, como un tren circulando sobre su raíl acostumbrado. Hasta que un día todo cambia. A Carla le sucede Algo que le da la vuelta a su existencia como si fuera un calcetín. Algo difícil, duro, que remueve todos sus cimientos y provoca que su visión de sí misma y de la vida tome otra perspectiva y otra dimensión.

Ya hemos dicho que Carla posee una mente matemática, o quizá mecánica. Todo tiene que encajar con exactitud. Siente necesidad de un orden preciso, de un mecanismo infalible que controle el engranaje de las cosas, de la vida. Algo que sea predecible, algo que te premie cuando te portas bien, algo que asegure la certeza de que recibirá aquello que se ha ganado.

Tampoco sé de qué me sorprendía: toda mi vida había sido así. Esperar el momento oportuno, siempre sonriente, siempre paciente. Como las saetas del reloj. La vida me daría lo que me merecía. Vaya filosofía inútil. La vida no te da una mierda. La vida es una sucesión de cosas que pasan desde que naces hasta que te mueres. Crees que tienes el control pero no es más que una falsa ilusión.

Hasta llega a pedirle orientación filosófica a su hermano, el gilipollas (que para algo estudia la materia y que resulta no ser gilipollas del todo). Él da una serie de ideas que Carla anexiona a su bagaje intelectivo, combinándolas con su pensamiento más centrado en lo físico-matemático. He de decir que me encantó la formulación del gato de Schröeder, muy interesante. Y es que el fuerte de Carla es, definitivamente, el mundo de las Ciencias; en las Letras no se maneja con tanta precisión:

Las palabras compañero y compasión tienen la misma raíz y no puede ser casualidad.

Es cierto que ambas palabras comienzan igual en español, pero no porque tengan la misma raíz. Las dos proceden del latín y son dos compuestos que empiezan con la preposición latina “cum”, que es nuestra “con”. Son “cum panio” (“con pan”, es decir, quienes comparten el pan) y “cum pasio” (“con pasión”, o quienes participan del mismo sentimiento.) De ahí nacen nuestras “compasión” y “compañero”, cuya idea de fondo es parecida, pero que no derivan etimológicamente de la misma raíz, puesto que una preposición no es nunca una raíz y tampoco pertenecen al mismo campo semántico.

Una vez hecha la pequeña disquisición filológica del día, prosigamos con lo nuestro.

En medio de su tribulación, Carla se ve obligada a replanteárselo todo. Ahora bien, como siempre hay que ver el vaso medio lleno, sus sufrimientos tienen varios lados buenos.

En primer lugar, la natural aprensión de toda joven lesbiana a hacer manifiesta su condición, queda ensombrecida por los problemas más graves que acucian a Carla. La posible reacción adversa de su familia es ahora un problema tan pequeñito que no merece tal nombre:

  • ¿Pero, por qué? ¿Desde cuándo te parece bien que me guste una chica? -Pregunté alterada. Mi madre se acercó a mí y me sujetó la cara con las manos.
  • Desde que me he dado cuenta de que pueden pasarte cosas peores.

Para continuar, ha adquirido capacidad para focalizar las cosas verdaderamente importantes y pasar de las demás. La chica del metro es algo importante. Y tiene que volver a verla. De hecho, durante su periodo de lucha, esa chica supone un acicate, un estímulo ilusionado para no dejarse vencer.

Se supone que la portada de las novelas da una idea ilustrativa de su contenido. Pues bien, en pocos libros habrá una portada que dé más pistas de su interior como en este. Es exactamente igual que la novela que le precede, “Nico, por favor”, sólo que con un pequeño detalle: es su negativo fotográfico.

No se trata de una simple casualidad, porque esta es una obra especular, como un espejo en que se proyecta el otro lado de la historia que vimos en “Nico, por favor”. Nico se pasa la vida buscando una chica misteriosa que alcanzó a vislumbrar varias veces en el metro, pero que de repente desapareció. Aquí tenemos la otra óptica del asunto, la visión desde enfrente.

Es la otra cara de la moneda: situaciones iguales pero diferentes. Se experimenta una sensación extraña habiendo visto la misma situación en otra novela pero que parezca distinta.

La historia se enriquece desde la doble perspectiva y además se dota de una atmósfera de realidad. De hecho, “El sentido de la vida de Carla Pi” comienza con una confesión de su personaje-narradora: su novia le ha pedido que cuente cómo se conocieron.

Definitivamente es una serie de libros que deben leerse por su orden correcto: primero “Nico, por favor” y después este. De lo contrario, nos perdemos los guiños de situaciones conocidas pero vistas desde el lado opuesto, algo que resulta muy atractivo en la trama.

Tras “El sentido de la vida de Carla Pi”, hay un pequeño cuento a modo de “spin-off” de un personaje que conocimos en “Nico, por favor” y que se titula “Carolina en el pozo”. Creo que es también de bastante utilidad recordar a Carolina y la situación que se produce en la anterior novela; pero también puede ser leído independientemente.

El libro contiene aspectos muy interesantes. Para empezar, la historia se aparta de lo habitual: no se trata de una historia de amor romántica al uso. Si Carla no busca a Nico es porque no puede, porque su situación vital genera imperativos que lo hacen virtualmente imposible. Su desencuentro, por tanto, es involuntario y razonable.

De otro lado, Carla aprende mucho de la vida en general y de la suya propia en particular. El problema por el que está pasando impone reflexión y lucha por la supervivencia. Carla pasa por un proceso de maduración mucho más rápido que el habitual, pero también más profundo. Y llega a conclusiones verdaderamente importantes.

Pensamos que dar sentido a nuestra vida es hacer cosas sin parar, pero lo único que hacemos es huir del vacío.

Ahora bien, los pensamientos y reflexiones se compaginan con un tono ligero que le quita el peso dramático que podría tener dada la situación por la que está pasando la protagonista. Esa curiosa mezcla de trascendencia y sentido del humor le da al libro un toque especial que hace su lectura muy agradable.

Por todo lo dicho, que lo disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: Irún, A. M. El sentido de la vida de Carla Pi. Edición Kindle. 2016.

El post El sentido de la vida de Carla Pi. por A. M. Irún. – Libros Lésbicos fue publicado originalmente en Lesbicanarias. por Carmen Sánchez



This post first appeared on Lesbicanarias: Noticias Lesbicas Para Llevar., please read the originial post: here

Share the post

El sentido de la vida de Carla Pi. por A. M. Irún. – Libros Lésbicos

×

Subscribe to Lesbicanarias: Noticias Lesbicas Para Llevar.

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×